domingo, 25 de abril de 2021

LA ASERTIVIDAD: EXPRESIÓN DE UNA SANA AUTOESTIMA. 1996. Olga Castanyer


Hoy el libro va de autoayuda. Y aunque pueda creerse que ha quedado retrasado, pues fue publicado en 1996, a finales del siglo pasado, puedo asegurar que tiene plena actualidad. De ahí que ya lleve la friolera de 41 (si no más) ediciones.

Y es que los "trucos" de la asertividad, su definición y sus posibilidades, si funcionan, no pueden variar en tan sólo 25 años, por mucho que nuestra sociedad avance a velocidad de AVE o de jet supersónico.

La autora define la asertividad, dejando claro lo que es y lo que no es. Y también deja bien claro para que sirve. No es un truco mágico para que todo te salga bien. Ni tampoco es adoptar una actitud resignada, como si no se pudiera nada frente al destino cruel que nos toca vivir a cada uno de nosotros. Pero la precisión de la definición se la dejo a la autora.

Después nos lleva a descubrir los "puntos débiles" que nos pueden hacer menos asertivos, y que, por tanto, debemos cuidar. También explica las distintas reacciones que podemos tener a los comportamientos que nos llevan a adoptar actitudes que nos desgastan en demasía y que podríamos resolver de mejor manera usando tan solo un poco de esa asertividad que nos falta.

Y por último, nos hace un repaso de cómo podemos enseñar asertividad a nuestros hijos, y evitarles algunos de los problemas que nosotros, personas poco asertivas, venimos arrastrando a lo largo de nuestra vida, y que serían mucho más llevaderos con algo de esa asertividad que nos falta.

En resumen, un buen libro para leer y aplicar sus enseñanzas.

 

domingo, 18 de abril de 2021

HILDEGARDA DE BINGEN: UNA CONCIENCIA INSPIRADA. 2012. Régine Pernoud.

 


Si la figura de Hildegarda de Bingen está siendo totalmente revisada en los últimos años, siendo "alzada" al puesto de Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI, no se puede descubrir el alcance de esta mujer del medievo únicamente por estos datos.

La autora de esta biografía, Régine Pernoud, la descubrí al hallar una biografía de Leonor de Aquitania. En ella narraba, de forma magistral, toda la vida de la mujer que ha servido de modelo de mujer medieval fuerte, independiente y con carácter.

Régine Pernoud es historiadora, medievalista, paleógrafa y doctora en Letras Francesas; y sus obras han contribuido a situarla como una de las principales medievalistas de finales del siglo XX. Por eso cualquiera de sus obras ("Leonor de Aquitania", "La mujer en el tiempo de las catedrales" y tantas otras) tiene el marchamo de calidad que se pide a cualquier autor que se atreve a contarnos las vidas de personas que vivieron hace 800, 900 ó 1000 años.

Por eso, esta biografía de Hildegarda es mucho más. En ella nos habla sí, de su vida. Pero también nos acerca a su obra y consigue que entendamos el porqué se la ha considerado una de las figuras más importantes del siglo XII. Y no sólo por su obra religiosa, el "Scivias", sino también por su obra profana, sobre la naturaleza, los remedios a las enfermedades que padecían los hombres en aquella época, o sobre la música y el cómo usar ésta como una oración elevada hacia Dios, hacia el Padre.

Además de eso nos encontramos en el libro con la correspondencia que mantuvo, no con sus parientes cercanos, sino con los papas del momento o con emperadores como el mismo Federico II. Y vemos como tanto a unos como a otro los enmienda la plana. No tiene pelos en la lengua para reconvenirlos cuando es necesario. Y estas figuras punteras de su época (no entro en el porqué son punteras, ni es tema de esta entrada) no sólo aceptan las correcciones de la santa, sino que se puede observar en sus respuestas un respeto que puede rozar la admiración en algunos de los casos.

Otro de los puntos importantes del libro es el que recoge los sermones que da la santa en su recorrido, en los últimos años de su vida, por Maguncia y otros lugares en los que existen comunidades cristianas o de monjes, a las cuales acude por expresa petición de dichas comunidades y que reflejan las preocupaciones de la santa, reflejan que, a pesar de sus visiones, era una persona con los pies en la tierra que era capaz de discernir, dentro del comportamiento de su contemporáneos, aquello que puede hacer que la Iglesia Occidental caiga en la separación y el enfrentamiento entre facciones, tal como ocurrirá siglos más tarde.

No me resisto a copiar un texto procedente de uno se sus sermones, en el que la diferencia que marca entre ricos y pobres nos debería hacer reflexionar a todos:

"El rico quiere ser honrado a causa de su fortuna. Se le recibe y se le honra, sobre todo a causa de la ayuda que proporciona contra la adversidad y del temor que provoca su poder. Al pobre se le debe recibir por amor de Cristo y porque es hermano del hombre. Uno y otro no pueden considerarse iguales, pues eso sería no discernir. El rico desdeñaría sentarse en el mismo sitio que el pobre, y el pobre se atemorizaría si tuviera que sentarse junto a él. Pero el pobre debe ser recibido y tenido en consideración por amor de Dios y porque es hermano del hombre. Dios permite que el rico posea riquezas y que las comparta con los pobres, pero en cambio ama la figura del pobre, porque es su imagen. El rico, en efecto, a causa del orgullo de sus riquezas manda sobre los hombres a los que puede dañar, y les trata como si no fueran hombres hechos de la misma forma que él, y al hacer eso comete blasfemia con la palabra hombre, pues el hombre es por sí mismo imágen y semejanza de Dios."

