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martes, 10 de mayo de 2016

VERSOS TERAPÉUTICOS PARA MUJERES QUE NO SE AMAN de Mayte González Gallego


Siempre es agradable leer poesía. En los tiempos que corren, con la velocidad, las prisas, la ansiedad, los agobios; es bueno pararse, reservar cinco o diez minutos de tu tiempo y leer por el simple placer de leer, de escuchar la palabra bien escogida, unida una a otra como los ladrillos de una bella obra arquitectónica.

Mayte González Gallego
Si esa obra poética proviene además de alguien auténtico y sin ningún tipo de artificio, que es capaz de plasmar un sentimiento común a todo un género, y consigue alcanzar una calidad que no tiene nada que envidiar a ninguna de las plumas actuales, es de agradecer. De agradecer porque no viene respaldada por ninguna firma comercial ni ningún marketing potente. Sólo pretende ser una gota más de agua en ese inmenso mar que constituye la literatura actual.

Y, sin embargo, es una obra poética con un cuerpo. Nos muestra cómo una persona puede levantarse, crecer y madurar. A pesar de su título, no va dirigido solamente a mujeres. Va dirigido a cualquier ser humano que no se cree lo suficientemente digno para amarse. Si fuera su caso, léalo. Verá cómo se dará cuenta que la dignidad del ser humano radica, precisa y sencillamente, en serlo.

La autora de este libro ha nacido en el mismo pueblo en que nací yo. Somos amigos desde hace bastantes años. Y, aunque conozco su valía, nunca pensé que me encontraría con un talento así dentro de mis amistades. Para aquellos suspicaces lo he de confesar: es amiga y paisana mía, no es mi prima, a pesar de que compartamos apellidos. Pero el realizar esta entrada se debe a la gran impresión que me ha causado su obra. Os dejo a todos la presentación que se realizó de la misma en Madridejos. Desde el minuto 28 comienzan las lecturas de fragmentos de la obra, para los que no queráis ver el vídeo entero. Espero que su fuerza narrativa y poética os atrape como hizo conmigo. Y disfrutéis de ello.


sábado, 13 de junio de 2015

GÜNTER GRASS Y EL AMOR

He dedicado varios posts a Teresa de Calcuta y a sus pensamientos. Pero esta vez, para hablar del amor, voy a tener como referencia a un escritor, fallecido recientemente. Un escritor al que todo el mundo admiraba, que era un referente de la literatura contemporánea, que recibió el premio Nobel de Literatura y también el premio Príncipe de Asturias de las Letras a finales del siglo XX. Y un escritor que desde unas confesiones suyas en un libro publicado en 2007, fue centro de polémica. Günter Grass, que es el escritor al que me refiero, perteneció a las Wafen SS, uno de los cuerpos más despiadados de las SS, durante la II Guerra Mundial. Y, además, a sus 17 años de aquel entonces, cometió el pecado y la equivocación, pues todo pecado tiene una parte de equivocación, de presentarse voluntario para formar parte de ese cuerpo de ejército.

Según dice en su libro, se presentó voluntario para defender a su país ante la invasión en ese momento de las tropas aliadas. Siempre según su confesión, sólo participó en acciones bélicas, nunca en los actos de represión, por decirlo de forma suave, que realizaron las SS sobre la población y sobre los prisioneros de los desgraciadamente famosos campos de concentración nazis. Sin embargo, la polémica ya estaba servida. No sólo no se le perdonaba el haber pertenecido a las SS, sino también el haberlo mantenido "en secreto" durante tanto tiempo. Una de las mentes privilegiadas del siglo XX había caído de su pedestal.

Por eso, el encontrar en una de mis múltiples lecturas, dentro de un artículo referido al amor, una poesía de Günter Grass dedicada a ese tema, me llamó la atención. Me resultaba curioso que un autor que había destacado, a lo largo de toda su producción literaria, por presentar a la sociedad de la segunda mitad del siglo XX un retrato de sí misma, haciendo hincapié en los problemas que acuciaban a dicha sociedad, hablara sobre el amor.

Al leer dicho poema, me encontré con la descripción de lo que consistía el amor en nuestra sociedad actual. Fiel a su estilo, Günter Grass no define el amor como un sentimiento. En su composición va enumerando una serie de situaciones cotidianas que son las que nos permiten ver, de forma fidedigna, los hechos de amor. No es necesario ningún príncipe azul montado en un caballo blanco. El amor llega en las cosas sencillas del día a día. Y el amor permanece, día a día, hasta la vejez. Así nos lo hace ver Günter Grass en la última estrofa.

Una imagen vale más que mil palabras. Pero las últimas palabras del poema nos transmiten la imagen de un sentimiento que es imperecedero y que va más allá de palabras e imágenes.


Amor es esto:
Transacciones sin efectivo.
La manta siempre un poco corta.
El contacto flojo.

Buscar más allá del horizonte.
Rozar con cuatro zapatos las hojas muertas
y frotar mentalmente pies desnudos.
Arrendar y tomar en arriendo corazones;
o en la habitación con ducha y espejo,
en un coche alquilado, con el capó hacia la Luna,
dondequiera que la inocencia se baja
y quema su programa,
suena la palabra en falsete,
cada vez diferente y nueva.

Hoy, ante la taquilla aún cerrada,
susurran, de la mano,
el avergonzado viejo y la vieja delicada.
La película prometía amor.

GÜNTER GRASS