lunes, 26 de junio de 2023

LOS CUATRO GRANDES. 1927. Agatha Christie


Se trata de una nueva aventura del detective Hercules Poirot y su compañero en estas lides Higgins. La escribe a través del relato de Higgins y es uno de los más intrincados que haya escrito la autora. ¡Ojo! No digo que sea de los más intrigantes o inteligentes, sino intrincados. Pues, tal como su nombre indica, Poirot se debe enfrentar a cuatro grandes socios del crimen organizado, cuya ambición los lleva a actuar en conjunto para poder dominar el mundo. Un relato que se acerca a los de espionaje que creará, décadas después, Ian Flemming con su espía 007, James Bond. Sólo que la organización a la que se enfrentan Poirot y Higgins resulta más de "andar por casa", pues los ingenios del mal que usan los delincuentes están ya algo pasados. La novela va a cumplir 100 años y se nota. Pero tiene el regusto de la literatura de época, algo que también puede atraer al lector. Con todo, es una sucesión de aventuras que hace que, poco a poco, te metas en el argumento y disfrutes del mismo.

Ya sólo queda leerlo y que parezca tan bueno como promete.

lunes, 19 de junio de 2023

LOS REYES DE LA ALHAMBRA. ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA. 2003. Francisco Bueno

Vuelvo a traer un libro cuyo protagonista es la ciudad de Granada y la Alhambra. Pero esta vez, al contrario que en el caso de Washington Irving, Francisco Bueno nos relata la historia de la etapa musulmana de la ciudad de Granada. Su relato es metódico, detallista, pero, al mismo tiempo, y eso es lo difícil, ameno y "engancha" al que lo lee.

Porque nos muestra la historia de Granada con todos sus entresijos, relata la vida de los personajes, narra leyendas asociadas al reinado o a la vida de las personas que van surgiendo conforme avanza el tiempo, la historia. Nos cuenta, además, lo difícil que era sobrevivir en aquellos siglos, sobre todo los dos últimos, cuando se encontraba el reino nazarí entre dos poderosas amenazas: el reino cristiano de Castilla, ayudado de vez en cuando por el reino de Aragón, y el califato del Norte de África que soñaba con volver a hacer de Al-Ándalus una provincia suya o, al menos, un estado satélite.

Narra las intrigas, las ambiciones, la respuesta del pueblo de Granada a las decisiones de sus reyes, a las autoridades que lo regían. Así nos mete en una sucesión de vicisitudes políticas que, con una maestría propia de quien sabe narrar historias, y con una gracia que corresponde a la tierra de Francisco Bueno, Granada misma, hace que no podamos dejar de leer las aventuras que van ocurriendo a los distintos personajes históricos que van apareciendo en las páginas de este libro.

Es un libro, sin embargo, para leer poco a poco. Para deleitarse, sus casi 800 páginas merecen ser disfrutadas, saboreadas como una buena comida, un buen vino o un buen café. Hay que leerlo sin prisa, sin agobios. Así es como se sacará eel mayor partido a la narración del autor. Y no asustarnos por la cantidad de sus páginas. Granada merece eso y más.

lunes, 12 de junio de 2023

EL PADRE BROWN (Relatos completos). G. K. Chesterton. Editorial Encuentro. 2017


"El conjunto de los relatos del padre Brown, escrito a lo largo de más de veinte años, constituye quizá la obra más popular de Chesterton." Así comienza la reseña oficial de la recopilación de relatos del Padre Brown, de G. K. Chesterton, que la editorial Encuentro lanzó en el 2017. Y como me he encontrado con que tan importante como la escritura del autor de la obra es la maestría del editor que pone a la venta el libro, esa razón me ha llevado a incluir la editorial y el año de publicación de esta recopilación. Por supuesto, los relatos están escritos en el primer cuarto del siglo XX (entre 1911 y 1935), y llevan el sello personal del autor.