He señalado en negrita aquellos fragmentos que creo más importantes. Y creo que la reflexión nos llevará a tener muy claro dónde estaba el discernimiento de Hildegarda. No es necesario más discursos, ni palabras ampulosas. Con la sencillez de reservar el trato más importante al que cualquier mortal de su época podía aspirar, al reservarlo al pobre, Hildegarda nos demuestra el porqué se la considera actualmente Doctora de la Iglesia. 

domingo, 11 de abril de 2021

SAN JOSÉ. PADRE DE JESÚS EN UNA SOCIEDAD SIN PADRE. 2011. Leonardo Boff


Un libro muy actual. Tanto es así, que parece escrito más tarde, no hace 10 años. Quería leer algo de Leonardo Boff, y he de reconocer que me ha gustado, aunque ha habido algunos momentos en que ha resultado difícil, pues usaba términos y expresiones propias de un erudito de filosofía, por lo que ciertos fragmentos del libro resultan arduos. Sin embargo, los razonamientos y planteamientos de final del mismo están de rabiante actualidad, me atrevería a decir que cada vez más.

En un primer momento, Leonardo recorre toda la figura de San José. No deja palo sin remover. El San José de los evangelios; el de los textos apócrifos; las distintas teorías, más o menos, históricas sobre la persona del carpintero de Nazareth; lo que dicen de él los Santos Padres (los Padres de la Iglesia Católica); los estudios que han empezado a profundizar en su figura en los últimos dos siglos y medio.

Y presenta a San José como la culminación de la hipóstasis, la figura teológica que hace comparar a la Familia Divina (Padre, Hijo y Espíritu Santo) con la Sagrada Familia de Nazareth (San José, Jesucristo y la Virgen María). En esa atribución de papeles, a la Virgen María correspondería el Espíritu Santo; Jesucristo es el Verbo Encarnado, por tanto, el Hijo; y a San José le asigna Leonardo Boff la figura del Padre, a quién se asemejaría en su cuidado a lo largo de su infancia y adolescencia, en la realización de una labor silenciosa y oculta a la vista de la mayoría del mundo, la enseñanza de la Ley y los Profetas a Jesús, su hijo, y la asunción de la paternidad legal de Jesús según las leyes judías que los regían en ese momento.

Por lo que hablamos en el párrafo anterior, San José pasa a ser la personificación de la figura del Padre en la Tierra. Ésta es la tesis principal de este libro, que se convierte en un estudio riguroso de la figura de San José y de su importancia silenciosa dentro de la Sagrada Familia de Nazareth.

Totalmente recomendable para leer y para reflexionar.

sábado, 3 de abril de 2021

LA ABADÍA. 2016. James Martin, SJ


Siempre me han intrigado las siglas. Y unas de las que más, el SJ que había detrás de alguno de los autores de los libros que ojeaba en bibliotecas o librerías. Muchos años  después me enteré que SJ correspondía a Sacerdote Jesuíta, a un miembro de La Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en el siglo XVI.

James Martin es uno de ellos. Y tiene otras singularidades. Es estadounidense, con lo cual, en sus libros se aprecia una espiritualidad lejos de las tradiciones de la Iglesia Católica europea. allí la sociedad es mucho más diversa en cuanto a credos, y la Iglesia Católica no es, ni con mucho, tan predominante como aquí en Europa, y no digamos en España, aunque cada vez menos.

Por eso, cuando encontré que se trataba de la primera novela escrita por esta persona, me decidí a comprarla y leerla. El que crea que se trata de un thriller policíaco, estilo "La abadía de los crímenes", va muy desorientado. Es un relato sencillo, que parte de tres personajes totalmente distintos, que han sufrido distintas pérdidas a lo largo de su vida, y cuyas vidas se entretejen, pero sin llegar a mayores, como en la vida misma.

Sobre todo, lo que destaca desde la mitad de la obra, y así lo señala el escritor en boca de uno de sus personajes, es la presencia de Jesucristo, de Dios, en medio de la vida de estas personas. Pero se nos va presentando poco a poco, sin milagros, sin apariciones, sin estruendos ni estridencias. Todo sencillo, humilde, como el Jesús del que no conocemos nada. Me refiero al Jesús de antes de la predicación, al Jesús de los años ocultos.

Y es una novela que también la puede leer un ateo, un agnóstico o un creyente de cualquier religión. No impone una manera de pensar. Sólo muestra distintas formas de enfrentarse a la vida, y una de ellas es admitir la presencia del amor del Padre que fue predicado por Jesús de Nazaret. Se trata por tanto de una novela que debe leerse sin complejos, y que, sin embargo, no es apta para los acomplejados del mundo actual.