La cirugía ginecológica está en continuo cambio y,
por ende, algunas de sus complicaciones. La laparoscopía y la histeroscopia
tienen unas posibles complicaciones que no son superponibles a la cirugía
abierta, sino que son específicas de las mismas.
La tasa de mortalidad operatoria en las
intervenciones ginecológicas es baja, inferior al 1% [1]. La tasa de
complicaciones asociadas a la cirugía varía entre el 0,2y el 26% [2]. Son más
frecuentes en la cirugía oncológica o cuando la anatomía está distorsionada
debido a infección o a endometriosis. El factor más importante, que determina
el éxito de su tratamiento, es el reconocimiento precoz de las complicaciones.
Por ello, es tan importante la observación sistemática y cuidadosa del
post-operatorio, particularmente: pulso, presión sanguínea, función
respiratoria, temperatura, diuresis y hemograma.
La histeroscopia es una técnica endoscópica
desarrollada para la visualización directa de la cavidad uterina y el canal
endocervical mediante la introducción de una óptica y un medio de distensión.
Dentro de sus complicaciones, la más frecuente es la perforación uterina, cuya
frecuencia varía de 0,76% a 1,4% [3]. Puede aparecer tanto en el proceso de
dilatación cervical como durante la utilización posterior del resector
histeroscópico, de forma mecánica o como injuria eléctrica.
En
el caso de las Interrupciones Voluntarias del Embarazo (IVE), la Asociación de
Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) establece, en
su“Protocolo para la práctica sanitaria del aborto provocado. IVE.” [4] de
2019, que, en el caso de los IVE de más de 14 semanas de gestación y/o de alto
riesgo, se debe realizar una preparación cervical, bien con el uso de
dilatadores osmóticos naturales o sintéticos, o bien con el uso de fármacos
como el misoprostol. Tras la evacuación del contenido uterino, y por encima de
las 16 semanas generalmente se administra una perfusión de 20 a 40 UI de
oxitocina por vía endovenosa, en suero glucosado o glucosalino de 500 cc, a
pasar en un periodo aproximado de una hora. Por último, antes del paso a la
sala de observación postoperatoria, se realizará una ecografía abdominal o
vaginal. La ecografía abdominal se usa al terminar la intervención como
confirmación del éxito de la IVE; la ecografía vaginal, según recoge el
Protocolo, “en algunos casos será necesaria”, sin indicar qué casos.
Tras el procedimiento de IVE, la mujer permanece en
el área de recuperación o área de adaptación al medio, donde se realizan
controles de tensión arterial, pulso, seguimiento de dolor o de sangrado, si lo
hubiera, y recuperación de la sedo-analgesia. El tiempo de observación después
del procedimiento puede oscilar entre 15 min. y 2 h. y depende de varios
factores como son:
Técnica usada.
Analgesia y/o anestesia elegida.
Semanas de gestación.
Estado de salud de la usuaria.
Estado emocional de la usuaria.
Aparición o no de complicaciones.
El mismo Protocolo de la ACAI al que nos estamos
refiriendo comenta, respecto de las complicaciones del método instrumental que
el aborto provocado es uno de los procedimientos más seguros de la práctica
médica actual, teniendo una tasa de mortalidad menor del 1 por 100.000, las
complicaciones que requieren hospitalización son 7 por 10.000 [4], y que, en
caso de complicación que requiera cirugía y/o ingreso hospitalario se derivan a
los hospitales de referencia.
La perforación uterina se puede considerar como
complicación menor o mayor, dependiendo de si precisa cirugía para su
resolución (complicación mayor) o no la precisa (complicación menor). La
perforación uterina no complicada (o complicación menor) se resuelve con
antibióticos, uterotónicos, reposo, vigilancia del dolor y control
hemodinámico. Por otro lado, las perforaciones pueden ser difíciles de
identificar, por lo que, ante la sospecha, se debe proceder como si existiera
una perforación hasta que dicha posibilidad se excluya. En el segundo
trimestre, y sobre todo al sobrepasar las 18 semanas de gestación, es cuando se
da la mayor frecuencia de perforación uterina como complicación inmediata [4].
La derivación al hospital
debido a una perforación uterina complicada se observa con más frecuencia en el
aborto de segundo trimestre y en aquellos realizados con la técnica
instrumental. Los factores que influyen en dicha derivación son:
Inestabilidad hemodinámica (Tensión arterial, pulso)
Sangrado no controlado, tanto por vía vaginal
como intraabdominal.
Hematoma intraabdominal en expansión.
Vísceras abdominales en cavidad uterina,
cuello uterino, vagina o tubos de succión.
La “Guía para la interrupción voluntaria del
embarazo (IVE)” [5], publicada por la Sociedad Española de Ginecología y
Obstetricia (SEGO) en 2019, coincide con el Protocolo de la ACAI, pues se basa
en la misma legislación, corroborando todo lo dicho más arriba.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Magrina JF. “Complications of laparoscopic
surgery.” Clin Obstet Gynecol 2002; 45: 469-480.
[2] Webb M, Symmonds R. “Wertheim hysterectomy: a
reappraisal.” Obstet Gynecol 1979; 54; 140-145.
[3] Recari E., Oroz L. C., Lara J.A.
“Complicaciones de la cirugía ginecológica.” An. Sist. Sanit. Navar. 2009; 32
(Supl. 1): 65.79.
[4] García Gallego F., Rodríguez Armario E.,
Stolzemburg Ramos A. “Protocolo para la práctica sanitaria del aborto
provocado. IVE.” Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del
embarazo. Abril, 2019.
[5] Sociedad Española de
Ginecología y Obstetricía. “Guía para la interrupción voluntaria del embarazo
(IVE)”. Prog Obstet Ginecol 2019;62(4):410-424.