He de decir que estos relatos me han sorprendido, además de por los problemas planteado y resueltos con maestría a la par que, con sencillez, me ha sorprendido, repito, el lirismo que manifiesta Chesterton al describir los paisajes, los ambientes donde ocurren las andanzas del menudo sacerdote que sale de su pluma. Los paisajes, los amaneceres, los atardeceres, las noches, todo está detallado con gran maestría que hace que lo vivamos con si estuviéramos introducidos en un cuento de hadas, en el cual tan pronto puede surgir como protagonista del relato un ogro o una princesa. De ahí que, al estarlo leyendo, no estoy tan sólo metido en una intriga más o menos enrevesada, con un final inesperado y, a veces, genial. Me veo dentro de las aventuras del pequeño sacerdote del paraguas, o de los relatos en los que participa como narrador o inquisidor (dicho esto con el puro significado de la palabra: el que inquiere, el que pregunta).

Hay unas constantes en la actitud del sacerdote del paraguas que puede sorprender a aquellos que no tengan una relación directa con alguno de los miembros del clero. Me refiero a su rechazo de los milagros como explicaciones de situaciones en un momento determinado inexplicables. Así como a la negativa de usar lo sobrenatural a la ligera, el buscar los poderes sobrenaturales como los causantes de hechos que, en realidad, y como se explican más tarde, tienen unas razones más naturales, más simples y más sencillas.

Esto es debido a la humildad que debe tener un cristiano, y en esto creo que Chesterton dio en el blanco, a la hora de valorar los hechos que ocurren en su vida y dar a la intervención directa divina la importancia suficiente para saber que ocurre pocas veces, y que la propia persona no es lo suficientemente importante como para que esté Dios continuamente controlando su devenir personal. A través del padre Brown, Chesterton traslada, entre otras muchas cosas, que la humildad ante Dios no es bajar el cuello considerándose pecador, sino, más bien, considerar que nos deja libertad más que suficiente como para que nuestras acciones sean las que modulan la evolución de nuestra propia vida. Porque en la vida siempre suele tenerse alternativa, siempre puede escogerse, incluso aunque se escoja entre dos males. A veces el creer que no tenemos otra opción que tomar una decisión determinada, así lo expresamos, no consiste en que no exista esa otra opción a escoger, sino, más bien, que esa otra opción es tan dolorosa o denigrante que ni siquiera se tiene en cuenta. Y aunque para el resto del mundo, la alternativa sea aceptable, para el sujeto no lo es, vive esa alternativa como la destrucción de su persona y por eso no está dispuesto a tenerla en cuenta.

Me viene a la mente, hablando de opciones, el hecho del suicidio. Los suicidios que vivimos actualmente en el siglo XXI, y muchos, muchísimos de los de épocas pasadas, surgen de esa "cerrazón" a aceptar que otra opción distinta a la de quitarse la vida es posible. Aquel que intenta suicidarse es una persona que está experimentando un tremendo sufrimiento mental, moral, social y de su propia personalidad. Tanto es así que la única salida viable que ve, tanto para él como para todo su derredor social, es abandonar el mundo material, acabar con todo de una forma definitiva. Él, esa persona dejará de sufrir y todos los que están conviviendo con él vivirán mejor cuando la persona no esté, no exista.

Ese es el continuo caballo de batalla con los suicidas. Hacedles ver que su vida vale la pena y que hay otras opciones más que la simple desaparición de la faz de la tierra. Y que esas opciones distintas están realmente a su alcance, que pueden elegirlas. Que, al instante, su sufrimiento disminuirá. En un principio, para evitar dar el paso fatal. Después para adaptarse a esa opción, a esa alternativa adoptada. Y, al final, para que esa parte de su vida en que quería poner punto final quede como aquellas épocas de la vida, como la niñez o la juventud que, una vez pasadas, nunca volverán.

lunes, 5 de junio de 2023

FRANKENSTEIN o EL MODERNO PROMETEO. 1818. Mary Shelley


En el año sin verano de 1816, los Shelley visitaron a lord Byron en su casa de suiza, y una noche los tres, junto al doctor del lord, se retaron a escribir una historia de terror, tras haber leído historias y leyendas alemanas de fantasmas. Sólo Polidori, el doctor de lord Byron consiguió acabar su historia, ganando el reto. Pero de aquella noche nació la idea, o el primer boceto si de una obra de pintura se tratara, de lo que más adelante desarrollará Mary y que publicará un día muy señalado por ser el 1 de enero, al alba de 1818. Se trataba de la historia del monstruo de Frankenstein, a quién ella subtituló "El moderno Prometeo".

