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martes, 1 de septiembre de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS. Cap. 22: La cuenta

 
Y seguimos con las andanzas de la pequeña protagonista de esta serie de historias, mi hija. Ésta que os voy a contar ahora es de nota. Ante ello quiero hacer una apreciación, tiene tres años y medio. Sí, ya sé, Mozart tocaba el violín a los tres años. Y otras muchas mentes privilegiadas eran unos genios en su infancia. Pero como el objeto de estos relatos no es ese, sino el descubrir hasta qué punto son mejores que nosotros, o más pícaros, nuestros pequeños y, por supuesto, el que dentro de algunos años mi hija tenga evidencia escrita de lo que la quiere su padre, pues ahí va nuestro siguiente relato, ocurrido hace unas semanas, con, repito, tres años y medio de edad.

Por fortuna o por desgracia, actualmente trabajo apartado de ella y de mi mujer. Tuvimos la suerte de poder pasar unos días juntos en un sitio que merece ser más turístico de lo que lo es. Pero quizá, eso rompería su encanto. Me estoy refiriendo a Ceuta.

Vista de la ciudad de Ceuta
Ceuta. Playa del Chorrillo

Nos encontrábamos en una de sus playas, comiendo en "El Chiringuito", guardando las medidas de seguridad por la pandemia, y disfrutando de un día de playa. Habíamos acabado el postre y los cafés, y nos disponíamos a volver a nuestro sitio en la playa. En ese momento me dijo mi mujer:

-Bueno, habrá que ir pidiendo la cuenta, ¿no?

-Pues sí. -respondí yo- Hala, hija, ves pidiendo la cuenta. -le dije a mi niña sin intención alguna que lo hiciera, como broma.

Mi mujer y yo intercambiamos otras dos frases y entonces nos dimos cuenta que la niña había desaparecido de su asiento.

-¿Dónde está? -nos preguntamos, más sorprendidos que asustados. Normalmente no solía separarse de donde estábamos, y si lo hacía nos lo decía. Empezamos a mirar por el restaurante, que al ser una hora avanzada ya estaba medio vacío. Yo ví al camarero que nos estaba sirviendo y le pregunté por la niña, no la había visto en los últimos momentos. Y dije, más para mí que para mi mujer:

-¡A qué ésta se ha ido a por la cuenta!

En ese mismo instante ví a la niña que doblaba la barra del restaurante y venía con la cuenta en la mano. 

Según nos comentaron más tarde los camareros, se había bajado de la silla, se la había pedido a un camarero, éste le había dicho que tenía que ser a la vuelta de la barra y ni corta ni perezosa, no encomendándose ni a Dios ni al diablo, se dirigió hacia allá para pedir la cuenta.

Iniciativa, retentiva y servicio no le faltan a la muchacha a día de hoy. Por supuesto, acabó el día con un buen helado del sabor que más le gustaba. ¡Faltaría más!

Reflexión. Cuidado con lo que les decimos a nuestros pequeños, pues entienden más de lo que nosotros pensamos. Y no nos confundamos cuando hay cosas que dicen no saber. Su "cerebro" está en "construcción". Las distintas vías por las que circula la información se están formando de continuo. De hecho, últimamente parte de la comunidad científica se postula en que esas "vías de información" que conectan las distintas neuronas del cerebro están siempre formándose y desapareciendo. Algunas, las más marcadas, quedan remanentes durante mucho más tiempo. Y si eso ocurre en un cerebro adulto, ¿qué no más ocurrirá en el cerebro de un ser humano que se está desarrollando durante sus primeros años de vida? Por ello hay veces que nos sorprenden con iniciativas como la que tuvo mi hija hace algunos días. Y por ello, hay otras veces en que parece que están "empalagados" como si su cerebro no funcionara. No es así, funciona. Pero de una forma distinta al nuestro. Y, a veces, hasta mejor.

Hasta la próxima entrada, queridos amigos, nos vemos en la red.