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viernes, 31 de enero de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS Cap.10: Prodigios e incapacidades

Atardecer en Móstoles. Madrid
En primer lugar, pedir disculpas, pues éste debería haber ido entre el episodio 5 y el 6, pero como no hablaba del 6º mes, no me dí cuenta y se quedo para el final, creyendo yo que se refería al mes nº 11. Pues bien, después de pensarlo un poco, he decidido dejarlo en el orden en que lo voy a publicar, es decir, en el puesto nº 10. Espero que lo entendáis y que disfrutéis con él.

Almendro rosa en flor
No alcanzamos el 7º mes y el avance es meteórico.
Mi hija ya no sólo se gira por sí sola, sino que empieza a hacer sus pinitos para gatear, para quedarse sentada solita, comienza a comerse toda la papilla de cereales sin ningún tipo de protesta, parece que por fin la de verduras empieza a aceptarla sin muchas protestas y la de fruta de merienda también. Pero estas dos últimas con una “pequeña” condición. La muy bruja quiere comerlas en plato. Si se las ofreces en el tarro dice que se las coma tu tía. Ella quiere comerlas desde el plato, como una persona adulta. Así ocurrió el pasado domingo, que tocaba darle la papilla de verduras y estábamos tomándonos el aperitivo con unos amigos en una terraza. Tuve que pedirle al camarero si, por favor, podía verter el contenido del tarro en un plato. El camarero, muy amable, nos trajo un plato hondo, de donde la niña comió sin problema la mitad aproximadamente de la papilla.

Castaño en plena floración
Por otro lado, hace unos días ocurrió algo curioso. La había echado la siesta. La dejé durmiendo con el peluche abrazándole, y me retiré de la habitación, cerrándole la puerta. Pues bien, a la hora y media en que fuí a despertarla para darla la merienda, me encontré conque el peluche que había dejado en sus brazos estaba muy bien colocadito, sentado y todo, en una esquina de la cuna, tal como lo suelo dejar yo, cuando arreglo la cuna para cuando la llevo a dormir por la noche. Esa tarde solamente estábamos ella y yo en el piso, pues su madre estaba ya trabajando, ya que se le había acabado la baja. ¿Hay fantasmas en el edificio? No creo, pues ya habríamos sentido su presencia. Fue la pilla de la niña que consiguió colocar el peluche. Le dió por ahí. Desde luego, es más fácil creer la teoría de los fantasmas. No lo ha vuelto a hacer.

Estanque en Parque Liana. Móstoles
Esta semana ando bien fastidiado. El domingo, que es cuando estuvimos con esos amigos que cuento más arriba, me bañé en una piscina. Hice unos tramos, aguantando la respiración, y usando la rodilla derecha, la dañada, para ver que tal iba. Sentí tres o cuatro chasquidos, pero creí que era algo normal, dada la situación de la misma. Sin embargo, al salir de la piscina empecé a cojear. El lunes y el martes fue apareciendo un dolor progresivamente incapacitante. He llegado a tomar 7 u 8 calmantes en el día. Resultado. Desde el miércoles se han tenido que llevar a mi hija a casa de sus abuelos porque yo no me podía hacer cargo de ella. Hasta ayer, que me encontraba algo mejor, pues anteayer empecé con AINEs, al cojerla en brazos aparecía el dolor de rodilla y en tres pasos volvía a estar incapacitado. Espero que para el lunes ya esté lo suficientemente bien para hacerme cargo de ella. Esa es la esperanza que tengo en este momento. Ya se irá viendo.
Escrito en el año de Nuestro Señor de 2017, a 5 de agosto, en la festividad de la Virgen de las Nieves.

Nuestra Sra. de las Nieves

miércoles, 29 de enero de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS. Cap.9: Anécdotas de bebé.

