El rito del Ukuli-Bula es muy parecido al rito Pilla del pueblo Karo; pero algo más complejo. Cuando tratamos al pueblo Karo, fue a través del recuerdo del anciano Molu la manera que tuvimos para adentrarnos en los entresijos de dicho rito. En esta ocasión, sin embargo, quisiera que más que una narración, fuera una descripción la que nos permitiera vivir todo este rito. Por tanto, quedará en tercera persona. Si logro o no la intensidad que me he propuesto, seréis vosotros; serán ustedes, quienes decidirán si lo he conseguido o no.
Para empezar, tal como señalé anteriormente el Ukuli-Bula permite el paso del joven Hamer al estatus de adulto, lo cual le va a abrir las puertas al matrimonio y a formar una familia. Más que al matrimonio en sí, habría que hablar de pactos matrimoniales, entre las familias del que adquiere el estatus de adulto y de la joven casadera.
Joven Hamer antes de la ceremonia del Ukuli-Bula |
El joven aspirante recibe distintos nombres. Hasta que realiza la ceremonia del salto del toro, se le llama Ukuli. Una vez que ha conseguido pasar la prueba, se le llama Cherkali. Y transcurridos ocho días, adquiere la categoría de Maz, que es el estatus al cual aspira.
Terreno preparado para el Ukuli-Bula |
Estos maz se adornan con plumas, collares, brazaletes, en suma, con sus mejores prendas. Y portan en sus manos unas ramas largas, delgadas y flexibles. Ramas largas, delgadas y flexibles que se usarán a modo de látigos.
Las mujeres de la familia del ukuli, excepto la madre, van ataviadas profusamente con adornos y se encuentran embadurnadas de grasa, tanto el cabello como la totalidad de su cuerpo. Esta grasa será de suma importancia para lo que va a venir a continuación.
LA FLAGELACIÓN RITUAL
Una vez que todo el personal que va a participar en el Ukuli-Bula está preparado, comienza la ceremonia, pero no serán los hombres los que "abran el fuego", digámoslo así. Van a ser las mujeres, las parientes del ukuli, quien formando grandes corros, danzando y cantando en sentido circular, con trompetas y con pitos se van a ir acercando hacia donde se encuentran los maz.
Los maz, por su parte, están sentados a la sombra de los pocos árboles que hay en la zona. Se encuentran como cohibidos, como remisos, ante la llegada del grupo de mujeres que danzan y cantan ante ellos, cada vez con más fuerza, cada vez con más intensidad.
Corro de mujeres Hamer danzando y cantando. Nótense las trompetas que llevan algunas en sus manos. En la imágen de abajo, el grupo se dirige hacia dónde se encuentran los hombres adultos, los maz. |
En un momento dado, una de ellas, la más de las veces una hermana del ukuli, se coloca delante de los maz, y comienza a hablar ensalzando al ukuli. La muchacha declara el cariño que le profesa, y que como muestra de ese cariño, desea que uno de los maz la marque con su látigo. En un primer momento, hay un rechazo, luego una reticencia; pero al final, ante la insistencia de la muchacha, el maz accede, elige el mejor látigo, el que tenga menos nudos, el que sea más liso. ¿Para qué? Para causar a la muchacha el mínimo dolor y para que la marca quede más limpia.
Una vez decidido el lance, el maz se levanta, la muchacha lo sigue unos pasos, se coloca frente a él, levanta la mano derecha manteniéndola en alto en todo momento, mientras que con la izquierda hace sonar bien una trompeta o bien un pito. El maz lanza su látigo, que recorre la espalda de la muchacha. Ésta intenta no quejarse, intenta mostrar todo su valor. La grasa con que se ha untado, permite que el látigo resbale y hace que el dolor se atenúe, pero aun así las marcas son profundas, las cicatrices recorren de un lado a otro la espalda de la muchacha y prueban la entereza, el valor y el amor de la muchacha por su hermano.
Una vez decidido el lance, el maz se levanta, la muchacha lo sigue unos pasos, se coloca frente a él, levanta la mano derecha manteniéndola en alto en todo momento, mientras que con la izquierda hace sonar bien una trompeta o bien un pito. El maz lanza su látigo, que recorre la espalda de la muchacha. Ésta intenta no quejarse, intenta mostrar todo su valor. La grasa con que se ha untado, permite que el látigo resbale y hace que el dolor se atenúe, pero aun así las marcas son profundas, las cicatrices recorren de un lado a otro la espalda de la muchacha y prueban la entereza, el valor y el amor de la muchacha por su hermano.
Esta ceremonia puede repetirse varias veces, según las hermanas que tenga el ukuli, y según el valor de las muchachas, las cuales intentarán en todo momento demostrar lo dignas que son como mujer Hamer. Porque las cicatrices serán las marcas que también permitirán a la muchacha Hamer distinguirse como buen partido para contraer matrimonio. Permitirá a la joven Hamer demostrar su valor y su dignidad ante aquellos que la pretendan como pareja y como madre de la siguiente generación del pueblo Hamer.
Una vez acabada esta ceremonia, los maz degustan café mientras se pintan, preparándose para el "salto sobre el ganado" que esta vez tiene que hacer el ukuli. Pero esto quedará para la próxima entrada.
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