martes, 10 de diciembre de 2024

MEDICINA: Fracturas distales de radio

 


La fractura del extremo distal del radio (FEDR) es una de las fracturas más comunes en adultos, corresponde al 18% de las fracturas totales [7].

Las fracturas del radio distal (FRD) suelen ser lesiones complejas que pueden afectar a la

metáfisis y a la epífisis radial y al extremo distal del cúbito. Las lesiones asociadas de la articulación radio-cubital distal y del cúbito distal son frecuentes. De hecho, las fracturas del radio distal (FRD) son indisociables de las lesiones del extremo distal del cúbito [2], por lo que se justifica plenamente la denominación de fracturas del extremo distal de ambos huesos del antebrazo.

En cuanto a los factores de riesgo de sufrir este tipo de fracturas, por un lado, encontramos factores personales, como son la edad, sexo, el estilo de vida o el estado de salud en el que se encuentra el paciente, como puede ser la presencia o no de osteoporosis. Y por otro lado los factores ambientales, como el clima en el que vive la persona o la densidad de población [8].

Mecanismo de producción.

Se considera la fractura más frecuente, afecta principalmente a personas de mayor edad y se produce como consecuencia de una caída sobre la mano extendida [1]. Puede clasificarse en dos tipos, dependiendo del mecanismo de producción:

Por extensión: fractura de Colles.

Por flexión: fractura de Goyrand y fractura de Smith o de Colles invertida.

Diagnóstico

Aunque el diagnóstico de fractura se realiza mediante el estudio radiológico, debemos sospecharlas ante una caída con apoyo de la mano y con clínica de dolor importante a la palpación e impotencia funcional. Además, podemos encontrar deformidad o hinchazón de la muñeca.

La presentación clínica se caracteriza por dolor y edema en la muñeca y en la zona distal del antebrazo. En la fractura de Colles [1] se observa la típica deformidad «en dorso de tenedor», debido al desplazamiento dorsal del extremo distal del radio.

De rutina se utiliza la radiografía con proyecciones anteroposterior y lateral, donde se pueden observar los trazos de fractura y la estabilidad que presenta. La tomografía computerizada (TC) podría ser útil en fracturas intraarticulares y la resonancia magnética (RMN) si hay lesiones de partes blandas o para descartar la fractura [7]. La imagen radiográfica nos ofrece una visión de la disposición de los huesos de la muñeca, la distancia entre ellos nos sirve para valorar la fractura, si es simple o compuesta, si hay conminución, si existe dislocación de la articulación, si está impactada, además de medir la inclinación radial y los grados de desplazamiento que presenta [7]. Y con todo esto saber qué tipo de fractura es la que presenta el paciente.

Tratamiento

La elección del tratamiento ante una fractura de radio distal depende de muchos factores como son el tipo de fractura, la estabilidad o inestabilidad que presenta, la calidad de la reducción, si se trata de la mano dominante o de la no dominante, la ocupación que tiene el paciente y el nivel de actividad que realiza, además de los factores de riesgo que presenta el paciente.

Los criterios de inestabilidad que se utilizan hoy en día fueron descritos por Lafontaine a través de cinco predictores como son:

• Personas mayores de 60 años

• Angulación dorsal > 20 grados

• Conminución dorsal

• Fractura que involucre de manera parcial o completa la superficie articular

• Fractura de cubito asociada

Actualmente consideramos pues que la fractura es inestable cuando nos encontramos con al menos tres de los cinco criterios.

Radiológicamente, existen otros criterios de inestabilidad que son [9]:

- Desplazamiento dorsal >15º

- Desplazamiento volar >20º

- Desplazamiento cubital >4mm

- Inclinación radial <10º

El tratamiento conservador es el más frecuente [1] y el más utilizado cuando la fractura no está desplazada o se encuentra mínimamente desplazada, cuando la reducción es aceptable y no hay otras lesiones. La mayoría de los ensayos aleatorios no logran mostrar evidencia convincente de la superioridad de una técnica de tratamiento, quirúrgica o conservadora, sobre otra para todo el espectro de FRD. La variedad y complejidad de los patrones de fractura, las lesiones asociadas a los ligamentos radiocubital e intercarpiano distal, los factores del paciente (p. ej., osteoporosis, nivel de actividad, enfermedad sistémica) impiden una única solución para el conjunto de todas las FRD. Por otro lado, el tratamiento quirúrgico implica complicaciones debidas a la cirugía que con el tratamiento conservador se evitan.

