Laudato Sii, o mio Signore,... Así empieza el Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís (1181-1226). Este texto literario, oración y poesía al mismo tiempo, los franciscanos lo convirtieron en una canción que yo aprendí en los años de mi adolescencia. En este Cántico, San Francisco da gracias a Dios por todo lo creado, y no sólo habla de los seres vivos, aquellos en los que alienta el soplo de la divinidad, sino que incluye dentro de las criaturas de Dios a los astros, el Sol, la Luna, la Tierra y a todo aquello creado por el Señor.
Por ello, cuando el Papa Francisco dió a conocer el título de su primera encíclica, pues la anterior había sido escrita en gran parte por su predecesor Benedicto XVI, me resultó totalmente acertado. Se correspondía con el nombre que eligió el Papa Bergoglio para su pontificado, Francisco, recordando al santo de Asís. Y se correspondía al mensaje que desde el primer momento quería transmitir a todo el mundo.
Tras leerla, he de decir que he ido pasando del reconocimiento a la admiración. Los medios de comunicación han catalogado a la encíclica "LAUDATO SI" como un documento del Papa sobre el medio ambiente. Si se lee, cosa que le será posible a cualquier persona interesada, pues el estilo es directo, no es rebuscado, y la comprensión se hace fácil, se puede comprobar que es mucho más que un simple documento sobre el medio ambiente. Se trata de un escrito donde se refleja el mundo actual de principios del siglo XXI, y está dirigido a todas las personas, no sólo a los cristianos, pues el retrato que hace de los problemas que acucian al hombre de hoy es sumamente acertado.
Comienza el Papa Francisco con lo que le ha llevado a escribir esta encíclica, explicándolo de forma breve y sencilla, y refiriéndose al santo de Asís destacando de él el amor a todo lo creado, al mundo en su conjunto, no sólo al hombre particular. Después pasa a describir los problemas medioambientales que sufre la Tierra en estos momentos y la reacción del hombre ante los mismos, así como la importancia que tienen para toda la humanidad en su conjunto. Aquí se presenta como un profundo conocedor de los distintos aspectos de la degradación que sufre el planeta, de las causas de dicha degradación y de las consecuencias tanto para el medio ambiente como para la humanidad. Muchos no serán capaces de reconocer el grado de sabiduría que tienen sus palabras, sobre todo porque provienen de alguien que representa a una institución, la Iglesia, que pueda parecer que ese tipo de problemas le tocan un poco de lado. Nada más lejos de la realidad. Es un resumen completo y esclarecedor de la situación del hombre y de lo que éste está haciendo con su "casa común" como dice el Papa Francisco durante varias veces en esta encíclica.
Presenta un planteamiento que parte de las raíces del cristianismo, pero que podría ser aceptado por cualquier persona, independientemente de su credo, o no credo. Habla de la raíz humana de la crisis ecológica, de lo que supone realmente la "globalización", de los peligros que presenta y la forma de afrontarlos.
Nos habla de una "ecología integral" en la que incluye todo. No se trata de salvar las selvas porque son bonitas, no se trata de salvar los mares porque pueden ser las reservas alimenticias del planeta, no se trata de conservar los ecosistemas por su riqueza faunística. Se trata de comprender que la ecología nos incluye a todos, que todos estamos integrados en un sistema único que es la Tierra y que debemos cuidar, la Tierra no es nuestra "heredad", es nuestra "responsabilidad" y según actuemos, así se desarrollarán los acontecimientos.
Por último marca unas líneas de acción, las más adecuadas según todos los distintos líderes de opinión y que se han ido vertiendo y estudiando en las distintas cumbres sobre el futuro del planeta. Da su opinión tanto desde el punto de vista de la fe, como desde las distintas opciones que tiene el hombre actualmente para enfrentarse a los retos que plantea el siglo XXI.
Una última reflexión. "Pacem in terris", enclíclica del Papa Juan XXIII (1881-1963) pasa por ser una de las más importantes, si no la más importante, de las encíclicas del siglo XX.
En ella, ante el peligro que suponía la guerra fría entre las dos grandes potencias de aquel entonces (EEUU y URSS) el Papa Juan XXIII hacía un llamamiento a la paz entre los hombres, no como idea utópica de bienestar de la sociedad humana, sino como auténtica necesidad para apartar la amenaza de una guerra nuclear que podría acabar con el mundo en ese momento.
"Laudato si" podría considerarse la encíclica que marca el siglo XXI. Vuelve a pasar algo parecido. El Papa no habla de religión. Habla de la necesidad del ser humano de enfrentarse y superar un peligro que tiene en estos momentos que puede llegar a ser tan grave como la amenaza de la guerra fría. La destrucción del planeta no es algo filosófico, o de ciencia-ficción. La destrucción del planeta se está produciendo ya y todos sufriremos sus consecuencias. Por ello, la encíclica del Papa Francisco puede ser la encíclica del siglo XXI, pues nos describe el problema de la humanidad de hoy y la forma de resolverlo.
Recomiendo a todos su lectura. Es enriquecedora e iluminadora.
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