El martirio de San Lorenzo. S. XVII, mármol. Anónimo italiano
Bueno, tengo varias anécdotas que reflejar con respecto a mi hija. Quizá ese sea el problema de este blog. Las historias se escriben de una en una. No varias a la vez. Y así se tienen entradas diarias, que “enganchan” a los lectores. Yo no lo hago. Y puede que así me ocurra. El caso es que ahí van.

La Adoración de los pastores. 1580, óleo sobre tabla. Jacopo Bassano
La primera ocurrió mientras jugaba con mi hija en la cama. No me tiro al suelo por mi problema de rodilla. Prefiero llevármela a la cama, donde ella tiene un espacio grande, y yo puedo incorporarme sin necesidad de tener que adoptar la postura de rodillas que prácticamente es imposible para mí, con la lesión que tengo en la rótula. El caso es que está a punto de comenzar a gatear. Pero aún le queda algún tiempo. Lanza la cabeza por delante de los brazos. Es divertido, y preocupante, hay que tener mucho cuidado cuando lo hace y procuramos que no esté “gateando” salvo en cama, sofá y alguna superficie blanda, pues el topetazo puede ser importante.
Pues bien, cansado de que lanzará la cabeza y con el resultado de que acabará dicha cabeza hundida en el colchón, le cogí uno de sus brazos y le dije que no lanzará la cabeza que pusiera el brazo por delante, y le dirigí el brazo por delante del otro, para enseñarle a gatear. De forma inmediata, la muy tuna, comenzó a hacer lo mismo que le había indicado. Como si lo hubiera entendido perfectamente, a la primera, y supiera perfectamente lo que le había dicho. Me dejó asombrado. He ahí mi primera anécdota.

La coronación de la Virgen. Después de 1521, óleo sobre tabla. Vicente Macip
La segunda. Estaba en el salón y era el mediodía. Estaba preparando la mesa para comer. Tenía que retirar el cambiador y la cesta de sus cosas al sofá. No tenemos una casa que permita tener las cosas fijas en un sitio. Al mismo tiempo, aproveché para bajar el toldo de la terraza que da al salón, quitar la mosquitera y cerrar la puerta de la terraza. Ella estaba dormida en el carrito de paseo. Había salido con mi mujer a comprar y se había dormido a la vuelta. En esos casos la dejamos en el carrito, inclinado hacia atrás, hasta que se despierta. Es mejor que despertarla. Suele durar el sueño poco. El caso es que iba a abandonar el salón en dirección a la cocina para terminar de poner la mesa cuando, de pronto, oigo una voz, clara, suave y dulce que dice:
-Papi.
No me lo había imaginado, ni inventado. Venía la voz de mi espalda. Me volví. Mi hija estaba despierta, sentada en el carrito, mirándome fijamente, como diciéndome “aquí estoy, ¿dónde vas para allá?” Aquellos que tenéis hijos ya podéis imaginar lo que sentí en ese momento. Algo que no se puede explicar con palabras.

La Virgen con el Niño y San Juan. 1599-1600. Annibale Carracci
Otra anécdota más. Quizá  más que anécdota, debiera decir que es algo que estamos construyendo entre ella y yo, pues es un lenguaje en donde no sé quién es el que enseña a quién. Me dedico a darle la papilla. Hasta ahora la de la mañana, mediodía y merienda. La de la noche también si es posible. Cuando llega un momento en que ella no quiere más, los primeros días se retorcía, lloraba, y retiraba la cara de la cuchara que se le ofrecía. Pero en una ocasión, empezó a mirarme a los ojos. Yo me dí cuenta, y se puede decir que “le recogí el guante”. Así, cada vez que me miraba a los ojos cuando le estoy dando la papilla, empiezo a decirle: “¿Qué pasa? ¿No quieres más? ¿Estás segura?” con tomo medio serio medio triste. Le ofrezco unas pocas cucharadas más. Y si ella me sigue mirando a los ojos fijamente con semblante serio y compungido, ya sabemos los dos que la toma de papilla se puede dar por concluida. Ésto me ha ahorrado muchos lloros, esfuerzos inútiles y me ha desarrollado una pequeña “seña” entre mi hija y yo.

