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jueves, 9 de febrero de 2023

UN FACCIOSO MÁS... Y UNOS FRAILES MENOS. 1879. Benito Pérez Galdós

El cierre de la segunda serie de Episodios Nacionales viene dado por el primer levantamiento anticlerical de Madrid, en el que perdieron la vida más de 50 frailes. Pero eso es el final de la novela. Ésta comienza con el reclutamiento, o más bien el paso, de Zumalacárregui del ejército regular español al bando carlista que see está organizando en el norte de España. El tiempo Histórico que abarca la novela corresponde al principio del reinado de Isabel II, cuando comenzó la regencia de su madre María Cristina y al comienzo de la Primera Guerra Carlista, a la cual dedica Galdós pocos párrafos.

Porque, aparte de los dos hechos antes mencionados, Zumalacárregui y los sucesos del 16 de julio de 1834 en Madrid, los cuales, según las fuentes que se consulten, ocurrieron el 16 o el 17 de ese mes de julio, Galdós se dedica a cerrar el ciclo de sus personajes de esta segunda serie: Carlos Navarro, Genara, Salvador Monsalud, Soledad y Benigno Cordero.

Para el penúltimo capítulo, pues el último es un texto a modo de despedida y fin del proyecto, deja Galdós una conversación entre Salvador y Benigno en la que se expresa, a modo de contraste de opiniones, lo que el propio autor piensa de todos los sucesos ocurridos en ese primer tercio del siglo XIX y de cómo se desarrolló el germen del enfrentamiento que teñiría de sangre la tierra de España durante el resto del siglo. En el momento en que acaba de escribir esta novela, 1879, queda satisfecho y le parece suficiente todo lo narrado hasta ese momento para entender el siglo en que vive.

Va a ser otro acontecimiento dramático, la pérdida de las últimas colonias, Cuba y Filipinas, la que le decidirá, en 1898 a reiniciar y continuar la saga de los Episodios Nacionales donde los dejó. Pero eso es ya otra historia.

jueves, 26 de enero de 2023

LOS APOSTÓLICOS. 1879. Benito Pérez Galdós

 

A fines del reinado de Fernando VII, y dada la deriva liberal, más bien moderada, que iba tomando el régimen, se fue formando un partido de ideas radicales absolutistas, que tras la revuelta "apostólica" del verano de 1827 se amalgamó alrededor de la figura del infante D. Carlos María, hermano menor del rey, al que le llevaba 4 años de diferencia, y posible sucesor del mismo si éste, como ocurría hasta ese momento, no tenía descendencia.

Sin embargo, con el cuarto matrimonio de Fernando VII llegó la descendencia y se acentuó el carácter de los partidarios del infante D. Carlos María, pues la cuarta mujer del rey, Dª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, traía aires de monarquía constitucional, algo que era anatema para las fuerzas absolutistas que regían el país. Los otros dos puntos que acentuaron la unión de estas fuerzas fue el nacimiento en 1830 de la que sería Isabel II, y la publicación de una ley, que ya había sido aprobada por Carlos IV, padre de Fernando VII, en 1789, la llamada Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica originaria de Francia y permitía acceder al trono de España a la mujer, en ausencia de descendencia masculina directa.

Por supuesto, los "apostólicos" no sólo no aceptaron esta sanción de Fernando VII, sino que se alinearon en contra, con lo que las fuerzas vivas empezaron a agruparse en dos bandos irreconciliables: los partidarios de la reina Cristina, o "cristinos", y los del infante D. Carlos, "carlinos", que cuando comience la guerra serán llamados más propiamente carlistas.

Esta novela de Galdón recorre desde la llegada de la futura reina María Cristina a Madrid hasta la proclamación de Isabel II como Princesa de Asturias en la iglesia de los Jerónimos en Madrid, a la corta edad de 3 años.

Respecto a los personajes creados por Galdós, éste da un penúltimo giro de tuerca a las vidas de Soledad, Salvador Monsalud y Benigno Cordero. Hacen aparición, casi como artistas invitados, Genara y Pipaón. Y como ya creo que he dicho demasiado, lo que debo aconsejar es que se lea la novela.

miércoles, 11 de enero de 2023

UN VOLUNTARIO REALISTA. 1878. Benito Pérez Galdós


"Un voluntario realista" es precisamente eso. La biografía de un voluntario realista. Por supuesto, inventada, aunque Galdós dice en un momento dado que la narración no tiene tanto de invención como pudiera creerse.

Se basa en el levantamiento absolutista que se produjo en el verano de 1827, pues parece ser que parte del bando absolutista creía que el rey, Fernando VII, se estaba comportando de una forma algo blanda con algunos elementos liberales, mejor dicho, absolutistas moderados, que estaban alcanzando puestos de poder en la Corte de Madrid.

Por supuesto, no pasó de un movimiento de guerrillas que se desinfló en ese mismo año, en el otoño, cuando un ejército de 13.000 hombres fue enviado a la zona de Cataluña para convencer a los sublevados de la falta de sentido que tenían sus acciones, su rebelión.

Pero tanto en el verano y en el otoño, tanto en uno como en otro bando, murió gente. Y no sólo aquellos que protagonizaban el enfrentamiento. Como siempre, gente humilde es la que sufrió las peores consecuencias y también sufrió el que no fuera contada entre las víctimas de una rebelión y posterior represión, que consistieron ambas, rebelión y represión en llegar a los pueblos y pasar por las armas, o sea asesinar, a todos aquellos que dieran un mínimo indicio de ser, o simpatizar, con la causa del bando contrario. Además, el que se escudaran en el honor del Rey y de Dios, por este orden, tanto unos como otros, muestra la auténtica pasión que les movía y que se puede resumir en una frase como: "Los maté porque se lo merecían".

