jueves, 17 de mayo de 2018

LCP Cap. 77: EL EUNOTO, Y EL PASO A LA CONDICIÓN DE ANCIANO ENTRE LOS MAASAI


En la entrada anterior, número 76 de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS, veíamos como se desarrollaba el Eunoto. El Eunoto, la ceremonia más importante en la vida de un guerrero maasai, supone la transición a maasai adulto y, a partir de ese momento, la asunción de una serie de responsabilidades que hasta entonces competían tan solo a sus progenitores.

Dejábamos a Makutule y Lengwesi en el momento más importante de la ceremonia y prometíamos seguir con ella. Pues bien, aquí está la continuación de dicho ritual, que comenzamos justo en el momento culmen del mismo.

Las madres se disponen a cortar, y cortan el cabello de sus hijos. Las trenzas, cuidadas de forma tan minuciosa, llevadas tan orgullosamente por los morani, desaparecen de sus cabezas.


Este acontecimiento simboliza que abandonan, de alguna forma, la condición única de guerreros, abandonando además el vínculo que les unía a sus madres, para comenzar una nueva vida. La vida social del poblado Maasai, con responsabilidades como la familia, los hijos y el ganado. Como colofón a este ritual, un anciano les dará el primer consejo de adultos, que suele ser siempre el mismo, y no por ello, tópico, sino muy importante:

"Ahora que eres un adulto, arroja tus armas y en su lugar emplea la cabeza y la sabiduría"

A partir de este momento, Makutule y Lengwesi han sido declarados oficialmente adultos. Además de guerrear, o, más bien, en lugar de guerrear, deberán asumir las tareas de proteger su casa, velar por el suministro de agua al poblado, y defender al rebaño del ataque de fieras salvajes o de ladrones de ganado.

Pero nos hemos olvidado de Ikoneti, el patriarca. El padre de estos dos muchachos a los que hemos ido siguiendo en su maduración hasta convertirse en maasais adultos. Para Ikoneti, y para todos los padres de los morani que celebran el Eunoto, también habrá una ceremonia propia. Ese mismo día se celebrará un ritual por el que se convertirán en responsables de la comunidad, en ancianos de la misma.

Durante los cuatro días anteriores, Ikoneti cambiará de vivienda y asumirá el nombre de sus hijos. Al cuarto día se vestirá con una piel negra de ternero, se adornará con cuentas de colores, y lucirá una capa de piel de hiena, leopardo, colobo o mono azul. Además lucirá pendientes y collar de cuentas negras y sujeto con una cadena, se colgará un recipiente cilíndrico para el tabaco.

De esta guisa, volverá a su casa y lo hará apoyándose en un bastón, indicando que se ha vuelto un hombre más viejo, más anciano. En una mano llevará una cola de algún animal para espantar moscas y en la otra, una calabaza de cerveza de miel.

De esta manera, Ikoneti ha pasado al grupo de los ancianos del poblado. A medida que han pasado los años, se han tenido más en cuenta la comunidad sus opiniones. Pero no es hasta este momento, en que su grupo de edad pasa a considerarse anciano, cuando sus opiniones van a tener un peso importante en toda la comunidad.

Grupo de ancianos en una de sus reuniones. Cortesía de John Ageddes.

Los ancianos son los que toman, de forma igualitaria y reunidos en consejo, todas las decisiones importantes para el poblado. De ahí la importancia del Eunoto, no solo para los morani, sino para todos aquellos que alcanzan la condición de ancianos.

La jubilación o el retiro de los maasai les llega a los sesenta y cinco años. Desde ese momento se dedican a descansar, beber y jugar, sobre todo a un juego muy popular entre ellos y que es similar a las damas. El nombre de este juego es "eskeshui".

Sin embargo, aún nos queda algunos detalles más que contar de los maasai. Pero eso, queridos amigos, será en una próxima entrada de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS.

