lunes, 30 de enero de 2017

LCP Cap.51: CURA MAASAI PARA LOMBRICES INTESTINALES

Queridos amigos. Debido a causas personales, muy felices por mi parte, no he podido colgar el episodio correspondiente de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS.

Con la entrada de hoy, retomamos la aventura de Makutule, el muchacho Maasai a través del cual estamos descubriendo las tradiciones y costumbres de este pueblo milenario. Espero os guste y goce de vuestro aprecio.

En la última entrada, Makutule iniciaba su aprendizaje como laibón. Empezaba por conocer los conceptos generales de lo que será en un futuro su labor dentro de su pueblo. A partir de hoy, va a ir descubriendo las soluciones particulares a cada problema al que pueda enfrentarse.

Cebras de Thompson bajo la lluvia. Foto de APW/Laly Lichtenfeld

En la estación de las lluvias las madrugadas son frías en Maasailand, en la tierra Maasai. Las temperaturas bajan efecto de la humedad, ayudadas por la altitud, pues suelen ser mesetas que pueden superar los mil metros de altura sobre el nivel del mar. Pero eso al pueblo Maasai no le importa, pues muy pocas veces ve el mar. Sin embargo, es en esa época cuando Obago, el laibón del cual Makutule estaba recibiendo toda la enseñanza para convertirse en nuevo y sabio laibón, tenía la mayor afluencia de pacientes aquejados de lo que llamaba "frío común", y que él solía curar con diversas hierbas. Osokonoi, iseketek, lolpurkel eran los nombres de las que usaba y que Makutule tuvo que aprender. Las utilizaba indistintamente, según la disponibilidad de las mismas en el campo, cuando salía a recolectarlas. En esas salidas, el muchacho fue aprendiendo a distinguir unas hierbas de otras, los lugares más frecuentes de crecimiento para cada una de ellas. También aprendió cómo evitar el encuentro con los animales salvajes peligrosos, y con las alimañas.


Un buen día llegó a la choza una madre con su hijo. El chico tendría más o menos la edad de Makutule, pero estaba muy flaco. A pesar de ello, comía un montón. Pero nada le servía para engordar. La madre había recorrido un camino muy largo, de varias jornadas, pues le habían dicho que Obago era el laibón que podría solucionárselo. Obago escuchó a la madre atentamente y después le pidió algo que sorprendió a Makutule. ¡Quería meter el dedo en el culo del chico! La madre quedó parada por unos segundos, pero al fin y al cabo, no iba a haber recorrido tan largo camino en balde.

Ante la mirada atenta de su pupilo Makutule, Obago lo primero que hizo fue explicar al niño lo que iba a hacer y para qué: iba a encontrar la razón de su delgadez. El niño miró a su madre con los ojos muy abiertos. Ella asentía con la cabeza, sonriendo a su hijo, aunque en su interior aun guardaba dudas de la "técnica" de ese laibón. El niño confió en su madre y se dejó hacer. Obago usó el meñique, el dedo más pequeño, para causar el menor daño posible. Antes se lo untó en grasa de vaca. Al ir a introducirlo, pidió al niño que hiciera fuerza como si expulsara las heces. Ésto permitió el paso más fácilmente al meñique. Una vez en su interior, giró el dedo por dos veces y lo sacó.

Oxiurus adultos

Al extraerlo, salieron unas bolitas, como especie de bolsitas muy pequeñas, y unos filamentos que empezaron a retorcerse. Al verlos la madre y el niño retrocedieron espantados; sobre todo la madre, pues creyó que a su hijo le había poseído un demonio. Obago necesitó de toda su paciencia y de gran parte de su tiempo para convencerla de que aquello que había salido por el ano de su hijo no era ningún demonio, sino lombrices, unos simples gusanos muy pequeños, unos parásitos que invadían el intestino y que provocaban la extrema delgadez del niño.

La buena noticia es que esta situación podía remediarse. Tenía cura. Los parásitos podían ser expulsados del intestino del niño. Se podía conseguir que las lombrices abandonaran el cuerpo del niño. Se realizaba una mezcla en agua hervida de olmugutan e iseketek, dos hierbas, y se tomaba por boca. Este brebaje era el encargado de matar a las lombrices, a esos "demonios" que estaban evitando que su hijo se desarrollara adecuadamente, como cualquier otro niño maasai.

Albizia antihelmíntica Brongn. Conocida por el pueblo Maasai como Olmugutan.
Gladiolus watsonioides, cortesía de John Grimshaw's Garden Diary. Posiblemente la flor conocida por los Maasai como iseketek

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