No sé si me habré explicado bien, pero paso a comentar otra cosa. Los Voluntarios Realistas fue un auténtico grupo paramilitar que actuó durante la década ominosa, de 1823 a 1833. No eran un grupo de insurgentes, sino más bien una milicia a la que se apuntaba aquel que quería gastar su tiempo en "defensa del Rey", y nunca actuaron como un ejército. Actuaban más bien como un cuerpo policial y tenían incluso un uniforme propio. Ya digo, para ser voluntario realista bastaba con que te pudieras costear las armas, el uniforme y gastar tu tiempo, o parte del mismo, en esa ""noble" labor.

El caso es que Galdós vuelve a narrar aquí el primer levantamiento absolutista, el que será el germen, o más bien el prefacio de las guerras carlistas. Nos vuelve a narrar el ambiente de la época, pero esta vez se para más en los personajes. No le interesa tanto hablar de los hechos o localizaciones o intrigas palaciegas. Esta vez, Galdós pretende penetrar en la mente, en los pensamientos, razones y emociones que lleva a la gente a defender posturas tan extremas que son las que hacen posible que se mande a la muerte a inocentes, o a personas que simplemente tienen pensamientos contrarios a los propios. Y nos narra la vida y los pensamientos de un hombre y de una mujer que serán los protagonistas por ellos mismos, sin que se vean empujados por ningún destino fatal, de hechos atroces que no por inventados, no dejarían de suceder en este levantamiento. Quizá por esa razón Galdós nos dice que la narración corresponde más a hechos reales de lo que pueda creerse en un primer momento.

sábado, 31 de diciembre de 2022

EL TERROR DE 1824. Benito Pérez Galdós. 1877

 

Muy ilustrativa la portada que he elegido para esta novela de Galdós. Respecto al título de la obra de Galdós, nos podríamos preguntar: ¿La quiere igualar Galdós a los años del terror de la Revolución francesa, 1792, sólo que en este caso los que provocan ese terror es justo la facción política contraria a los revolucionarios franceses del Directorio? Muy posiblemente así sea.

Pero a Galdós, sin embargo, le sale una obra dulce, diría que entrañable y que hace que se eleve a las mayores cimas de la novela romántica. ¡Sí, señoritas o mujeres del siglo XXI! Romántica. Y sin necesidad de sexo, de comportamientos rastreros, de puñaladas por la espalda. Pero claro, en el ambiente que se respira en el siglo XXI no se concibe que exista un amor sin sexo, un amor que no es platónico, sino real. Un amor que se expresa en el comportamiento del uno frente al otro, en la voluntad con que se hacen las cosas del día a día, en la forma de enfrentarse a los enfados entre ambos, en la anteposición del amado o la amada por delante de los intereses propios. En suma, amor por encima del mezquino egoísmo que nos lleva día a día a competir unos contra otros.

De verdad, y tal como leí en una reseña mientras buscaba la imagen que ilustra esta entrada, esta novela es una obra de arte olvidada entre las novelas del siglo XIX. ¿Quiénes son los protagonistas de la novela y de ese amor que tanto me ha sorprendido? Lo dejo para que sean descubiertos al leer la novela.

Una última cosa, igual que al principio de la novela nos muestra lo miserable del ser humano, el final de la misma es insigne, con el pleno significado de dicha palabra.

jueves, 15 de diciembre de 2022

LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS. 1877. Benito Pérez Galdós.


Pérez Galdós parece aquí cansado de batallas y de hechos de guerra. Y aprovecha que la entrada de "Los cien mil hijos de San Luis" en España fue, en su mayor parte, un paseo militar, con pocos enfrentamientos, ninguno de ellos significativo, salvo la recuperación del Rey, que estaba retenido por las fuerzas constitucionales en Cádiz; aprovecha, digo, para hacer un ejercicio literario que muchos otros también han intentado hacer en sus obras.

Galdós da voz a una mujer en esta novela, pues una mujer es la narradora de todos los hechos que en ella ocurren, salvo unos pocos capítulos que sirven, según avisa el autor al principio de la narración, para ser puente de unión entre las dos historias de la protagonista, debido a que una parte de las hojas en que se reflejaba la historia, se ha perdido.

Así nos encontramos conque Galdós intenta reflejar los sentimientos, comportamientos, pensamientos, cavilaciones, razonamientos y locuras, pues hace que la protagonista se obceque tanto con su objetivo que roce la locura, de una mujer enamorada, aunque, eso sí, caprichosa, soberbia y egoísta, tal como ella se reconoce en las líneas que escribe.

Asistimos al ambiente que se vivía en los ejércitos del Norte de España, antes que se desmantelaran tras el avance de las tropas francesas, pues los "100.000 hijos de San Luis" fue un contingente de tropas francesas al que, conforme avanzaban a lo largo de la península Ibérica, se le iban uniendo destacamentos que defendían el régimen absolutista que se quería implantar y que luchaban contra las tropas regulares constitucionales.

