Tenía ganas de leer una biografía del Padre Pío. Ante un sentimiento de prudencia y reserva al oír al principio hablar de él, poco a poco, conforme he ido conociendo su vida en los distintos programas audiovisuales que he podido ir viendo a lo largo de los años, más me ha llamado la atención la vida y milagros, nunca mejor aplicada dicha expresión, de este monje italiano.
Pero, y esto es culpa mía, me equivoque de libro. Pensé que el libro que presento aquí iba sobre la vida del Padre Pío. Pero, en realidad, José María Zavala presenta en él la gran cantidad de milagros, profecías y hechos atribuidos al Padre Pío. Por ello, para mi intención sólo ha servido el primer tercio del libro. El segundo tercio se refiere a los milagros atribuidos al Padre Pío desde su muerte hasta la fecha en que se escribió el libro, 2011, y el último tercio recoge las manifestaciones de los que le conocieron en vida y experimentaron cómo es tener al lado, aunque sea por unos instantes, a una persona imbuida de santidad, de santidad verdadera, no de la de los santones hindúes que tanto nos muestran los medios de comunicación actuales y que, con todos mis respetos, porque llevan una vida ejemplar, sin embargo no se manifiesta la divinidad como se manifestó en este hombre.
Si alguien duda aún de su santidad, solamente les animo a que entren en su obra a través de Google. Así de sencillo. Si bucean entre las fotos que envían los peregrinos que van a visitar San Giovanni Rotondo, hay una que muestra el cuerpo incorrupto del Padre Pío. Se encuentra en una urna acristalada y se puede apreciar el nivel de incorrupción de que disfruta su cuerpo. Si hacen zoom para acercar la imagen de su cara, parece que aún vive. Y se trata de una fotografía de 2011 mientras que el santo murió en 1968. Como solía decirse antes en una expresión que hoy, por desgracia, está olvidada: "Ver para creer."
Por último, señalar que se trata de un libro de investigación periodística. No hay que buscar en él calidad literaria. José María Zavala nos presenta en un estilo directo, ameno, a veces tipo telegrama, los distintos hechos que quiere señalar y recopilar. Hay que agradecérselo, pues si lo hubiera escrito de forma literaria, habría dado para un libro mucho más largo y habría perdido la sensación de inmediatez y testimonio que rezuma por todos los poros.
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