Y me fui a otro escritor consagrado ya en la historia de la literatura. Cuando era pequeño, me mandaron en la escuela leer la novela "Trafalgar", novela con la que comienza Benito Pérez Galdós sus Episodios Nacionales, en los que relata de forma novelada toda las vicisitudes político-militares que sufrió España y los españoles a lo largo del s. XIX, desde la batalla de Trafalgar a la restauración borbónica con Alfonso XII. Después, habiendo pasado mucho tiempo, leí alguna otra, como "El 19 de marzo y el 2 de mayo", y "Bailén". Como resulta que me picaba la curiosidad de saber las circunstancias en las que se mueve el que es el protagonista de estas primeras novelas, me decidí a empezar a leer "a corte" como se suele decir, o lo que es lo mismo, de forma cronológica, las que me quedaban.
Pues bien, la primera que me tocaba era ésta en que, a pesar de su título, no habla tanto de la corte de Carlos IV, sino que más bien presenta el ambiente que existía en Madrid desde el desastre de Trafalgar hasta que se produjeron los hechos de Aranjuez y de Madrid en 1808. Nos presenta la vida de los cómicos en ese principio de siglo, gracias a que Gabriel se hace criado de una de las actrices más importantes del momento, y una de las cosas que llama la atención es que no eran tanto las representaciones teatrales, sino las que se hacían en las casas de la gran nobleza la que permitían vivir de forma holgada a esos cómicos.
Por otro lado, y a partir de esos cómicos, Pérez Galdós nos muestra los tejemanejes que existían en la corte de Carlos IV, la existencia de dos partidos definidos, unos a favor de los reyes y Godoy, su válido; y otro a favor del futuro Fernando VII, más popular que el anterior.
Una vez que ha ambientado la novela, ha creado el marco adecuado y, sin que nos demos cuenta, nos ha hablado de los personajes principales, pasa a la acción política que realmente quiere contar: el intento de golpe de Estado protagonizado por Fernando VII contra su padre Carlos IV y su valido Godoy, que no paso de un ridículo pronunciamiento, y en el cual ya presenta Galdós la pusilanimidad que caracterizó la personalidad de Fernando VII, sobre todo en su juventud y primera madurez.
Así, de una forma amena, con intrigas de la corte, con un protagonista que es el hilo principal y que mezcla adecuadamente su historia con las vicisitudes que están pasando los últimos días de la corte de Carlos IV y Godoy, Galdós nos ha permitido aprender un trocito de la historia de España, que, al estar rodeado de hechos tan punteros, suele dormir el sueño de los justos en las explicaciones de los profesores de Historia.
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