Pasará nuestra protagonista, desde el Norte, por Madrid y Sevilla, para terminar su viaje en Cádiz, concretamente a sus afueras y será la testigo de la desbandada, nunca mejor dicho, del bando constitucional, que sólo se batirá, y de forma muy ligera, en Cádiz donde nació la Constitución de 1812 y donde irá a morir, 11 años después.

Nos queda por decir el nombre de la protagonista: Dª Jenara Baraona, la novia de juventud de Salvador Monsalud. Como vemos, éste sigue siendo el hilo que va uniendo los relatos que permiten a Galdós describir los años convulsos del reinado de Fernando VII.

viernes, 2 de diciembre de 2022

EL 7 DE JULIO. 1876. Benito Pérez Galdós

 

Esta vez me ha tocado dudar entre varias portadas. Por fin he escogido una que refleja una de las acciones, previas al 7 de julio, que dieron lugar a éste. Se trata del asesinato, el 30 de junio de 1822, del teniente Mamerto Landáburu por parte de tres granaderos de la Guardia Real, a la que éste pertenecía, cuando intentaba mediar entre la multitud que asediaba el Palacio Real, y la Guardia, que estaba dispuesta a cargar contra la misma. Se corrió la voz de que lo hacía debido a sus ideas liberales y unos cuantos soldados exaltados le maltrataron, golpearon y cuando Landáburu buscó refugio hacia la columnata de Palacio, le alcanzaron y le asestaron varios tiros que acabaron con su vida. Según describe Galdós en esta novela, y al contrario de lo que se ve en la ilustración, los disparos fueron realizados por la espalda. Una vez que se supo, fue la gota que colmó el vaso y que decidió a la Milicia Nacional a defenderse mediante las armas de la Guardia Real, de la cuál se sospechaba que estaba preparando un levantamiento.

Este levantamiento se produjo el 7 de julio de 1822. No pasó de ser una asonada, pues no sólo salió mal, sino, además estaba mal organizado, mal dirigido y fue peor ejecutado.

Galdós, en esta novela, nos presenta los dos cuerpos militares que se enfrentaron: la Guardia Real, cuerpo de ejército regular; y la Milicia Nacional, que, aunque estaba constituida por voluntarios, supo defender el régimen constitucional frente a los Guardias sublevados.

Un nuevo personaje aparece en escena. El primo asturiano de Soledad, con el cual está ella prometida, que representará el bando realista, y que romperá con ella por nuevas calumnias vertidas por el simpar, y sin corazón añado yo, maestro de escuela D. Patricio Sarmiento. Es curioso como Galdós consigue que te caiga mal alguien que, teóricamente, defiende las libertades. Es como si quisiera decir a su lector que las conductas personales van más allá y pesan más en la balanza de la vida, que los ideales que puedan defender tal o cual persona.

Salvador Monsalud sigue siendo protagonista y protector de Soledad y D. Urbano, sin que lo sepa este último y, aunque durante toda la novela se muestra juicioso y con la cabeza bien asentada, habrá un hecho que, al final, volverá a hacer salir todo la impetuosidad e indecisión de su personalidad. También aquí Galdós parece decir al lector que, por muy juicioso que alguien se haya vuelto, ello puede deberse a la ausencia de los estímulos para desviarse del camino correcto, y no a una honrada y correcta transformación.

Por último destacar que en esta novela de "El 7 de julio", Galdós despliega todo su conocimiento del Madrid decimonónico y esta ciudad entra como protagonista de su narración, al igual que Paris es la protagonista, por ejemplo, de "Los tres mosqueteros", por poner un caso de literatura coetánea, aunque harto distinta, del relato detenido y detallado de los sucesos del siglo XIX que Galdós nos hace en sus Episodios Nacionales.

En fin. Auténticas joyas.

jueves, 17 de noviembre de 2022

EL GRANDE ORIENTE. 1876. Benito Pérez Galdós

 

Dos advertencias antes de leer este libro. Es "El grande oriente" no "El gran...". La segunda, se trata de una logia auténtica, que cobró importancia en los tiempos en que sitúa Galdós la narración de esta segunda serie de Episodios Nacionales, y que actualmente, por lo que he encontrado buscando la portada que iba a enseñar en la entrada, sobrevive al paso de los años.

Una vez dichas estas dos cosas, paso al comentario de la novela.

El Grande Oriente es el nombre de una logia o asociación masónica, de liberales moderados que intrigan desde 1819 para restablecer las libertades democráticas frente al régimen absolutista encarnado por Fernando VII.

Frente al Grande de Oriente, se describe otra asociación, esta vez de exaltados o extremistas, denominada "Los Comuneros", que pretenden los mismo que los masones, pero mediante vías más expeditivas. El asalto violento al poder, y la instauración por la fuerza de las armas de la Constitución y de los ideales liberales. Por sus formas, mucho más cercanos a la Revolución Francesa de 1792 que a la Constitución de Cádiz de 1812.

El acontecimiento histórico que describe aquí Galdós es el asesinato de Vinuesa, el cura de Tamajón, héroe de la guerra de la Independencia, en 1808, y que por sus ideas absolutistas y su cercanía a la camarilla del rey, al ser confesor de Fernando VII, intriga y conspira para derrocar la Constitución de 1812 que había sido restaurada por el levantamiento de Riego en 1820. Estamos en el año 1821.

El gobierno descubrió la conjura, detuvo a los implicados, entre ellos al cura Vinuesa, y también a un conocido de la retirada de José Bonaparte. El marido de Dª Pepita, protectora a su vez de Salvador Monsalud. Se trata de D. Urbano Gil, que tiene una hija llamada Soledad. Hago esta digresión porque van a ser los protagonistas de esta y la próxima novela, junto a otro personaje de mucha peor catadura.

