Ahora y siempre, el conseguir una buena expresión corporal y personal deviene en algo sutil y hasta a veces estrambótico. Eso se suele pensar cuando la tinta azul se deja fluir dibujando las palabras que forma la mente sin que lo expresen de viva voz las cuerdas vocales.
Que por qué he empezado así este comentario del día de hoy. Quizá porque este lleno de melancolía, al haber sido sustituido el rasgueo de una pluma estilográfica o de un lápiz sobre una papel, pro el mecánico tecleo de un aparato que sirve para consumir, cada día más rápido, los pensamientos -o los "no pensamientos", quien sabe- de la persona que escribe.
Quizá porque tenga un terrible dolor de cabeza y ésta es la forma de intentar olvidarlo y jugarle la trastada de no hacerle el caso que viene solicitando desde la mañana. Quizá sea producto del delirio que me provoca una fiebre que se está adueñando de mí, poco a poco, y que hará que esté enfermo los próximos días.
Quizá simplemente porque quiero comprobar el funcionamiento de un utensilio de escritura que ha llegado a mí esta mañana y estoy ansioso por darle vida. O quizá, pura y simplemente, tenga algo que decir, o no.