El tratamiento ortopédico o conservador se basa en la aplicación de un yeso o un material equivalente, destinado a la contención de una fractura no desplazada o reducida por maniobras externas. Siempre debe efectuarse una inmovilización con cabestrillo durante 6 semanas, pues limita el riesgo de desplazamiento secundario y permite la cicatrización de posibles lesiones capsulo-ligamentosas [2].

La reducción debe realizarse bajo anestesia. Se procede a la infiltración por vía dorsal de 10-20 mL de un anestésico local en el foco de fractura. Tras la administración del anestésico, es necesario permitir que éste se difunda alrededor de la zona de fractura, lo cual supone una espera de entre 5 y 10 minutos.

La reducción se consigue realizando una tracción longitudinal firme a la vez que se presiona directamente sobre el fragmento distal, ejerciendo simultáneamente flexión (en la fractura de Colles) o extensión (en la fractura de Colles invertida) del carpo, disponiéndolo en pronación y desviación cubital. Posteriormente se aplica durante 4-7 semanas un yeso antebraquial completo en flexión palmar y desviación cubital [1, 6]. Hay que realizar control radiológico posterior.

Aproximadamente, a los 10 días hay que realizar un nuevo control radiológico para asegurar que se mantiene la reducción y, por tanto, la estabilidad de la fractura. A las 6 semanas, se recomienda un último control radiológico para verificar la curación de la fractura y la posición aceptable de los fragmentos de la misma [6].

El gran reto del tratamiento ortopédico de la fractura de Colles no consiste tanto en la reducción de la fractura como en el mantenimiento de la posición de la misma durante el periodo de inmovilización.

Se recomienda que los pacientes que presenten niveles desproporcionados de dolor, pérdida del movimiento, edema o una recuperación funcional retrasada deben ser evaluados y tratados mediante rehabilitación y realizar fisioterapia o terapia ocupacional [10].

Complicaciones.

Dos problemas dominan la evolución: por una parte, la repercusión sobre la articulación radio-cubital distal (los dolores cubitales de la muñeca son la secuela más frecuente de la FRD) y, por otra, la aparición de una algodistrofia, que afecta al 25-33% de los casos y que puede dejar secuelas funcionales prolongadas e incluso definitivas [3, 6].

Lo que se asocia a una inestabilidad radio-cubital distal (RCD) no es tanto el nivel de la fractura como su desplazamiento. Un acortamiento radial de 3-5 mm o una desviación dorsal de más de 20° afectan al resultado funcional. Los mismos efectos producen una inclinación radial menor de 10° o una traslación radial mayor de 2 mm. El estudio de Gliatis et al. demuestra que los parámetros extraarticulares no influirían en la intensidad o la frecuencia de los dolores de la muñeca tras un seguimiento de 5 años [4], como tampoco lo harían los parámetros intraarticulares.

La edad es un factor importante pero no hay consenso sobre una edad a la que se debería ofrecer un tipo de tratamiento u otro, no hay una edad de corte que muestre a partir de qué edad se considera a un paciente mayor o joven. Existen estudios donde se observa que en los mayores de 60 años hay más tendencia a desplazamiento secundario [9]. Es bien sabido que incluso las fracturas sin desplazamiento primario pueden desarrollar un desplazamiento secundario, bajo tratamiento conservador, en el momento de la curación completa, y, por el contrario, las fracturas con un desplazamiento primario considerable pueden, después de la reducción e inmovilización, curar anatómicamente con un yeso [6].