Este personaje al que me refiero es un maestro de escuela, D. Patricio Sarmiento, el cual va a representar la facción extremada de la España liberal. Aglutina en su personaje todas las maldades que surgen en las posiciones extremadas que adoptan ciertos individuos, y todas las bajezas de un hombre cuyo ingenio sólo sirve para calumniar, sospechar y procurar el daño a su prójimo. Galdós sabe describir tan bien este tipo de individuos, sin que aún haya hecho algo reprobable, que lo hará, que consigue que lo odies. Sus acciones van siempre encaminadas al mal y a la violencia.

Vinuesa, debido a una algarada de los Comuneros, morirá en prisión. La cárcel es asaltada por dichas turbas y llegando a la celda de Vinuesa, le asestan dos recios golpes en la cabeza con un martillo de cantero, suficiente para dejarle sin vida. Pero, por si las moscas, el resto de la multitud le agujerea con las navajas que llevan consigo. D. Urbano conseguirá salvarse gracias a Salvador Monsalud, que también aparece en esta novela, teniendo una relación con la hija de D. Urbano, Soledad, que ambos califican como de hermanos, pero que dará mucho que hablar al malpensado D. Patricio.

Soledad es el personaje desdichado, sufriente, pero que, sin embargo, mantiene una dignidad que la eleva por encima del resto de los participantes en la trama de la novela de Galdós.

Aquí, las urdimbres de la trama ficticia y de la real se mezclan de una manera prodigiosa. Se puede observar que el genio de Galdós sigue creciendo, literariamente, sin parar.

jueves, 3 de noviembre de 2022

LA SEGUNDA CASACA. 1876. Benito Pérez Galdós

 

Siguen en esta novela las andanzas de D. Juan de Pipaón, pillo redomado que alumbró el absolutismo de la primera época de Fernando VII, la que va de 1814 a 1820. Aquí, gracias a su protector durante todo este trayecto, y llegados ya al año de 1819, decide pasar de creyente a ultranza y servil absolutista, a defensor sin par de las ideas liberales, introduciéndose en una de las sociedades masónicas que pululaban en aquel entonces en Madrid y en España. Las peripecias de su entrada en dicha sociedad, su encuentro con su amigo de juventud Salvador Monsalud, que no le cree en su papel de defensor del liberalismo, y la relación con la antigua novia de Salvador, Jenara, y con su abuelo, el Señor Baraona, forman el cuadro de la trama que Galdós hace que continúe en esta novela.

Como se puede ver, no se trata de la experiencia de un sólo personaje, como era el  de Gabriel de Araceli en la primera serie. Aquí, Galdós está intentando contar una historia desde el punto de vista de distintos personajes, y que sean ellos los que lleguen a sus propias conclusiones. Conclusiones que serán presentadas por Galdós como acertadas o no, pero de forma tan sutil que no cortan ni alteran el sentido de la trama en ningún momento.

Se describe en esta novela el ambiente masónico que se vivía en Madrid en la segunda década del siglo XIX y las intrigas, tanto palaciegas como liberales para conseguir el poder unos u otros. Por otro lado, Galdós deja claro que los conciliábulos masónicos no son tanto por adoptar dichas creencias o reglamentos, sino la asociación de todos aquellos que quieren que vuelva a instaurarse la Constitución de Cádiz de 1812.

Por último, aquí se describe el levantamiento de Riego, que tiene más de mítico que de real, pues estuvo a punto de fracasar. De hecho, si hubiera sido por las tropas que encabezó Riego y la campaña que este realizó, les hubiera bastado un soplido a las fuerzas absolutistas para echarlo a las mazmorras. Pero los auténticos hacedores del trienio liberal en España, de 1820 a 1823, fueron otros, que precisamente levantaron tropas desde norte, pero que la bruma de la Historia ha hecho que desaparezcan y que sólo quede el mítico alzamiento de Riego para la defensa de la Constitución.

Un secreto: Riego no moviliza sus tropas para reinstaurar la Constitución. Riego compartía el sentir de la mayoría de la soldadesca de no querer ir a América a luchar, y poder morir allí o durante el viaje. Por lo cual Riego subleva a los soldados con el objeto de no abandonar la península, no para defender unos ideales que le venían grandes, como posteriormente se vio.

jueves, 20 de octubre de 2022

MEMORIAS DE UN CORTESANO DE 1815. 1875. Benito Pérez Galdós

Esta novela viene de la mano de un personaje que Galdós caracteriza muy bien como el típico trepa, que no le importa la corrupción del régimen que dice defender, siempre y cuando le beneficie a él, que intenta ascender en la escala social de todas las maneras posibles, que llega a formar parte incluso de la camarilla del rey y que por eso se cree que es alguien con influencia, cuando, en realidad, es un ser servil, tal como tildan a los de su calaña la otra parte de la sociedad española decimonónica, que asciende haciendo favores, despreciando al más débil que él y que, sin embargo, no consigue la posición real que cree tener, pues cuando es necesario, se prescinde de él sin ningún tipo de miramiento.