Hasta ese momento, disfrutemos de la nueva condición de cada uno de nuestros protagonistas. Nos vemos en la red.



jueves, 10 de mayo de 2018

LCP Cap.76: EL EUNOTO. EL PASO A LA MADUREZ DEL MORANI


Habíamos dejado a nuestros queridos Makutule y Lengwesi en la Gran Reunión Maasai, donde se decidió el abandono de las prácticas guerreras y de las razzias contra los poblados de otras etnias distintas a la suya propia.

En ese momento estaban llevando la vida típica de morani, de guerrero Maasai. Y así lo harán durante quince años hasta que lleguen al siguiente paso en su maduración, dentro de la sociedad maasai.

Como pudimos ver, la sociedad Maasai está estructurada en los llamados grupos de edades, que son aquellos grupos de varones, y también de mujeres, que pasan los rituales de iniciación (circuncisión, Emorata) y de maduración (Eunoto) en el mismo momento.

Pues bien. A nuestros dos hermanos ya les ha llegado el momento de pasar ese ritual de maduración, el Eunoto, el cual se celebra, aproximadamente, a los 15 años de haber realizado el Emorata. Con este rito los morani pasan a adquirir responsabilidades dentro de la vida del poblado. Ya no son simples guerreros que luchan contra los enemigos, o contra las fieras salvajes. Desde el momento en que se celebre el Eunoto, podrán formar una familia, casarse (siempre fuera del clan de la familia, y, por supuesto, al no ser monógamos, con varias esposas). También podrán adquirir ganado propio. Y si todo sale según las expectativas, engendrarán hijos que continúen su legado.

Por tanto, el Eunoto es la ceremonia más importante en la vida de un morani. Supone la transición de guerrero joven a adulto y desde ese momento podrá, tal como he dicho antes, casarse, tener hijos y tener posesiones. Si alguien pensaba que el ritual más importante era el Emorata, la circuncisión, se equivocaba.

Pero pasemos al ritual propiamente dicho. Metámonos en la piel de nuestros dos hermanos y vivamos con ellos el Eunoto.

En un primer momento, todos los morani van a pintar sus rostros con pintura rojiza. Con ello quieren simbolizar su ferocidad y su arrojo en la lucha. Abandonan sus lanzas y solamente van armados con largos palos. Hay que indicar que la ceremonia se va a celebrar en un recinto construido por las madres de los guerreros. Este recinto se rodea de chozas, y se celebrarán festivas danzas.

Por tanto, aquí tenemos a Makutule y Lengwesi que están pintándose sus cabezas de ocre, de rojo para destacar su valentía, dentro del resto de los compañeros del grupo de edad.

En el ritual toman parte cuarenta y nueve guerreros. Es una ceremonia de toda la comunidad; y, al igual que en otras ocasiones, centenares de personas, procedentes de enkangs distintos, asistirán a la misma. Los detalles de la ceremonia se preparan con sumo cuidado.


En un primer momento nos encontramos con el ritual de la fiesta del buey negro. ¿Por qué negro? Ya sabemos de entradas anteriores que los Maasais adoran a Ngai, su Dios supremo. Pues el color bueno de Ngai, de Dios, es el negro. De ahí la necesidad de que el buey tenga también el mismo color. Una vez escogido el buey, desde bastantes días antes de la ceremonia se le va a engordar a base de cerveza de miel mezclada con hierbas, pero no con unas hierbas cualquiera, sino con hierbas escogidas específicamente para este ritual.

Se procede a la punción de la yugular, acontecimiento que todos hemos podido ver en los documentales. Y todo el grupo de morani, dirigidos por el laibón, va tomando pequeños sorbos de la sangre del buey, que se ha mezclado con leche. Después, cada uno de ellos, uno por uno, deberán beber la sangre directamente de la yugular del buey.