Algodistrofia (AD) o síndrome doloroso regional complejo de tipo 1

Su prevalencia es del 15-35% en los estudios prospectivos recientes [5], con una incidencia más elevada en los casos de fractura asociada de la estiloides cubital. La AD era el factor que más influía sobre el resultado funcional y la satisfacción del paciente a 1 año. El diagnóstico es clínico y se apoya en las características del dolor, los trastornos simpáticos y los trastornos motores. Ningún tratamiento médico modifica la evolución espontánea si la AD ya está instaurada.

La AD se ha observado que puede ocurrir en cualquiera de los tratamientos utilizados [11]. Junto a este hallazgo, se ha documentado la asociación entre AD, el sexo femenino, y las fracturas de alta energía [12].

BIBLIOGRAFÍA

[1] Jiménez Murillo L., Roig Rodríguez J.J., Moreno Herrera C.M., Vida Pérez M., Bravo Aguilera C., Montero Pérez F.J. “Fracturas y luxaciones de la cintura escapular y del miembro superior” Capítulo 186. “Medicina de urgencias y emergencias, 7.ª edición”. Edit. Elsevier España S. L. U. 2023; 1022-1038.

[2] Laulan J., Obert L. “Fractures de l’extrémité distale des deux os de l’avant-bras chez l’adulte”. EMC (Elsevier Masson SAS, Paris), Appareil locomoteur, 14-045-B-10, 2009.

[3] Laulan J, Bismuth JP, Sicre G, Garaud P. “The different types of algodystrophy after fracture of the distal radius. Predictive criteria of outcome after 1 year”. J Hand Surg [Br] 1997;22: 441-7.

[4] Gliatis JD, Plessas SJ, Davis TR. Outcome of distal radial fractures in young adults. J Hand Surg [Br] 2000; 25:535-43.

[5] Dumontier C, Herzberg G. “Les fractures fraîches du radius distal chez l’adulte”. Rev Chir Orthop 2001; 87:1S67-1S141.

[6] Tägil M. Distal Radius “Fractures”. Capítulo 15. “Green's Operative Hand Surgery, Eighth Edition”. Edit. Elsevier, Inc. 2022; 601–676.

[7] Hove LM, Lindau T, Hølmer P. “Distal Radius Fractures Current Concepts”. 1st ed. Berlin Heidelberg: Springer-Verlag; 2014.

[8] Solvang HW, Nordheggen RA, Clementsen S, Hammer O-L, Randsborg P-H. “Epidemiology of distal radius fracture in Akershus, Norway, in 2010–2011”. Journal of Orthopaedic Surgery and Research. 13 de agosto de 2018;13(1):199.

[9] Walenkamp MM, Aydin S, Mulders MA, Goslings JC, Schep NW. “Predictors of unstable distal radius fractures: a systematic review and meta-analysis”. J Hand Surg Eur Vol. 2016 Jun;41(5):501-15.

[10] Handoll HH, Elliott J. “Rehabilitation for distal radial fractures in adults”. Cochrane Database Syst Rev. 2015 Sep 25;(9):CD003324.

[11] Lutz K, Yeoh KM, MacDermid JC, Symonette C, Grewal R. “Complications associated with operative versus nonsurgical treatment of distal radius fractures in patients aged 65 years and older”. J Hand Surg Am. julio de 2014;39(7):1280-6.

[12] Roh YH, Lee BK, Noh JH, Baek JR, Oh JH, Gong HS, et al. “Factors associated with complex regional pain syndrome type I in patients with surgically treated distal radius fracture”. Arch Orthop Trauma Surg. diciembre de 2014;134(12):1775-81.

martes, 3 de diciembre de 2024

MEDICINA: Síndrome de Distress Respiratorio Agudo (SDRA)

 


El síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) del adulto es un edema lesional que se debe a una permeabilidad anormal de la membrana alveolo-capilar pulmonar, que aparece tras una lesión directa o indirecta, asociado a una inflamación pulmonar intensa y a una hipoxemia grave.