El protagonista se llama Juan Bragas, amigo de Salvador Monsalud, que ya apareció en "El equipaje del rey José" en sus primeras páginas, y que aquí se muestra relator de su historia a lo largo de 2014 y 2015, que acaba en un hilarante baño en el lago de la Casa de Campo. Pero quizá me he adelantado demasiado. D. Juan Bragas, consciente que su apellido hace que la risa salga nada más mentarlo, lo cambia por D. Juan de Pipaón.

Esta novela es un panegírico, una oda al absolutismo de Fernando VII, que se instauró en 1814 mediante "El manifiesto de los persas" y los acontecimientos del 4 de mayo de dicho año, en Madrid y que acabaron con la suspensión de la Constitución de Cádiz y la restauración de la monarquía absolutista, totalmente calcada de los reinados del siglo XVIII. Pero, sin embargo, las ideas ya no eran las mismas. Muchos se habían dejado convencer o se habían convencido de que las ideas liberales, traídas a España por los ejércitos Napoleónicos, eran mucho más naturales, y, por tanto, más justas, que el dominio absoluto de un hombre por mor de su nacimiento o por gloria de Dios.

Aunque lo que prima en esta novela, siendo un elogio de la monarquía absolutista por parte del narrador, es la suave ironía y la crítica más mordaz que aplica Galdós a este sistema de gobierno, pues saca a la luz todos los fallos, defectos y corrupciones a las que se llega. Hay un capítulo muy destacado: D. Gabriel Araceli, el protagonista de la serie de novelas anteriores, por petición del narrador, lee y crítica el manuscrito de sus memorias. Y el discurso que le suelta a D. Juan de Pipaón deja bien claro que la lucha del pueblo español contra el ejército francés no tenía por objetivo la instauración de un régimen tan corrupto y tan de espaldas al pueblo. Por supuesto, la respuesta de Pipaón a esto, en una persona tan cínica como él, es la indiferencia ante dichas críticas, suponiéndolas, incluso, originadas de una envidia a su persona. Nada más lejos de la realidad.

viernes, 7 de octubre de 2022

EL EQUIPAJE DEL REY JOSÉ. 1875. Benito Pérez Galdós

 

Acabada ya la primera serie de Episodios Nacionales, Galdós cambia casi todos los personajes de sus próximas novelas que constituirán la segunda serie. Empieza la primera novela de la misma, "El equipaje del rey José", usando el acontecimiento de la batalla de Vitoria en 1813 y de la desbandada de las tropas francesas, que dejó a todo la caravana de desplazados a merced de las tropas de la península, tanto inglesas, portuguesas como españolas, así como de los bandoleros de la zona y de las poblaciones cercanas, gente que se había acercado a ver pasar dicha caravana y que en el desconcierto de la huida, se aprovechan para rapiñar todo lo que pueden de los infelices que huían en dirección a una supuesta mejor tierra para ellos, Francia.

Pero, aquí empieza a urdir, en los personajes que muestra Galdós, lo que va a ser el "leif motiv", la esencia de lo que va a contar en sus próximas novelas. Y esta esencia no es, ni más ni menos, que la división profunda de dos Españas que se enfrentarán a lo largo de todo el siglo XIX, y cuyo germen estuvo en el fin de la guerra de la Independencia.

Galdós nos muestra que aunque Fernando VII no hubiera sido un rey tan funesto como fue, la población estaba dividida en dos regímenes contrarios y contrapuestos, cuya razón de ser era el enfrentamiento con el contrario y la intransigencia con ideas diferentes de las suyas.

Así, nos encontramos con un personaje, Fernando Navarro, alias Garrote, que es la personificación perfecta de la nobleza de recio abolengo venida a menos, la personificación del carlista que protagonizará los enfrentamientos de mediados a finales de siglo XIX. Para este personaje, lo primero son Dios y el Rey, y el absolutismo. Cualquier cosa que oliera a libertad, a trastorno de clases, a pérdida de su poderío e influencia, era herejía que había que arrancar desde las raíz, y la mejor forma era pasar por las armas a todos aquellos que no comulgaran con sus ideas. A pesar de su confesión cristianísima, no deja de presumir de sus correrías de juventud, e incluso se jacta de ellas, hasta que una noticia hace que su conciencia se inquiete al final de la novela. Pero esa inquietud no es tanto por el mal que ha hecho a otras personas, importándole esto último un comino, sino por si Dios le perdonará las culpas y podrá "entrar en el paraíso si muere". Galdós nos muestra aquí, en toda su crudeza la hipocresía, soberbia y vanidad en que vivían ciertas personas.

Otro de los personajes es un spin-off de las novelas anteriores, Salvador Monsalud. Joven cuya única oportunidad en la vida le viene del ejercito que invade su país. Por tanto, se alista en él y sufre todo el desprecio de sus compatriotas, al que le consideran afrancesado de la peor calaña. Este será uno de los personajes que irá apareciendo a lo largo de las siguientes novelas. Aquí aparece joven, pero ya sin rumbo, estando en un lugar que él sabe que no le pertenece pero que es el único lugar en el que ha sido aceptado: el ejército invasor de su patria.

La que fuera novia de Salvador, Jenara, también es un personaje a destacar. Representa a las mujeres fieras, decididas, hasta diríase que pendencieras, y que volverá a aparecer más adelante en la serie. No hay que referir que cuando descubre el afrancesamiento de Salvador, todas las cañas se vuelven lanzas.

Otro personaje, el del guerrillero echado al monte lo personifica Carlos Navarro, hijo de Fernando Navarro, que bebe los vientos por Jenara y que, como se puede adivinar, se enfrentará a Salvador.