La Virgen con el Niño. 1565, óleo sobre tabla. Luis de Morales
Por último, quiero acabar hoy con el caso que puede hacerte un bebe de 6 meses y medio. No paro de recibir sorpresas de ella. Era una noche en que mi mujer había llegado de trabajar, llevaba poco tiempo trabajando y mi hija la recibió totalmente alterada. Se la bañó, se la dio la cena, se le dio de mamar y se la acostó. Pero no había forma de que callara y se durmiera. Estaba demasiado agitada y nerviosa. Decidimos que iría yo a la habitación, pues si iba mi mujer podría ponerse más nerviosa. Entre en el dormitorio y me dirigí a la cuna. Me incliné sobre ella que estaba dando golpes con el chupete, una costumbre que ha adquirido hace algunas semanas.
-Duérmete, que mamá ha venido de trabajar y está muy cansada. Tienes que dormirte para que descansemos y mañana podamos pasarlo bien todos. Así que ahora a dormir. ¿Vale?
Y le puse el chupete. Ella me respondió con un sonido gutural, con el chupete puesto. Me retiré del dormitorio y cerré la puerta. Al llegar a la mesa, donde estaba ya puesta la cena, me encontré con la sorpresa. En la pantalla del intérfono se veía a mi hija de lado, abrazada al muñeco, como era su costumbre, durmiendo plácidamente. Le dije a mi mujer: “¡Pero si sólo le he dicho que se duerma!” Otras veces la había mecido, la había cantado una nana, la había paseado. Esta vez únicamente le había pedido, medio ordenado, que se durmiera. Y ella lo había hecho.
Escrito a 11 de agosto del año de Nuestro Señor de 2017, en la festividad de Santa Clara.

Santa Clara

martes, 28 de enero de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS Cap. 8: Se cumplen 8 meses.

El paso de la laguna Estigia. 1520-24, óleo sobre tabla. Joachim Patinir
Se cumplen 8 meses de aquel feliz evento. Aunque cuando ocurrió nos dió un susto a todos. A todos los implicados. Al padre, que rezaba para que realmente no fuera tan grave como parecía. A la madre, que según me confesó más adelante sólo pensaba en que ella estuviera bien. Y a ella, a la protagonista, que lo pasó tan mal, tan mal, que sus ansias por luchar y salir de la situación la estaban abocando más y más a esa situación.
Tan grave fue que un equipo entero de médic@s, matronas, enfermeras, auxiliares corrieron por los pasillos del hospital para llevarlas al quirófano. A mí ni me dió tiempo a ponerme la bata transparentosa que dan cuando me ví sólo en la habitación, sin nadie alrededor.  Pero la sensación de angustia creció al salir al pasillo de la planta para preguntar si esperaba o me acercaba. ¡No había nadie! Miento. Ví a una jóven en pijama verde corriendo en el pasillo paralelo al mío, que se dirigía hacia donde habían llevado a mi mujer.

La Sagrada Familia del cordero. 1507, óleo sobre tabla. Rafael Sanzio
Y todo acabó felizmente en diez minutos. Y ahora, quien provocó y sufrió al mismo tiempo todo aquello está ahora haciendo “pinitos”. Se agarra a lo que puede para intentar ponerse de pie. La posición de sentado, de sentada, ya la domina perfectamente. Y quiere más. Quiere superar obstáculos. Por el momento, los que suponemos su madre y yo cuando estamos con ella en la cama de matrimonio. Se ha vuelto exploradora. Curiosa lo ha sido siempre. Pero ahora intenta alcanzar todo aquello que le incita su curiosidad. Y así va creciendo, dando muestras de tener personalidad propia. Ya muestra sus gustos, sus disgustos, sus querencias, aquello con lo que está más tranquila, aquello que le asusta, o que le pone triste, o que le enoja. Las expresiones de su cara se han multiplicado.
Ahora toca una etapa estupenda. La de que empiece a experimentar mucha más con el mundo exterior. Con todo lo que tiene a su alrededor. Ya ha empezado a gatear de forma frecuente. Ya se desplaza sin miedo por distintos sitios y ya hay que aumentar la vigilancia y el cuidado sobre ella.
Escrito en el año de Nuestro Señor de 2017, a 19 de septiembre, festividad de San Jenaro.

