El responsable de la formación de las cavidades kársticas, y de su modelado posterior con la aparición de todos los elementos que conocemos -estalactitas, estalagmitas, etc.- es una sal. Es el carbonato cálcico. Para que nos entendamos, es un pariente más o menos lejano de nuestra sal común, de nuestra sal de mesa. Y como ella, se disuelve en el agua. Esta sal está compuesta de dos elementos diferentes, con caracteres distintos.El carbonato, que es el que permite la disolución necesaria para que los elementos que forman la sal, el carbono y el calcio, se separen en contacto con el agua. Este carbonato es el que permite que el agua arrastre, poco a poco pedacitos minúsculos, microscópicos, de roca. Cuando el sol cae de plano sobre el horizonte, y calienta la tierra, basta una corriente de agua que fluya a través de una superficie formada por roca calcárea, por roca de carbonato cálcico, para que el agua provoque pequeños "pozos" de disolución, microscópicas fisuras que se irán agrandando hasta formar grietas en la roca y el agua vaya penetrando, cada vez más profundamente, en la misma.
Pero nos queda el calcio. El calcio es un elemento duro. ¿Qué pasa con él cuando es arrastrado por el agua hacia las profundidades de la tierra? Pues el calcio es el que va a constituir los ladrillos, microscópicos, de las grandes formaciones que veremos en las cuevas de origen kárstico. Cuando alcancen una determinada profundidad, el calcio precipitará. Conforme ha ido bajando, también ha bajado la temperatura. El ambiente cálido de la superficie, facilitado por el sol del mediodía, ha ido dejando paso al fresco, y al frío. A una determinada temperatura, el calcio comienza a unirse, lo que se llama precipitación. Y poco a poco, gota a gota, comienza a formar todos los extraordinarios elementos de que podemos disfrutar en nuestra visita a una cueva de este tipo.
Curioso, ¿no? Un elemento pequeño, tan pequeño que aún ni siquiera con microscopio llegaríamos a ver, es el responsable de formaciones que compiten en belleza y magnificencia con las catedrales. No es ni siquiera un ser vivo, sino un simple, sencillo y humilde compuesto químico, compite con el ser más complejo que habita el planeta y que ha tenido la osadía de llamarse a sí mismo sapiens.
