Lo que más me sorprendió de la novela fue la descarnada descripción de la rapiña que hacen las tropas vencedoras, y más aún, las gentes de los pueblos de la zona, sobre la columna de suministros del rey José, así como de las personas que iban en la misma. No existe piedad, pues la que aparenta describir Galdós está teñida de desprecio y soberbia. Si no me alargo más en su descripción es porque, como siempre, es mejor leerlo que describirlo. Así que, a ello.

lunes, 26 de septiembre de 2022

LA BATALLA DE LOS ARAPILES. 1875. Benito Pérez Galdós.


Y esta novela da por acabada la primera serie de Episodios Nacionales, escrita por Galdós en la segunda mitad del siglo XIX, cuando habían pasado más de 50 años desde que se produjeron los hechos que narra. 

Aunque la novela se refiere a la batalla de los Arapiles, que son dos montes, situados uno enfrente del otro, uno mayor que el otro, en este caso Galdós nos retrata la variedad del bando antifrancés, con la mezcla de portugueses, españoles e ingleses. E igual que en la novela anterior, de Juan Martín el Empecinado, hay un protagonista secundario alrededor del cual gira la historia. En dicha novela era el cura mosén Antón, que acaba su vida en la última página de la novela. En este caso, se trata de todo lo contrario. Una mujer joven, pizpireta, algo fantasiosa, atrevida más que valiente y que procede de Gran Bretaña, y que hará que Gabriel, el protagonista de toda esta primera serie, esté en más apuros de los normales que se producen en una situación de guerra. Se trata de la representante de aquellas ideas románticas que se tenían de España fuera de sus fronteras, sobre todo dentro de los círculos aristocráticos de una serie de países avanzados, cuyo representante más paradigmático era el Reino Unido de la Gran Bretaña, y que fueron explotados por autores anglosajones como Washington Irving (Cuentos de la Alhambra).

También hay que decir que la ayuda de la llamada Miss Fly, nombre muy adecuado (señorita Mosca sería la traducción literal), será imprescindible en algunos momentos de la obra. También su historia, la de esta muchacha inglesa, estará relacionada con una de las novelas anteriores de esta serie, la que Galdós dedicó a Cádiz. Y su historia nos hará comprender la predilección de la señorita por permanecer en la compañía de nuestro protagonista. No sigo, pues destriparía el argumento.

En cuanto a la parte histórica reflejada en la novela, se describe el asedio de las tropas aliadas (inglesas, portuguesas y españolas) a Salamanca, la retirada de los franceses de dicha ciudad, y la batalla de los Arapiles, que, debido a un giro funesto del destino, Gabriel Araceli la vive en el lugar en que la lucha fue más dura, donde hubo más muertos, más sangre, más violencia; cuando a la parte española de las tropas de Wellington se le había encargado esta vez un papel más secundario, más digamos en retaguardia, de reserva. 

La maestría de Galdós ya no es necesaria comentarla y consigue un entrelazamiento de personajes y de acción, que no deja un momento de reposo, salvo por los circunloquios que hace tener a los personajes principales de esta serie de novelas que constituyen la primera parte de sus Episodios Nacionales.

Por último, con esta novela termina la historia de nuestro protagonista Gabriel Araceli. A partir del suceso, de la batalla de los Arapiles, Gabriel nos hace un resumen corto de lo que consistió su vida a partir de aquel momento, y de cómo siguió ya una existencia mucha más tranquila y acomodada. El descanso del guerrero.

viernes, 2 de septiembre de 2022

JUAN MARTÍN EL EMPECINADO. 1874. Benito Pérez Galdós.


Y en esta novela, Galdós nos da un retrato muy acertado de Juan Martín, uno de los guerrilleros más famosos, si no el más famoso, de la Guerra de la Independencia Española.

Pero, sobre todo, el fresco que nos presenta Galdós es el horror, la miseria, el terror, la sensación de falta de piedad por parte de aquellos que "se echaron al monte" para defender a España del invasor francés. Pues en la partida del guerrillero, que Galdós hace que la conozcamos cuando ya está configurada como si fuera un ejército, el autor muestra las distintas podredumbres del género humano, los cruces de inteligencias, intereses, ambiciones, envidias, avaricias, conspiraciones y traiciones que se dan en una gran masa de hombres, sin reglamento externo que los dirija y en la que todos dicen servir a los mismos ideales, pero cada uno a su manera. Y Galdós nos descubre que esos hombres, dejados a su propia organización y en disposición de poder tomar decisiones contrapuestas, llegan al final a corromperse, dejando aflorar las emociones más bajas del género humano, la envidia, la ira, la soberbia, la vanidad, y para remate final, como si de una guinda se tratara, la traición.

Este es un libro no sólo que habla de la guerrilla española de la Guerra de la Independencia, sino que nos muestra a lo que puede llegar el hombre cuando traiciona aquellos ideales a los que dice servir.

Imprescindible, dentro de los Episodios Nacionales.

jueves, 18 de agosto de 2022

CADIZ. 1874. Benito Pérez Galdós.

 
Y llegó el momento de recuperar a D. Gabriel de Araceli y los días que pasó en Cádiz mientras se daba cuerpo a la que será la primera Constitución del Estado Español, conocida popularmente por la Pepa, al ser promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812.

