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viernes, 13 de febrero de 2015
EL GRUPO ZOOLÓGICO HUMANO (I)
"Como su mismo título indica, las páginas que siguen no pretenden en manera alguna dar una definición exhaustiva del Hombre. Quieren, tan sólo, fijar las apariencias "fenomenales" del Hombre, en la medida en que puede lo humano ser visto legítimamente como prolongación y coronación de lo vivo, al menos de modo provisional."
Con estas humildes palabras arranca Teilhard de Chardin una de sus obras más emblemáticas: "El grupo zoológico humano". Y a pesar de la sencillez de las mismas, o incluso gracias a ello, realiza una síntesis magnífica de todo lo que va a desarrollar posteriormente. Toda su reflexión a lo largo del libro nos lleva a considerar al Hombre como parte del proceso evolutivo no ya de la Tierra, sino del Universo entero. Y, además, pone al hombre como la clave, como la piedra angular de todo el proceso.
Para Teilhard de Chardin la vida es un fenómeno que no se ciñe única y exclusivamente a la materia orgánica. Parte de algo mucho más pequeño. Parte de la base de la materia. Recordemos que estamos en los años treinta y cuarenta. ¿Cual es la partícula física basal en esos años? El átomo. Y Teilhard de Chardin lanza la teoría de que la vida, el Universo sufre un proceso de "corpusculación", que al partir de la partícula basal, el átomo, afecta a toda la materia del Universo, ya sea orgánica o inorgánica. La vida no sería ni más ni menos que el resultado del proceso de "complejificación" de la materia al que tendería el Universo.
Y a partir del átomo, y gracias a esta fuerza de complejificación surgirían las moléculas. En origen, las moléculas serían simplemente asociaciones de átomos de mayor o menor complejidad. De ese grupo de moléculas existen unas que tienen determinadas características que las hacen diferentes: las proteínas. Y tan distintas son del resto que no se las puede encontrar fuera de la materia que forman los seres vivos. Con ello nos invita a imaginarnos al planeta Tierra, en sus fases más tempranas, con multitud de moléculas de
distintos tipos, entre ellas las proteínas, pululando por su superficie y recibiendo la energía suficiente, a partir de la radiación cósmica, como para que se produzcan una multitud de reacciones y conexiones entre las proteínas. De esas conexiones y mezcolanzas surgiría, de forma particular, una entre un millón de reacciones, el proceso de "vitalización". El proceso de vitalización que constituye la vida, tal como la entendemos en nuestro planeta.
Sin embargo, actualmente parece estar más en boga la teoría de la "siembra". La vida llegó a nuestro planeta "cabalgando" en meteoritos que cayeron en la superficie terrestre. Pero eso abre otro interrogante, a la vista de los conocimientos actuales del Universo: ¿Cómo se formó esa vida que llega a una Tierra primigenia en periodo de post-consolidación? A favor
de esta teoría se encuentran los últimos hallazgos de la NASA sobre la presencia de partículas proteicas (algunos medios periodísticos han dicho incluso que se trataban de bacterias) en ciertos meteoritos. Y en contra de la teoría de la "sopa primordial", tal como se denominó en los años treinta del siglo pasado a la idea de la aparición de la vida a partir de reacciones químicas en un mar primitivo, se arguye que el experimento que se realizó sólo consiguió cadenas proteicas sin organización adecuada para continuar constituyendo escalones superiores cuyo último resultado sería la aparición de vida. Sin embargo, si nos fijamos un poco, deberemos reconocer que la cantidad de reacciones que puedan darse en la probeta de un laboratorio son ínfimas en comparación a la gran superficie del planeta Tierra durante aquellos millones de años. Y que, por mucho que se intente mimetizar el ambiente y las radiaciones de todo tipo que estaría sufriendo la Tierra en ese momento, no podemos ni siquiera llegar a imaginar las fuerzas colosales que en esas épocas actuaban en la extensa superficie del planeta.
Una última reflexión. Si para el hombre el planeta Tierra es un mundo, nunca mejor dicho, inabarcable y grandioso, hemos de recordar que este planeta es en realidad una mota de polvo infinitesimal en la inmensidad del Universo. Por tanto, las posibilidades se multiplican a una escala que se nos escapa de las manos y de la comprensión humana.
Según Teilhard de Chardin, el fenómeno de la vitalización se produjo en la superficie terrestre del planeta en formación. Pero ¿y si no fuera así y la vida hubiera llegado montada en un asteroide? ¿Anularía ello el fenómeno de vitalización? ¿O más bien nos obligaría a ampliar más nuestra visión del origen de la Vida en el Universo?
Todavía no he hablado del hombre. Pero eso queda para una siguiente entrada. Por el momento, disfrutemos de uno de los más magníficos espectáculos del Universo: una noche estrellada.
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