San Genaro

lunes, 27 de enero de 2020

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS Cap.7: Pasado el 7º mes.

Cristo con la cruz a cuestas. 1532-35, óleo sobre pizarra. Sebastiano del Piombo
Ahora, la princesita está durmiendo, y no sé si me dejará el tiempo suficiente para hablar de sus 7 meses, que lleva ya 9 días con ellos.
Se ha vuelto un terremoto de cuidado. Sabe pedir con lloros, gritos, quejas. Sabe sonreír y encantar a todos aquellos que tiene alrededor. Y ha aumentado su lenguaje cacofonético. Ha adquirido algunas malas costumbres, como hacer “pedorretas”. Y últimamente, no sé de donde le habrá venido, saca la punta de la lengua y la deja a una lado o a otro de la boca, que mantiene semicerrada. El caso es que mira con una cara de pilla, que es un encanto y que embelesa a todo aquel que la ve.
Ya sé que me dejo llevar del amor de padre, pero casi toda la gente dice igual, hace el mismo comentario. Si no fuera así, los comentarios irían por otro lado, como, por ejemplo, “que gordita está”, que no es el caso, o “que bien duerme” que no es el caso, u  otras maneras de piropear a un bebé. Pero todos dicen lo mismo. Lo despierta, resultona y “pilla” que resulta.
Ya gatea, no muy bien, pero lo hace. Como consecuencia de ello, ya ha tenido su primera caída desde altura, desde la cama. La llevamos a urgencias y después de un buen rato pasado allí y de una Rx de cráneo, todo resultó ser normal. Vigilancia 48h. y nada más. No se resintió para nada.

Cristo con la cruz a cuestas. 1565, óleo sobre lienzo. Tiziano
Ya ha empezado a extrañar a la gente. Incluso a los más cercanos. Y ha empezado a ser “madrera” y “padrera”, incluso con sus abuelos y tíos. Quiere que siempre estemos nosotros. También ha coincidido con que los dos hemos vuelto al trabajo y el cambio para ella ha sido bastante radical.
Algo que resulta curioso, sobre todo teniendo en cuenta que le ha ido perdiendo miedo al agua de la piscina, es que ahora no le gusta el agua del baño. No se siente segura. No sé si se cree que se va a ahogar o que puede pensarse, pero sobre todo cuando la inclino para aclararle la cabeza después de lavársela con champú, se pone muy nerviosa y hay días que llega incluso a llorar.
Y lo de terremoto lo digo porque, además, juega desplazándose a gatas por la cama o el sofá; dándose la vuelta con el cuerpo; retorciéndose para llegar adonde quiere o para alcanzar el objeto que le llama la atención; te da cabezazos; te coge con la mano la cara, e incluso te la llega a apretar si no le gusta lo que estás haciendo. En esto último, quien más experiencia tiene es su madre, porque le coge la mama a la hora de darle el pecho, y si no le conviene, a veces la mueve de arriba a abajo de forma que le llega a veces  a provocar dolor.
Vamos, que se nos está convirtiendo en un bichejo de cuidado. Pero, gracias a Dios, nos sigue llenando la vida de pequeñas/grandes alegrías.
Escrito en el año de Nuestro Señor de 2017, el 28 de agosto, en la festividad de San Agustín.

San Agustín de Hipona