La trama se sitúa en el año anterior a 1812, y como viene siendo habitual, y no por ello disminuye su mérito, el autor consigue pintar un fresco extraordinariamente detallista de todo lo que ocurría y de lo que "bullía" en las gentes que vivían en Cádiz en aquel 1811. Y consigue enlazarlo de tal forma con la historia del protagonista de esta serie de relatos, Gabriel de Araceli, que sin darnos cuenta pasa de realizar una crónica muy precisa de aquella ciudad durante aquel tiempo, pasa digo, a meternos de lleno en la historia particular del protagonista y su lucha por hacer realidad su amor por la protagonista, quizá no tanto, de estas novelas, y que tiene un nombre sonoro: Inés.

El caso es que al acabar la novela uno queda con la impresión de haber estado allí durante los días en que se establecieron las Cortes de Cádiz y de saber, más o menos, del pie que cojeaban cada uno de los habitantes, nativos o foráneos, de aquella ciudad sitiada, al igual que Zaragoza y Gerona, por los franceses, pero con un asedio mucho más ligero. Por dos razones principales, habían pasado tres años desde el levantamiento del 2 de mayo, la guerra se había convertido en una guerra "de desgaste"; y el sitio no era tal por mar, pues la flota inglesa ayudaba a llenar de víveres a la sitiada Cádiz.

jueves, 7 de julio de 2022

GERONA. 1874. Benito Pérez Galdós.


Y vuelvo a los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Un nuevo asedio. El de Gerona, en la segunda mitad de 1809. Y he de declarar que las impresiones han sido encontradas. De momento, es el que menos me ha gustado. No se centra tanto en el asedio por parte de las tropas napoleónicas, sino en las penurias y miserias que pasaron sus habitantes. El protagonista no es el mismo que en las anteriores novelas, de hecho, es una historia dentro de una historia. Se centra en los enfrentamientos entre dos de los personajes, uno de ellos el narrador, por conseguir comida y arrebatársela el uno al otro. Donde en "Zaragoza" era heroicidad, entrega, valor; aquí, en cambio, es egoísmo, envidia, enfrentamiento. Por otro lado, el defensor de Gerona, D. Mariano Álvarez de Castro lo describe casi como una caricatura de lo que se entiende por patriotismo. Tanto es así que al final de la narración consigue que se le deteste, entre las loas a su rigidez en la defensa de la plaza como los comportamientos de servilismo y cuasi adoración hacia su persona.

En fin, reseña pequeña, no lo recomiendo y he de confesar que conseguí acabarlo por cabezonería, y por distraerme de otras preocupaciones que ocupaban mi mente cuando no me dedicaba a la lectura.

sábado, 11 de junio de 2022

NAPOLEÓN EN CHAMARTÍN. 1874. Benito Pérez Galdós


El levantamiento del 2 de mayo de 1808, que acabó con los fusilamientos del 3 de mayo, supuso el levantamiento de todo el pueblo español ante el ocupante, pues no se le había dado carta de invasor hasta ese momento, pues todavía se vivía en el ensimismamiento de que los ejércitos de Napoleón venían para guerrear contra Portugal, y un retroceso en la mayoría de los frentes en que el ejército francés se había enfrentado con el pueblo español.

Tanto fue el descalabro sufrido que tuvo que venir el propio Napoleón, procedente del frente europeo, a poner orden en el "patio de atrás" de lo que consideraba su casa. Es en este momento en el que arranca esta novela de Galdós. Los madrileños están en espera de la llegada de las tropas francesas y del propio Napoleón.

En un primer momento, cabe destacar una larga escena en la que una noble, dos frailes y el protagonista de la novela, se dedican, sobre todo los tres primeros, a realizar una selección de las distintas obras literarias, libros, libretos y panfletos que ha ido recibiendo la noble, de todas las publicaciones que se han hecho relacionadas con Fernando VII, Napoleón y las distintas relaciones de estos dos personajes con el pueblo español. Lo que más admira de esta extensa escena es el gran conocimiento de Galdós sobre las publicaciones de la época, pues no habla de las más comunes o famosas, sino que se refiere a distintas obras de tono menor, o de poca tirada o poco éxito, que pululaban en el Madrid de ese verano y principios de otoño de 1808.

Posteriormente, nos muestra una escena que podría calificarse de costumbrista, tal como se entendía en la época de Galdós, dónde nos muestra la relación entre las distintas clases sociales, la influencia del clero en la población en general, las pequeñas muestras de la Ilustración que había llegado tan sólo a las altas esferas de la nobleza y aristocracia española, pero que no habían calado en absoluto en las clases populares. En algún momento da la impresión al lector que está leyendo un sainete costumbrista, más que una novela de tintes históricos.

Por último, llega el momento de la movilización, del enfrentamiento con el enemigo, del cual se deseaba no pasara Navacerrada y de la floja resistencia, por falta de medios de que se disponía, que se podía presentar al mismo.

Otro de los aspectos que se pueden ver en esta novela es cómo los aprovechados, siempre moviéndose según el ritmo que toque, se valen de las circunstancias cambiantes para, al fin y al cabo, cambiar las opiniones de la muchedumbre, la cual se cree que decide en libertad, cuando únicamente es una bestia bien domada por aquellos que saben hacerla saltar al son que les conviene. Y se ve a uno de los personajes secundarios que, antes de la entrada e Napoleón, es el más fervoroso defensor de Madrid y los madrileños, y tras la entrada del emperador francés se consigue hacer con un puesto de inspector de policía que le permite hacer y deshacer a su gusto.

