Es un buen libro para conocer, con unas cuantas pinceladas, la historia de la península Ibérica y de los pueblos que la habitaron, con excepción de Portugal, desde la llegada de los musulmanes, en el 711, hasta la conquista del último reino musulmán, el Nazarí, por parte de los Reyes Católicos en 1492, a 2 de enero, si no me falla la memoria.
Porque eso es lo que hace Ana Martos. A partir de unas pinceladas sobre el nacimiento y desarrollo del islam durante el siglo VII de nuestra era, llega al acontecimiento del paso de los ejércitos musulmanes desde el norte de África al reino visigodo de Toledo en el 711 y a la conquista del mismo en pocos años. Después, de forma esquemática nos habla de cómo fueron sucediéndose el emirato de Córdoba, el califato, las taifas, los almorávides, los almohades, y por fin, el último reino que aguantó algo más de doscientos años, el reino nazarí de Granada.
Para todos aquellos que quieran introducirse en la historia de Al-Ándalus de una forma sencilla y amena, es recomendable esta lectura.
Uno de los aspectos que mejor se reflejan en el libro es la sociedad musulmana y su evolución en Al-Ándalus a lo largo del tiempo. Veremos cómo se va radicalizando conforme pasa el tiempo. De unos conquistadores relativamente tolerantes con las religiones del libro, pasaremos a las dos olas, de Almorávides primero y Almohades después, que querían instaurar la pureza de la religión islámica en el territorio de Al-Ándalus. Veremos como la sociedad de la Córdoba omeya, del emirato y califato, poco tiene que ver, en cuanto a convivencia y justicia, con las que posteriormente van a imponer los invasores del otro lado del estrecho.
Pero es que era un signo de los tiempos. La radicalización see hizo cada vez más acentuada, del siglo VII al XIII. Dónde antes se toleraban otras creencias, pasado el tiempo se expulsaban a aquellos que no seguían las creencias de los poderosos, de los dominantes. Tanto a un lado como a otro de la frontera que separaba Al-Ándalus de los reinos cristianos. En fin, la historia de la humanidad discurre como un péndulo que pasa de planteamientos extremos y excluyentes a conciliadores, y viceversa. Y así, hasta el día de hoy.