Por lo tanto, la obra no fue escrita en una sola noche, pero sí ha sido la que ha permanecido en el acervo cultural del hombre a lo largo de los últimos dos siglos. Sin embargo, las interpretaciones dadas a la obra mediante el cine, la radio, la televisión e incluso los dibujos animados han desvirtuado, casi más que a cualquier otro ser de las historias de terror, a Frankenstein. Y, de esa forma, han desvirtuado la obra que creo Mary Shelley.

Para empezar, en la obra no se describe la figura del monstruo que crea Frankenstein. Simplemente sabemos que es gigantesco, desproporcionado y tremendamente horrible, causando espanto a cualquier individuo que lo ve. Pero no describe más. Por lo que nos deja llevar la imaginación hacia aquellos lugares más feos y deformados de nuestra mente.

El monstruo nace "bueno", digámoslo así, pero es el contacto con la humanidad el que le transforma en un asesino vengativo. Esa es otra de las diferencias con el mito que se formó hacia la figura del monstruo a lo largo del siglo XX. No es un ser sin alma y sin entendimiento. De hecho, llega a tener cariño de los seres humanos. Hasta que ve que no tiene ninguna posibilidad de poder convivir con ellos de forma pacífica. Es entonces cuando surge lo que creo que es la esencia de este relato. El monstruo se dirige a su creador, a Frankenstein, para que le acepte o, al menos, le cree una compañera como él, para que pueda vivir feliz. Es algo así como cuando Adán le dice a Dios que echa de menos una compañera, pues los animales son distintos a él.

Y aquí llega el gran conflicto. Frankenstein, el creador del monstruo, en lugar de sentir compasión y amor hacia su creatura, tal como lo hace el Dios del Génesis, reniega de ella. No le da ningún margen de humanidad. Cree que es una aberración la que ha creado y a la que tiene el deber de matar. Curiosa reacción de un hombre que, al principio de su relato, se dice amante de la ciencia y del avance para el bien de la humanidad. No se quiere dar cuenta que los asesinatos que realiza el monstruo, en realidad son responsabilidad suya por partida doble. Primero, porque él le ha creado. Segundo, porque le ha abandonado. Y para rematar la desgracia del monstruo, le reniega una y otra vez.

Pero es que las características de Frankenstein permiten adivinar su actitud. Como digno representante de la corriente romántica del siglo XIX, el personaje de Frankenstein es exagerado en todo, es egocéntrico, lleva los sentimientos al extremo. Es tan estúpido que incluso la amenaza del monstruo "estaré en tu noche de bodas" se cree que es porque el monstruo le va a matar a él y no a su novia recién desposada, cuando ya ha matado a su hermano, criada, amigo del alma. Necesita más pruebas nuestro "héroe" de pacotilla. Es un autorreferencial, se cree que el mundo es mejor o peor por sus acciones, cuando lo es porque ha adoptado la actitud de mirarse el ombligo, por supuesto, sin mediar ningún tipo de razonamiento.

Y como colofón, cuando el monstruo le dice que se va a las regiones más desérticas del mundo, para no cruzarse con ningún humano, todavía se cree en la obligación sagrada de perseguir a su criatura para destruirla, cuando no ha sabido comprenderla, cuidarla y atenderla como debía ser. Por ello, el villano de este libro no es el monstruo, es su creador. Es más, el monstruo es el creador del mismo, Frankenstein. Pues el monstruo en sí muestra señales de humanidad y bondad que no aparecen por ningún lado en la persona de Frankenstein.