Cristo con la cruz a cuestas. 1532-35, óleo sobre pizarra. Sebastiano del Piombo |
Se ha vuelto un terremoto de cuidado. Sabe pedir con lloros, gritos, quejas. Sabe sonreír y encantar a todos aquellos que tiene alrededor. Y ha aumentado su lenguaje cacofonético. Ha adquirido algunas malas costumbres, como hacer “pedorretas”. Y últimamente, no sé de donde le habrá venido, saca la punta de la lengua y la deja a una lado o a otro de la boca, que mantiene semicerrada. El caso es que mira con una cara de pilla, que es un encanto y que embelesa a todo aquel que la ve.
Ya sé que me dejo llevar del amor de padre, pero casi toda la gente dice igual, hace el mismo comentario. Si no fuera así, los comentarios irían por otro lado, como, por ejemplo, “que gordita está”, que no es el caso, o “que bien duerme” que no es el caso, u otras maneras de piropear a un bebé. Pero todos dicen lo mismo. Lo despierta, resultona y “pilla” que resulta.
Ya gatea, no muy bien, pero lo hace. Como consecuencia de ello, ya ha tenido su primera caída desde altura, desde la cama. La llevamos a urgencias y después de un buen rato pasado allí y de una Rx de cráneo, todo resultó ser normal. Vigilancia 48h. y nada más. No se resintió para nada.
Ya ha empezado a extrañar a la gente. Incluso a los más cercanos. Y ha empezado a ser “madrera” y “padrera”, incluso con sus abuelos y tíos. Quiere que siempre estemos nosotros. También ha coincidido con que los dos hemos vuelto al trabajo y el cambio para ella ha sido bastante radical.
Cristo con la cruz a cuestas. 1565, óleo sobre lienzo. Tiziano |
Algo que resulta curioso, sobre todo teniendo en cuenta que le ha ido perdiendo miedo al agua de la piscina, es que ahora no le gusta el agua del baño. No se siente segura. No sé si se cree que se va a ahogar o que puede pensarse, pero sobre todo cuando la inclino para aclararle la cabeza después de lavársela con champú, se pone muy nerviosa y hay días que llega incluso a llorar.
Y lo de terremoto lo digo porque, además, juega desplazándose a gatas por la cama o el sofá; dándose la vuelta con el cuerpo; retorciéndose para llegar adonde quiere o para alcanzar el objeto que le llama la atención; te da cabezazos; te coge con la mano la cara, e incluso te la llega a apretar si no le gusta lo que estás haciendo. En esto último, quien más experiencia tiene es su madre, porque le coge la mama a la hora de darle el pecho, y si no le conviene, a veces la mueve de arriba a abajo de forma que le llega a veces a provocar dolor.
Vamos, que se nos está convirtiendo en un bichejo de cuidado. Pero, gracias a Dios, nos sigue llenando la vida de pequeñas/grandes alegrías.