Mostrando entradas con la etiqueta FRAMBUESAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta FRAMBUESAS. Mostrar todas las entradas

lunes, 23 de marzo de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS. Cap. 19: Moras y frambuesas

Moras
La anécdota de hoy es más corta y más sencilla, aunque refleja las lecciones que, a veces, recibimos los adultos de los niños. Y no me refiero a lecciones de las que hayan aprendido en la escuela, o por sus parientes, o en la televisión, del tipo de: "Mamá, no se come con la boca llena", "Papá, primero hay que rellenar los vasos de los demás antes de llenar el tuyo de agua", o "Mamá, si querías esa ropa, ¿por qué le has dicho al dependiente que te lo tenías que pensar?"

No. Me refiero a algo más profundo, que penetra más en la mente del niño, y además de enseñarnos cómo funciona su cerebro, es decir, lo sencillo y al mismo tiempo apabullante de su lógica, nos indica el nivel de enrevesamiento que tiene la nuestra, por la cantidad de pre-juicios (es decir, juicios previos) con que la llenamos al cabo de los años.


Entro en materia. Habíamos acabado el plato principal de la comida de ese día y tocaba el postre. Había que ir por él a la cocina. Mi mujer se dispuso a ello, pues sabía que para mí serían unas mandarinas y para ella una naranja. Pero quedaba nuestra hija, de 2 años y 11 meses. Normalmente le gustan las moras y las frambuesas, y nunca dice que no a un buen cuenco de semejantes golosinas naturales. Toda confiada, mi mujer le dijo a la niña:

- Y para Raquel tengo ahí un tazón de moras y frambuesas. ¿Verdad que sí?

- No quiero. -dijo la niña con tranquilidad.

Tanto a mi mujer como a mí nos dejó sorprendidos. Más a mi mujer, que volvió a preguntar:

- Pero si te gustan mucho las moras. ¿Por qué no las quieres? ¿Es que ya no te gustan?

Atención a la respuesta de la niña:

- Las moras y frambuesas unas veces me gustan y otras no. Y ahora no me gustan.


Así de sencillo. No es que ya no le gustarán. No es que estuviera enfadada con alguno de nosotros y lo usará como llamada de atención. No es que quisiera otra cosa, porque ese día, de hecho, no tomó postre. Era simple y llanamente que nos recordaba algo que todos nosotros no solemos darnos cuenta en el periodo adulto: las cosas, sea fruta u otro tipo de estímulos, no gustan de manera continua. Hoy te gustan, mañana no, pasado sí. Y eso les ocurre igual a los niños. Hoy les apetece algo que ayer no querían y que mañana no querrán. Pero eso no significa que no les apetezca de forma general, simplemente habrá ocasiones en que no disfruten con ello, o que no tengan ganas de ese juguete, diversión, chuche o alimento en ese momento.

Es decir, para todos nosotros, los "adultos": cuando alguien no quiere algo en un momento determinado, no significa que no lo vaya a querer en otro momento. Y sobre todo, que siempre existe la libertad de escoger, incluso la de rechazar aquello que nos gusta.

Las moras y frambuesas le gustan, pero cuando ella quiere. Una "pequeña" lección.

Queridos amigos, nos vemos en la red.