Dos niños Maasai a la entrada de su choza |
Una tarde, al acabar el día, estaban los dos niños en la puerta de su choza. Estaban hablando de cómo les había ido en el trabajo con las vacas de su padre, cuando Makutule le dijo a Lengwesi:
-¿Te acuerdas de la visita al laibón?
-Sí, Makutule. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque la noche anterior la soñé. -respondió Makutule en un tono de voz bajo, confidente.
-¿Cómo que la soñaste? -le interrogó Lengwesi.
Meshuko, laibón de Tanzania. |
Lengwesi soltó una risotada, mientras echaba su cuerpo hacia atrás.
-¡Venga ya! Me estás mintiendo. Quieres contarme una historia de miedo, pero ya no trago. ¡No olvides que ya somos pastores Maasai! Y un día nos circuncidarán. ¡Ahí sí que sabrás lo que es el miedo!
-¡Qué no, hermano! ¡Qué lo que te estoy contando es la verdad! ¡Qué soñé que se iba a producir antes que ocurriera!
-Bueno, vale. Pongamos que es verdad.
-¡Que lo es! -insistió Makutule. Lengwesi le miró.
-Bien. Es verdad. Y eso, ¿de qué nos sirve ahora?
Makutule lanzó un suspiro, dejó caer los brazos a lo largo del cuerpo, y apoyó su espalda, que la había mantenido erguida durante la conversación, sobre la pared de la choza.
-Me imagino que de nada. -dijo con tristeza- Pero necesitaba contárselo a alguien. Tengo sueños en los que veo cosas que luego pasan al día siguiente, a los dos días, o varios días más tarde.
-¿No es el primero? -preguntó su hermano.
-¿Y desde cuándo los vienes teniendo?
-Desde que recuerdo que sueño. Al principio no le di importancia. Pero desde aquel día que conocimos al laibón, no hago más que darle vueltas.
-¿No será que quieres ser laibón y te estás inventando todo esto? -dijo Lengwesi con un tono entre pícaro y enojado.
-Sí, me gustaría ser laibón, pero ya nos dijo padre bien claro que es algo que se hereda. Por lo que desde entonces deseché la idea, y por eso mismo me preocupan más estos sueños.
Lengwesi hizo una mueca de asombro.
-No entiendo. Si lo tienes claro, ¿por qué te preocupan unos cuantos sueños?
-Porque si no me corresponde ser laibón, porque no pertenezco a su clan, y sin embargo tengo sueños como un laibón, -Lengwesi seguía muy atento el razonamiento de su hermano- entonces yo, ¿quién soy realmente? Si el laibón es el "veedor" bueno de nuestro pueblo y a mí no me toca serlo, ¿me toca ser el malo?
La cara de Makutule expresaba una tristeza muy profunda. Lengwesi le miró a los ojos.
-No, hermano. No te toca ser el malo. Tiene que haber otra explicación, y la encontraremos. -diciendo esto último abrazó fuertemente a su hermano.