jueves, 9 de agosto de 2018

LA SANTIDAD DE SANTA MÓNICA


Queridos amigos de CULTURA Y SERENIDAD, nuevamente traemos a colación un tema religioso a ésta ventana a la cultura. Y, ¿por qué? Pues porque el que ésto escribe ha estado leyendo, ya lo dije al entrada pasada, "Las Confesiones", de San Agustín. Y, aparte de todo el legado teológico que nos hace llegar desde aquellos finales del s. III y principios del s. IV de nuestra era, ha habido dos cosas que a este humilde lector le han llamado la atención.

La primera ya la conté al semana pasada. Lo poco que habla San Agustín sobre su hijo Adeodato. La segunda, toca hoy, y es sobre Santa Mónica, la madre de San Agustín.

La muerte de Santa Mónica (Ottaviano Nelli, 14-10-1420, iglesia de San Agustín en Gubbio, Italia)
En un primer momento me iba a referir, y lo haré, a su muerte, tal como la relata su hijo. Pero, sin embargo, releyendo su historia, y teniendo en cuenta que no se conoce canonización oficial, sino que tan sólo se celebraba su memoria el 4 de mayo. Con el advenimiento del nuevo calendario gregoriano en el s. XVI se consideró que habría que pasar su fiesta un día antes de la de San Agustín, es decir, al 27 de agosto, que está cerca de nosotros; digo que reflexionando sobre todo ello cambié el título de la entrada. Y le pusé el que rige más arriba.

Pero empezaré por su muerte, narrada en el libro IX de Las Confesiones, de San Agustín:

"...cayó enferma con grandes fiebre. Uno de esos días tuvo un desvanecimiento, perdió los sentidos y no reconocía a los que la rodeaban. Acudimos todos... Y luego, viéndonos sumidos en una asombrada tristeza, continuó: "Aquí sepultaréis a vuestra madre...Sólo os ruego que me recordéis siempre ante el altar del Señor". Y habiendo expresado este último deseo con las palabras que pudo concertar, se hundió en el silencio, y su enfermedad se agravó... Y fue así como al noveno día de su enfermedad y al año quincuagésimo sexto de su vida y al trigésimo tercero de la mía, salió de su cuerpo aquella alma pía y religiosa." (Las Confesiones, libro IX, capítulo 11; San Agustín).

Lo primero que me sorprendió de la muerte de Santa Mónica fue que, rodeada de dos de sus hijos y de aquellos que la querían, nadie habla de avisar a un médico. Ninguno de los presentes habla de la posibilidad de que haya una cura para sus fiebres. Y esto me produjo un fuerte contraste. Un fuerte contraste con el momento actual en que vivimos, en que lo primero que acudimos, ante cualquier mal, es a alguién que nos pueda curar, alguién que nos resuelva el problema de salud. No tenemos la serenidad suficiente para aceptar la evolución de las cosas.


Pero nadie piense que yo esté acusando a San Agustín de no recurrir al consejo o a la sabiduría de algún médico que hubiera en la ciudad de Ostia, donde su madre murió. No. Lo que digo es que no lo refleja en sus "confesiones", no se preocupa de dejar por escrito que hizo todo lo materialmente posible para "salvar" la vida de su madre, no se preocupa porque el lector crea que la dejara morir sin poner remedio a las fiebres que provocaron su fallecimiento. No le importa tanto el salvar la vida de su madre, como el estar junto a ella en esos momentos. Y después relatará detalladamente todo el dolor que sintió su corazón con semejante pérdida.


En resumen, me resultó curiosa la serenidad que muestra un hombre del s. III-IV de nuestra era ante la muerte, mientras un hombre civilizado, que le aventaja en 17 siglos de avances científicos y tecnológicos, se encuentra totalmente desarmado ante el miedo a la muerte. Porque, amigos míos, ¿de qué nos valen los adelantos científicos y técnicos si no nos dan la serenidad necesaria para enfrentarnos a las grandes encrucijadas de la vida? San Agustín, no por ser santo, sino por ser un hombre de su tiempo, tenía esa serenidad. Sinceramente, para mí la quisiera.

Hasta aquí, lo que había pensado hablar de Santa Mónica en esta entrada. Pero ahora viene la parte que me hizo reflexionar. ¿Por qué se le hizo Santa a Mónica, la madre de San Agustín? Mi sorpresa fue mayor aún cuando descubrí que no existe ningún registro de canonización. Pero, sin embargo, siempre se la ha celebrado como la patrona de madres y esposas, desde la alta Edad Media hasta nuestros días. Y es Francisco de Sales, en el s. XVI, quién se refiere a ella como ejemplo para madres y esposas. ¿Qué es lo que más haría de Mónica una santa? ¿Su profunda religiosidad? ¿La vida dedicada a un marido que la maltrataba y la engañaba? ¿El cuidado que ponía en sus hijos, sobre todo el más descarriado, Agustín? En cualquier momento podéis acceder en la web a su biografía. Con escribir Santa Mónica en un buscador, os saldrán bastantes páginas sobre su vida. Os ánimo a que lo hagáis, su vida merece una mención aparte.


