Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos. Hace aproximadamente una semana acabé con esta pregunta, y prometí que en el curso de la siguiente entrada dedicada a este pueblo os lo desvelaría. Aquellos que hayáis estado siguiendo mi serie sobre los pueblos del valle del río Omo, encontrareis una gran similitud con respecto al último pueblo que vimos, los Karo. Aquí intentaré destacar aquellos aspectos en que se pueden diferenciar o que sean más importantes en el pueblo Hamer que en el pueblo Karo. Vosotros seréis los que juzgareis si lo he logrado. Por mi parte, ése será mi empeño. Pero empecemos.
Cerdo salvaje africano también conocido como Facócero |
Los miembros de la tribu Hamer se ganan la vida como pastores de ganado y agricultores. Hace tiempo también se dedicaban a la caza, pero los cerdos salvajes y los antílopes pequeños casi han desaparecido de las tierras en las que viven. Por otro lado, hasta hace 20 años, la forma de cultivo y siembra que conocían era la realizada a base de palos que introducían en el suelo realizando el agujero correspondiente y echando en él la semilla.
Forma de siembre realizada con palo de perforación conocido con el nombre de "digging-stick" por los expertos |
La tierra no es propiedad de los individuos como tal; se encuentra libre para el cultivo y para el pastoreo. También ocurre esto en el caso de la recolección de frutas, como las bayas. Los poblados Hamer suelen trasladarse de sitio cuando la tierra se ha agotado o bien se ha llenado de malas hierbas y no pueden obtener una mejora de sus condiciones.
Las familias suelen poner en común su ganado y de esta forma pastorean juntos, para obtener un mejor resultado de esta actividad. Sobre todo en la estación seca, familias enteras viven en campos de pastoreo comunes junto con sus rebaños, en los cuales sobreviven gracias a la leche y la sangre del ganado. Al igual que para las otras tribus que hemos estado viendo en el valle del Omo, el ganado bovino y las cabras constituyen el corazón de la vida del pueblo Hamer. Ellos constituyen la piedra angular de la vida en los hogares. Gracias al ganado y a las cabras, por ejemplo, un hombre podrá casarse, pues con ellos puede pagar “el precio de la novia” a la familia de ésta.
Anciano Hamer con su buey a las afueras de Turmi |
En el pueblo Hamer suele existir una división del trabajo según el sexo y la edad del individuo. Las mujeres y las niñas trabajan en los cultivos, sobre todo el sorgo, que es el alimento básico, al que se le suma el maíz, la calabaza y los frijoles. También serán las responsables de la recolección de agua, de la cocina y del cuidado de los niños. A partir de los ocho años deben comenzar a ayudar a la familia también en el pastoreo de las cabras.
Los hombres jóvenes trabajan en los cultivos, defienden los rebaños de las incursiones de los pueblos vecinos, o incluso son ellos los que realizan dichas incursiones a otros pueblos para obtener nuevas cabezas de ganado, robadas, por supuesto. Los hombres adultos se dedican a reunir el ganado, arar la tierra con bueyes y elevar y cuidar las colmenas en los árboles de las acacias.
En ocasiones, para un trabajo tal como levantar un techo de una choza o recoger la cosecha de sorgo, una mujer invita a sus vecinos a unirse a ella, formando un equipo de trabajo. A cambio de este esfuerzo, la mujer los agasajará bien con cerveza, o bien con una suculenta comida de cabra; cabra que será especialmente sacrificada para la ocasión.
Los padres Hamer tienen un gran control sobre sus hijos, los cuales cuidan del ganado y las cabras para la familia. De hecho, son los padres los que dan el permiso para que los hombres se casen, y muchos de ellos no se casan hasta que alcanzan los treinta y tantos años. Sin embargo, las niñas tienden a hacerlo aproximadamente a la edad de diecisiete. ¿Por qué tanta diferencia? Vamos a verlo.
Joven Hamer adornada para la ceremonia del Ukuli-Bula |
El matrimonio requiere un, digamos, “precio de la novia”. Se trata de un pago que se realiza a la familia de la mujer y que generalmente se compone de cabras, ganado vacuno y de armas de fuego. Como se puede uno imaginar, el precio es muy alto, 30 cabras y 20 cabezas de ganado bovino al menos, que no puede ser devuelto normalmente en toda la vida del novio. Esta "dote" se paga como si se tratara de un préstamo bancario, y se va satisfaciendo en cuotas a lo largo del tiempo.
Una de las consecuencias de este “préstamo” es que cada vez que la familia del novio tiene una considerable cantidad de ganado, ahí estarán los hermanos de la madre de la novia para reclamar las deudas pendientes de ésta. ¿Qué ocurre entonces? Que los hombres Hamer no pueden aumentar sus riquezas y su ganado, pues ven como éste es reclamado por los parientes de su mujer. Sin embargo, hay casos en que el hombre Hamer es lo suficientemente rico, entonces puede permitirse hasta tres o cuatro esposas. Las mujeres, en cambio, sólo se casan con un hombre. Existe, por tanto, la poligamia.
Viuda Hamer. Se distingue su gargantilla de casada con la protuberancia delantera |
Todas estas costumbres lleva a que los hombres sean mayores que sus esposas, incluso sacándoles varias décadas de diferencia, por lo tanto, mueren primero. ¿Consecuencia? Los hogares Hamer están encabezados por las mujeres que han sobrevivido a sus maridos. En algún poblado se ha encontrado que, de las 39 mujeres no solteras del mismo, 27 de ellas eran viudas. La mujer viuda también ejerce su influencia sobre los hermanos más jóvenes del marido, lo cual significa que tiene derecho de decisión sobre el ganado de los mismos siempre y cuando los padres de dichos jóvenes hubieran muerto, caso que no suele ser infrecuente en el pueblo Hamer. Todo esto nos habla de la importancia de la figura femenina de la viuda dentro del pueblo Hamer.
La presencia de hermanos y hermanas en la familia es importante también para los individuos de la tribu Hamer en otros momentos del transcurrir de su vida. Uno de los ejemplos más importantes, y más dramáticos desde nuestro punto de vista occidental, es el de la flagelación ritual antes de la ceremonia del salto del ganado.
Pero quizá eso sea materia para la próxima entrada.
Mientras tanto, queridos amigos, nos vemos en la red.
Nos despide hoy la sonrisa de una niña Hamer |
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