Desde su descripción inicial en 1967, el SDRA ha sufrido numerosos intentos de definición. En la definición más reciente [2] se han tratado de compensar algunos límites de la definición precedente:

• se ha precisado la aparición aguda en el plazo de 1 semana, aunque en la mayoría de los casos se declara dentro de las 72 horas siguientes a una lesión pulmonar.

• las pruebas de imagen, que ya no se limitan a la radiografía, deben permitir identificar opacidades bilaterales.

• hay que descartar de manera categórica un componente hidrostático de edema pulmonar y/o insuficiencia cardiaca, a partir de datos objetivos (presión en la aurícula izquierda por ecocardiografía o catéter de Swan-Ganz), pero sólo si no se ha demostrado con claridad un factor de lesión pulmonar.

• la hipoxemia se determina según la relación PaO2/FIO2 (presión arterial de oxígeno/fracción inspirada de oxígeno) con una presión espiratoria positiva (PEP) de al menos 5 cmH2O y permite clasificar al SDRA en tres estadios: leve, moderado y grave, con umbrales de PaO2/FIO2 de 300, 200 y 100 mmHg, respectivamente.

Se recomienda confirmar los elementos de la definición, en particular la hipoxemia, al cabo de las 12-24 horas de evolución lo que permite identificar a los pacientes de pronóstico desfavorable.

La incidencia del SDRA es de 78,9 casos cada 100.000 personas por año [2]. Los factores de riesgo de mortalidad no modificables por un tratamiento son, sobre todo, la edad avanzada, la gravedad inicial elevada, un estado de shock, un plazo más corto en UCI tras la aparición del SDRA, una duración de hospitalización más larga antes del inicio del SDRA, el aspecto radiológico y la inmunodeficiencia.

El SDRA es la expresión de una lesión de la membrana alveolo-capilar del pulmón, que puede ser directa, en el lado epitelial, o exterior, de la membrana, como en las neumonías infecciosas, o indirecta, en el lado endotelial, o interior, como tras un shock séptico de origen urinario. Así pues, la sepsis infecciosa es la primera causa de SDRA. Una vez dada la causa que provocaría el SDRA, solamente se produce el cuadro de SDRA en el 25% de los casos. Para que un SDRA aparezca después de un factor de riesgo determinado, es preciso que haya otros factores antes, durante o después de la exposición a este factor principal. Por otro lado, la respuesta del huésped es la responsable de que, tras una lesión pulmonar, algunos pacientes desarrollen un SDRA y otros no lo hagan. Aunque no se conoce bien su naturaleza, parece que en ella participan factores genéticos.

Entre los factores de riesgo directos, la neumopatía infecciosa es la causa más frecuente. Entre los factores de riesgo indirectos, la sepsis extrapulmonar es la causa más frecuente.

En la actualidad, el diagnóstico de SDRA se basa en la identificación de los criterios de la definición [1]. El análisis del contexto de aparición es fundamental. Dado que la sepsis es la causa principal del SDRA, determinar el punto de partida de la infección (pulmonar o extrapulmonar) y el agente infeccioso responsable es la base del diagnóstico etiológico. El SDRA por inhalación se da cuando existe aspiración de líquido gástrico por reflujo gastroesofágico, ahogamiento, inhalación de cloro o de humo [3].

BIBLIOGRAFÍA

[1] Ranieri V.M., Rubenfeld G.D., Thompson B.T., Fergsuon N.D., Cladwell E., Fan E., et al. “Acute respiratory distress syndrome. The Berlin Definition”. JAMA 2012;307: E1–8.

[2] Rubenfeld G.D., Caldwell E., Peabody E., Weaver J., Martin D.P., Neff M., et al. “Incidence and outcomes of acute lung injury”. N Engl J Med 2005; 353:1685–93.

[3] Bedet A., Mekontso Dessap A. “Edema pulmonar”. EMC - Tratado de medicina Volume 24; n◦2; junio 2020.