Pero para conocer más de cerca todo esto, lo mejor es leer la novela, que no dejará de hacer que se pase un buen rato con ella.

lunes, 6 de junio de 2022

LA CORTE DE CARLOS IV. 1873. Benito Pérez Galdós

Y me fui a otro escritor consagrado ya en la historia de la literatura. Cuando era pequeño, me mandaron en la escuela leer la novela "Trafalgar", novela con la que comienza Benito Pérez Galdós sus Episodios Nacionales, en los que relata de forma novelada toda las vicisitudes político-militares que sufrió España y los españoles a lo largo del s. XIX, desde la batalla de Trafalgar a la restauración borbónica con Alfonso XII. Después, habiendo pasado mucho tiempo, leí alguna otra, como "El 19 de marzo y el 2 de mayo", y "Bailén". Como resulta que me picaba la curiosidad de saber las circunstancias en las que se mueve el que es el protagonista de estas primeras novelas, me decidí a empezar a leer "a corte" como se suele decir, o lo que es lo mismo, de forma cronológica, las que me quedaban.

Pues bien, la primera que me tocaba era ésta en que, a pesar de su título, no habla tanto de la corte de Carlos IV, sino que más bien presenta el ambiente que existía en Madrid desde el desastre de Trafalgar hasta que se produjeron los hechos de Aranjuez y de Madrid en 1808. Nos presenta la vida de los cómicos en ese principio de siglo, gracias a que Gabriel se hace criado de una de las actrices más importantes del momento, y una de las cosas que llama la atención es que no eran tanto las representaciones teatrales, sino las que se hacían en las casas de la gran nobleza la que permitían vivir de forma holgada a esos cómicos.

Por otro lado, y a partir de esos cómicos, Pérez Galdós nos muestra los tejemanejes que existían en la corte de Carlos IV, la existencia de dos partidos definidos, unos a favor de los reyes y Godoy, su válido; y otro a favor del futuro Fernando VII, más popular que el anterior.

Una vez que ha ambientado la novela, ha creado el marco adecuado y, sin que nos demos cuenta, nos ha hablado de los personajes principales, pasa a la acción política que realmente quiere contar: el intento de golpe de Estado protagonizado por Fernando VII contra su padre Carlos IV y su valido Godoy, que no paso de un ridículo pronunciamiento, y en el cual ya presenta Galdós la pusilanimidad que caracterizó la personalidad de Fernando VII, sobre todo en su juventud y primera madurez.

Así, de una forma amena, con intrigas de la corte, con un protagonista que es el hilo principal y que mezcla adecuadamente su historia con las vicisitudes que están pasando los últimos días de la corte de Carlos IV y Godoy, Galdós nos ha permitido aprender un trocito de la historia de España, que, al estar rodeado de hechos tan punteros, suele dormir el sueño de los justos en las explicaciones de los profesores de Historia.

viernes, 25 de marzo de 2022

ZARAGOZA. 1874. Benito Pérez Galdós

 

Escribo esta reseña cuando se cumple un mes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. ¿Qué porque comento la fecha? Porque al estar leyendo esta novela de Galdós me he dado cuenta, o, mejor dicho, he confirmado algo que venía pensando desde hace mucho tiempo. Se está poniendo de "malo" al invasor ruso, y no seré yo el que diga lo contrario. Quién invade es el agresor y el causante de las desgracias que se están produciendo. Pero se está poniendo la resistencia de Ucrania como algo ejemplar. Bien. Aquí tengo alguna cosa que decir, como, por ejemplo, lo tan manido de que la gente no conoce la historia, más concretamente "su" historia. Y es que en el mundo de tanta inmediatez que hemos inventado en Occidente, en que todo lo queremos para ya, no somos capaces de reflexionar, pensar, y mirar a un pasado que no es tan lejano.

Hace unos 200 años y pico, hubo una nación invasora que se encontró con la misma resistencia que se está encontrando el ejército ruso. Y que fue el principio del fin para ese régimen expansionista. También hubo un pueblo que se empleó a fondo en la defensa de su tierra y de su idiosincrasia. Que defendió palmo a palmo su lugar en el mundo, su identidad, y que no se doblegó, en este caso incluso sin tener un líder carismático como lo está teniendo hoy en día Ucrania.

Si quieren saber de qué hablo, lean, por favor, "Zaragoza", de Benito Pérez Galdós. Más que una novela, una descripción, punto por punto, de la defensa civil, no militar, de un pueblo, de una ciudad, frente a un ejército poderoso que quiere tomar a toda costa dicha ciudad. Galdós cuenta, paso por paso, cómo se organizó la defensa, las miserias a las que se enfrentó la población, las distintas posturas frente a la invasión francesa, la forma en que se defiende, casa por casa, habitación por habitación, una ciudad frente a unas tropas extranjeras, y las desgracias y sacrificios de los que son protagonistas todos los hombres y mujeres que defendían, de diciembre de 1808 a febrero de 1809, la ciudad de Zaragoza. Había momentos en que se me venían imágenes de la colección de otro genio español, que sufrió en sus carnes la invasión napoleónica. Me refiero a "Los desastres de la guerra", de Francisco de Goya.

En resumen, si nos causa profunda admiración la defensa del pueblo ucraniano frente a la agresión rusa, deberíamos, debiéramos estar orgullosos de la lucha del pueblo español frente al invasor napoleónico. Pero, por desgracia, o no lo conocemos siquiera, o no "está de moda". No sé cuál de las dos cosas es la peor.