Una vez se sacrifica el buey en el recinto que se ha preparado para ello, todo él es empleado durante la ceremonia. La piel será consagrada por el laibón, y llevadas por mujeres mayores, parientes de los morani que están celebrando el Eunoto, fuera del poblado, en donde la clavarán en el suelo. Una vez seca, empiezan a cortar la piel en trozos suficientes para que todos los graduados en la ceremonia puedan exhibirlos.

Para mostrar la cohesión del grupo, y la obediencia a sus hermanos de grupo de edad, todos ellos deberán morder el corazón y los pulmones del buey sacrificado.

Una vez que Lengwesi y Makutule han pasado por todo ello, no llega al fin de la ceremonia, sino que asistiremos con ellos al culmen de la misma. ¿Y cuál es ése?

Ése, queridos amigos, lo veremos en la próxima entrada de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS.



jueves, 26 de abril de 2018

A VUELTAS CON LA "CALIDAD DE VIDA"



Tras el importante episodio de la reunión Maasai de los años 50 del s. XX, en la cual los principales líderes Maasai decidieron, bajo juramento, dejar de atacar y robar el ganado de otras tribus que estaban en sus territorios; tras ello, digo, hago un pequeño paréntesis para introducir una reflexión sobre la "calidad de vida" en las personas mayores, que escribí allá por diciembre, y que creo que llegadas fechas en que debe hacer buen tiempo, puede ser adecuada. O polémica. Como siempre, seréis vosotros, queridos lectores, quienes decidáis. Allá va:

Me parece que en estos momentos de la vida, el que una persona pueda caminar cientos de pasos es algo que a nosotros no nos debería importar. Sin embargo, no hay nada más radiante, nada más ilógico, nada más bucólico, que el que un viejo de noventa y tantos años pueda caminar, trotar, correr por el campo detrás de un rebaño de ovejas. Y eso, precisamente eso es lo que nosotros, con nuestra ciencia, con nuestros cálculos, con nuestras estadísticas pretendemos que hagan los viejos, después de una larga vida de lucha, de trabajo y de cansancio. Después de años de llegar a su casa derrengados tras haber estado cargando sacos, cajas de pescado, u otro tipo de tareas que han hecho que sus huesos se comben e incluso, en el peor de los casos se fracturen y se suelden de mala manera. Y entonces, llegamos nosotros, en la flor de la edad, con nuestros papeles debajo del brazo a decirles que si no andan más de una hora diaria, si no corren, si no saltan, si no se relacionan con su vecino, sí con ese que no le pueden ni ver porque tienen un litigio desde hace años y que nunca se soluciona, si no hacen todo ese tipo de cosas, no están viviendo una vejez sana. Y cuando algunos de ellos nos manda al carajo, nosotros nos preguntamos, si es que llegamos a hacerlo, ¿por qué se porta así cuando sólo queremos brindarle una mejor calidad de vida a su vejez?


Quizá, y solo quizá, la mejor calidad de vida es dejar descansar a ese viejecito de noventa y tantos y dejarle decidir de qué se quiere morir. No martirizarle con tanta vida sana, sino más bien permitirle gozar sus últimos años de aquello que más le apetezca, le guste o le llene de gozo. Por supuesto, luego que no venga diciendo que no se le avisó que el tabaco provocaba cáncer de pulmón, el alcohol cirrosis hepática, y las grasas “malas” infartos de miocardio. Eso ya no cuela, querido anciano mío.


jueves, 19 de abril de 2018

LCP. Cap. 75: LA GRAN RENUNCIA MAASAI DEL s. XX. LA GRAN REUNIÓN (última parte)


Ikoneti se acercó al centro de la asamblea. Se colocó junto a la hoguera, como previamente lo habían hecho Purko y Kanyi. Espero a que los murmullos se acallaran y comenzó en un tono normal, lejos de la arenga que había hecho previamente Kanyi.

