Acabada ya la primera serie de Episodios Nacionales, Galdós cambia casi todos los personajes de sus próximas novelas que constituirán la segunda serie. Empieza la primera novela de la misma, "El equipaje del rey José", usando el acontecimiento de la batalla de Vitoria en 1813 y de la desbandada de las tropas francesas, que dejó a todo la caravana de desplazados a merced de las tropas de la península, tanto inglesas, portuguesas como españolas, así como de los bandoleros de la zona y de las poblaciones cercanas, gente que se había acercado a ver pasar dicha caravana y que en el desconcierto de la huida, se aprovechan para rapiñar todo lo que pueden de los infelices que huían en dirección a una supuesta mejor tierra para ellos, Francia.
Pero, aquí empieza a urdir, en los personajes que muestra Galdós, lo que va a ser el "leif motiv", la esencia de lo que va a contar en sus próximas novelas. Y esta esencia no es, ni más ni menos, que la división profunda de dos Españas que se enfrentarán a lo largo de todo el siglo XIX, y cuyo germen estuvo en el fin de la guerra de la Independencia.
Galdós nos muestra que aunque Fernando VII no hubiera sido un rey tan funesto como fue, la población estaba dividida en dos regímenes contrarios y contrapuestos, cuya razón de ser era el enfrentamiento con el contrario y la intransigencia con ideas diferentes de las suyas.
Así, nos encontramos con un personaje, Fernando Navarro, alias Garrote, que es la personificación perfecta de la nobleza de recio abolengo venida a menos, la personificación del carlista que protagonizará los enfrentamientos de mediados a finales de siglo XIX. Para este personaje, lo primero son Dios y el Rey, y el absolutismo. Cualquier cosa que oliera a libertad, a trastorno de clases, a pérdida de su poderío e influencia, era herejía que había que arrancar desde las raíz, y la mejor forma era pasar por las armas a todos aquellos que no comulgaran con sus ideas. A pesar de su confesión cristianísima, no deja de presumir de sus correrías de juventud, e incluso se jacta de ellas, hasta que una noticia hace que su conciencia se inquiete al final de la novela. Pero esa inquietud no es tanto por el mal que ha hecho a otras personas, importándole esto último un comino, sino por si Dios le perdonará las culpas y podrá "entrar en el paraíso si muere". Galdós nos muestra aquí, en toda su crudeza la hipocresía, soberbia y vanidad en que vivían ciertas personas.
Otro de los personajes es un spin-off de las novelas anteriores, Salvador Monsalud. Joven cuya única oportunidad en la vida le viene del ejercito que invade su país. Por tanto, se alista en él y sufre todo el desprecio de sus compatriotas, al que le consideran afrancesado de la peor calaña. Este será uno de los personajes que irá apareciendo a lo largo de las siguientes novelas. Aquí aparece joven, pero ya sin rumbo, estando en un lugar que él sabe que no le pertenece pero que es el único lugar en el que ha sido aceptado: el ejército invasor de su patria.
La que fuera novia de Salvador, Jenara, también es un personaje a destacar. Representa a las mujeres fieras, decididas, hasta diríase que pendencieras, y que volverá a aparecer más adelante en la serie. No hay que referir que cuando descubre el afrancesamiento de Salvador, todas las cañas se vuelven lanzas.
Otro personaje, el del guerrillero echado al monte lo personifica Carlos Navarro, hijo de Fernando Navarro, que bebe los vientos por Jenara y que, como se puede adivinar, se enfrentará a Salvador.
Lo que más me sorprendió de la novela fue la descarnada descripción de la rapiña que hacen las tropas vencedoras, y más aún, las gentes de los pueblos de la zona, sobre la columna de suministros del rey José, así como de las personas que iban en la misma. No existe piedad, pues la que aparenta describir Galdós está teñida de desprecio y soberbia. Si no me alargo más en su descripción es porque, como siempre, es mejor leerlo que describirlo. Así que, a ello.
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