lunes, 17 de julio de 2023

ORTODOXIA. 1908. Gilbert Keith Chesterton


Este libro, se trata de un ensayo, es un viaje del autor a través de todas aquellas cosas que le fueron llamando la atención de una creencia, el cristianismo. De tal forma le maravillaron, desde su mente de intelectual agnóstico y cercano al ateísmo, con un pensamiento político cercano al laborismo, que terminó profesando el cristianismo y catorce años después de este libro, se convirtió a la fe católica. Pues aquí están los cimientos que dieron lugar a su conversión.

Muestra su sorpresa, ya pasada la adolescencia, al encontrar que el cristianismo en general, y el catolicismo en particular, no era esa asociación de mentes que procuraban tener sojuzgada a la población mediante el castigo de las malas acciones que cometían. No eran un grupo de gentes que amenazaban a todos aquellos que no siguieran sus normas con un fuego que nunca se extingue y con una eternidad llena de horrores. 

Al profundizar en la historia del cristianismo, al lado de jerarquías autoritarias, de azote de pecadores y de otro tipo de personajes, existían otras personas, incluso eminentes y con cargos importantes dentro de la Iglesia, que lo que defendían era al pobre, al necesitado, que defendían los derechos de los hombres frente a la barbarie de la violencia. En fin, se dio cuenta de algo que hemos olvidado actualmente. Que en el curso de más de dos mil años de historia hay cabida para malos y para buenos. Que, en dos mil años, una misma bandera puede ser izada por defensores de los derechos de las personas y por aquellos que no aceptan tales derechos. Pero, que hay un detalle más importante.

El origen de esta creencia, el germen a partir del cual se fragua todo este intrincado mundo de mandamientos, normas, oraciones, deberes, salvación, etc.; el principio de todo se encuentra en un humilde carpintero de una más humilde aún aldea de una zona geográfica de paso entre los grandes imperios del momento (Egipto, Persia, Roma), y que fue ejecutado como un malhechor. Esa, y no otra, es la grandeza del cristianismo. Un Dios que se hace hombre para sufrir como un hombre y para acabar muerto en una ejecución denigrante para todos los que le habían conocido, de cerca o de lejos.

Ese es el mensaje de Chesterton en este libro, y es muy recomendable leerlo. No me resisto a transcribir sus últimas líneas. Son auténtica poesía del siglo XX.

"Hubo en Él algo que escondió a todos los hombres cuando subió a orar a la montaña. Había algo que constantemente ocultó con un silencio repentino, o con un impetuoso aislamiento. Cuando caminó sobre nuestra tierra, había en Él algo demasiado grande para que Dios nos lo mostrara; y algunas veces imaginé que era Su alegría." Ortodoxia. 1908. G. K. Chesterton

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