-Sé cómo las usan ellos. No sólo hay que apretar el gatillo y salen las balas. Hay que apuntar y dar en el blanco. Y eso no es tan fácil, creedme. -hubo un murmullo que nadie sabría calificar si de aprobación o de reproche. Ikoneti prosiguió- Y cuando se acaban las balas, ¿qué se hace? Ir a por más balas. Ellos las tienen a millones. Nosotros tendríamos que robarlas. Ellos las producen muy lejos de aquí, y las traen aquí en inmensos barcos, tan grandes como montañas. Y si solo fueran rifles y balas. ¿Alguién ha pensado en cañones? Disparan balas mucho más grandes, que explotan y pueden destruir un enkang entero. Nosotros nunca podríamos tener, aunque robáramos, cañones suficientes para luchar contra los que ellos tienen. Y en la época de Elbejet sólo estaban las armas de fuego. Pero desde entonces, tengo entendido que esos países que ahora nos piden que renunciemos al robo de ganado de nuestros vecinos, ya se han enfrentado en dos contiendas que han implicado a todo el mundo. Y de las cuales, la primera fueron testigos nuestros abuelos y la última hemos sido testigos nosotros. Aquí no lo notamos mucho, pero nos cuentan que en sus terrenos originales han destruido ciudades tan grandes como nuestro monte sagrado (M. Kilimanjaro). -un murmullo de sorpresa, angustia y desesperación recorrió toda la asamblea- Nunca les venceríamos en un combate abierto. Ellos tienen más capacidad, más fuerza y más resistencia militar.

Grupo de guerreros maasai, de morani

El 1ª Batallón de Fusileros Inniskilling sirvió dos veces en Kenya, de 1953 a 1955, y de 1960 a 1963.

Ikoneti calló por un momento. Toda la asamblea estaba en silencio. Las caras eran de tristeza, de desánimo.

-Por otro lado, nadie ha pensado en que, a veces, es necesario renunciar a una de nuestras tradiciones, aunque sea muy querida, para preservar el resto de nuestra cultura. No podemos luchar contra el signo de los tiempos. Han llegado a esta tierra pueblos nuevos. Pueblos distintos. Pueblos a los que no podemos someter, como al resto. Siempre será mucho mejor vivir en acuerdo con ellos, conservando todo lo posible nuestra cultura, que estar enfrentados y ver como nos hundimos en la miseria o, peor, como nos masacran. Hay algo que debemos aprender. A pesar de nuestras tradiciones y nuestras costumbres, la vida siempre va hacia delante. ¿Hay alguien aquí que pueda decirme que ha conseguido retroceder diez años, cinco años, un año en su vida? -Ikoneti paró un momento para esperar una respuesta. Por supuesto, nadie le respondió- Preguntad a los laibones. Preguntad a los más sabios. ¿Alguno ha conseguido ir hacia atrás en el tiempo? ¿Alguno ha conseguido recuperar al hijo que perdió años atrás? -el silencio total se extendía por todo el lugar, solo se oía el crepitar de la lumbre de la hoguera- ¡Ninguno! ¡Porque la vida siempre va hacia delante, porque debemos vivir la vida que nos ha tocado vivir! Y porque hoy nos toca vivir una serie de cambios que en mi infancia ni siquiera los hubiéramos imaginado. Ni siquiera los hubiéramos deseado. Pero están aquí. Y esos cambios serán los que constituyan las cosas normales para nuestros hijos o para nuestros nietos. Por eso no debemos empeñarnos en un enfrentamiento sin ningún sentido. Conservemos nuestra cultura en todo lo que podamos, pero no le demos la espalda al devenir de los tiempos.

Maasai con teléfono móvil y zapatillas deportivas. Al fondo, una reunión en la cual varios de sus miembros visten ropa occidental.

Ikoneti calló. La asamblea se mantuvo en silencio. Las últimas palabras habían llegado muy dentro de cada uno de los maasais allí presentes. Se habían clavado en el corazón de muchos de ellos. Era muy raro el maasai que no tenía algún hijo muerto en un enfrentamiento con otro poblado, o en una incursión para obtener más ganado. También había niños que morían siendo pequeños por enfermedad. Después de la lógica de Purko; tras la arenga de Kanyi; Ikoneti había llegado al interior de todos aquellos hombres, recios, como él, pero conscientes de que la decisión a tomar era trascendental para el pueblo Maasai.

Poco más quedaba por decir. La decisión se tomaría y el pueblo Maasai abandonaría desde esta asamblea la costumbre de realizar incursiones violentas para robar ganado en poblados vecinos. La decisión fue tomada mediante juramento, en el cual los dirigentes Maasai se comprometieron a cesar en estas actividades.

Actualmente, los guerreros maasai, los morani, que antes defendían el territorio, hoy desempeñan labores de pastoreo, de caza y realizan exhibiciones de valor. Algunos de ellos regresan a la escuela tras el emorata, tras el ritual de la circuncisión.

Guerreros Maasai con tocados de melena de león, que les identifica como aquellos que han tenido que matar un león usando solamente lanzas y machetes, durante la ceremonia del EUNOTO, de la que hablaremos en entregas posteriores, que supone su paso del estado de morani al estado de hombre adulto, en Kenya. Foto cortesía de Carol Beckwith y Angela Fisher, “African Ceremonies” 1999.

Un competidor Maasai participa en el evento de lanzamiento de "rungu", durante las 'Olimpiadas Maasai' anuales en el santuario Sidai Oleng Kimana en Kimani, Kenya el 13 de diciembre de 2014

jueves, 12 de abril de 2018

LCP Cap. 74: LA GRAN REUNIÓN (4ª parte)


La asamblea se había quedado en un silencio tan profundo que se oían crepitar hasta las ramas más pequeñas del fuego del centro de la misma. Se podía apreciar la consternación en todos los rostros. Sabían que Purko era sabio y tenía razón. Pero se resistían a abandonar una de sus más importantes tradiciones. Una de las bases de su forma de vida. En esos momentos, un maasai se levantó en medio de la asamblea y se dirigió al centro, tal como lo había hecho antes Purko. Era de mediana edad, su complexión era robusta, alto, paseaba de forma lenta, parsimoniosa, se diría que se dejaba ver para crear un efecto en la audiencia, algo que había aprendido en sus años de morani. No en vano, ese maasai era Kanyi. Comenzó a oírse un murmullo de expectación, murmullo que acabó cuando Kanyi alcanzó el centro de la asamblea. Allí, adoptando una pose orgullosa de guerrero maasai, como en sus buenos tiempos, miró a todos los que estaban reunidos, se tomó su tiempo, y comenzó.


-¡Maasais! -era su grito de guerra, algunos corazones sintieron el fuego que se encendía cuando lo oían en el campo de batalla- Estamos aquí para decidir algo que parece estamos abocados a aceptar. El hombre blanco, en aras de una mejor convivencia con nuestros pueblos vecinos, nos pide que abandonemos el sagrado deber de ocuparnos del ganado. ¡Y el sagrado derecho de arrebatarlo a los pueblos que no lo cuidan bien! -algunas voces se levantaron a favor de esto último- El hombre blanco nos dice que en la sociedad actual no cabe nuestra forma de vida, nuestro "robar", nuestro "matar", nuestro "dominar" a otros pueblos. Que no cabe reclamar una tierra que es nuestra y en la que nuestros ancestros han vivido desde que Ngai se la entregó para que la cuidaran. Pero él, ¿qué hace? ¿No es precisamente robar nuestra tierra lo que pretende? Nuestro gran Laibón Purko nos ha recordado el episodio de Elbejet. ¿No fue eso matar? -el silencio era completo, Kanyi había conseguido captar la atención de toda la audiencia- Sus "peticiones" actuales, ¿no son una forma de dominar a nuestro pueblo? Porque, ¿quién es él para decidir lo que está bien y lo que está mal? ¿Quién es él, si roba, mata y quiere dominar como cualquier otro pueblo? ¡Maasais! ¿Vamos a permitir que nos quiten nuestros derechos sagrados?

Kanyi había abierto los brazos, como queriendo abarcar toda la asamblea. La mayoría prorrumpió en gritos de "No, no, no". El alboroto que se formó fue inmenso. Kanyi sonreía. Había conseguido lo que buscaba. Ahora solamente quedaba reconducirlo. Esperó a que todo el griterío fuera disminuyendo y silenciándose y cuando consideró oportuno, prosiguió:

-No creo que debamos doblegarnos ante un pueblo que es igual a nosotros. No creo que debamos renunciar a nuestros derechos sagrados, y si para eso hace falta luchar, ¡lucharé!

Un nuevo y atronador griterío siguió a las palabras de Kanyi. Éste esperó a que volviera a hacerse el silencio y cuando se disponía a continuar el discurso se oyó una pregunta:

Subfusil Sterling, desarrollado para el Ejército Británico en 1944 y que estuvo en servicio hasta 1994. Actualmente aún se encuentra en servicio en otros países, incluído Kenya.

-¿Y las armas de fuego? -Kanyi, en esos momentos, y con el auditorio enardecido no esperaba ninguna oposición. La pregunta le pilló por sorpresa.

-¿Qué quieres decir?

-Has visto las actuales armas de fuego. ¿Cómo vas a luchar contra ellas? ¿Con lanzas y escudos, como en Elbejet?

Kanyi no había tenido en cuenta que alguien recordara ese episodio después de su arenga, Creía que podría enardecer a todos de tal manera que las palabras de Purko se olvidarían por completo. Sintió que la ira le iba subiendo desde el estómago.

-Sí, Kanyi. Dínos. ¿Cómo piensas que lo hagamos? -ya eran varios los que se sumaban a la petición del primero que había preguntado. Kanyi tenía que responder rápido y bien, si no quería verse en un apuro. Así que contestó lo primero que le vino a la mente, sin reflexionarlo mucho.

-Nos haremos con sus armas. Será fácil. Y después, los expulsaremos.

Esta vez, sin embargo, no hubo estallidos de euforia, como en las ocasiones anteriores. La gente le veía dudar, le veía inseguro ante los interrogantes planteados.

-¿Sabes usar sus armas? -seguía preguntando el primer individuo. Kanyi notaba como la ira hacía que sus ojos fueran enrojeciéndose. Se puso de espaldas a la hoguera, para que no lo notaran los que estaban más cercanos a él.

-No. Pero es fácil aprender.

-Yo creo que no. -era otro maasai. En este caso se había levantado, y miraba fijamente a Kanyi. Éste al verle, susurro por lo bajo:


-Ikoneti. -y alzó la voz- ¿Acaso tú sabes cómo se usan? -la pregunta estaba llena de hostilidad y rencor. Hacía mucho tiempo que no se veían. Prácticamente se habían evitado. Ikoneti no se había entrometido para nada en las andanzas de Kanyi, y este último había respetado las tierras por donde solía vivir Ikoneti y no las hollaba.

-Sé cómo las usan ellos. Por eso me gustaría hablar a la asamblea. -se alzó un murmullo de expectación. Todo el mundo sabía lo parco que era Ikoneti en palabras, y lo poco que le gustaba meterse en asuntos que no atañeran a su propio enkang. Por eso, todos se sorprendieron cuando pidió la palabras. Kanyi, al ver que era mejor una retirada estratégica que un enfrentamiento directo al empecinarse en quedarse a defender una postura que le era cada vez más difícil de explicar, le cedió el sitio.

Pero eso, queridos amigos de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS, será el tema para la próxima entrada.

Hasta entonces, nos vemos en la red.