Pero aquí sólo voy a hacer referencia a aquello que creo que hace Santa a Mónica. Y que ella misma lo dice, por boca de su hijo Agustín, en Las Confesiones: "Sólo os ruego que me recordéis siempre ante el altar del Señor". Santa Mónica rezó y rezó, pidió a Dios por su hijo descarriado, rogó al Ser Todopoderoso que hiciera que su hijo no se perdiera. Un obispo le llegó a decir un día: "Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas." Y su hijo no sólo no se perdió, sino que fue bautizado y Mónica lo pudo ver. Y su hijo no sólo no se perdió, sino que constituye actualmente uno de los pílares teológicos de la Iglesia, a la que amaba tanto Santa Mónica.

Viendo todo esto, me surje una duda. San Agustín, Padre de la Iglesia por sus numerosos escritos y defensa de la Iglesia frente a las distintas herejías del momento, se yergue como un gigante en la Historia de la Iglesia. Pero, Santa Mónica, con su comportamiento humilde, callado, generoso; con su rezar y rogar contínuo ante Dios, fue la que hizo de San Agustín lo que fue. ¿Quién es más santo? ¿El que habla mucho de Dios o el que reza y ora ante Dios? ¿El que busca la verdad, encontrando a Dios, como San Agustín, o la persona que confía plenamente en el Ser Supremo, en que será escuchada, y no desiste de su ruego, en la seguridad de que Dios se lo concederá?

Para mí creo que la respuesta está clara, y seguro que San Agustín me daría la razón. ¿Y para vosotros?

Queridos amigos, hasta la próxima entrada. Nos vemos en la red.

Santa Mónica y San Agustín en Ostia, Italia.

jueves, 2 de agosto de 2018

ADEODATO, EL HIJO DE SAN AGUSTÍN

San Agustín de Hipona

Aquellos que hayan seguido de forma más o menos contínua o sistemática este blog, bien porque lo pillaran desde el principio o bien porque hayan buceado en las distintas entradas que he realizado a lo largo de estos años, sabrán que una de mis primeras entradas se refería a una frase de San Agustín, que siempre ha sido malinterpretada, tergiversada y que ha justificado en algunas personas su elección por la vida libertina. Dicha frase era: "Ama y haz lo que quieras".

No voy a hablar hoy de dicha frase, ya lo hice. Voy a contaros otra de mis experiencias "veraniegas", a las que estamos dando rienda en estos días de caluroso verano. Bien. Allá va.

Hace poco tiempo he acabado de leer el libro "Las Confesiones" de San Agustín, por segunda vez. Es un relato estructurado en 13 libros, en los que, durante los 10 primeros, nos confiesa su vida y su recorrido en busca de la verdad. Y en el que, dirigiéndose a Dios en todo momento, confiesa al lector que esa verdad la encontró en Dios, en Jesucristo. Alguien al cual rechazaba en un primer momento, pero que, poco a poco, al ver que el resto de doctrinas no llenaban sus ansías de auténtico conocimiento de la verdad, se fue acercando. Primero como simple observador. Segundo como catecúmeno. Y tercero, por fin, como bautizado a los treinta y pico años.


En su libro menciona, casi de pasada, a su hijo Adeodato. Y me resultó curioso este detalle, sobre todo en un relato que pretende confesar todos los sentimientos del autor. Adeodato fue un hijo que tuvo con una mujer que le acompañó durante mucho tiempo. Se podría decir que, sin casarse, era su mujer. Formaban pareja. Como muchas de las actuales relaciones entre personas. De ella habla más que de su hijo. Se trataba de una sirvienta, que le sigue hasta que, al ver que puede ser un estorbo para él, porque le impide un matrimonio ventajoso con la hija de un prócer de la ciudad de Milán, desaparece. Huye, dejando atrás incluso al hijo que ha tenido con Agustín. Ya la historia no dirá más de ella. Imposible, pues no sabemos ni su nombre. Agustín no lo menciona.

Pero sí el de su hijo. Adeodato ("Dádiva a Dios"). Al ponerle ese nombre, con ese significado tan profundo, la pareja debería quererle mucho. La madre, sin embargo, le abandona junto al que cree le puede dar un mejor futuro, junto a Agustín. Pero San Agustín prácticamente no lo menciona en "Las Confesiones", aunque sí mencione el hecho de la desaparición de su pareja como algo desgarrador, que le sume en la tristeza, en el dolor, y todo ello le impulsa a tomar el camino fácil de la lujuria y el desenfreno para intentar mitigar dicha desgracia. Raro en alguien que no sólo será santo, sino además será considerado Padre de la Iglesia. Y esa situación de desenfreno la explica claramente en "Las Confesiones". Explica su causa, se avergüenza de su comportamiento, y nos habla de su salida de dicha situación, que no fue nada fácil, porque él mismo no veía en lo que se había convertido su vida, y no aceptaba consejos de nadie.


Por eso, y vuelvo al tema, me resulta mucho más curioso el que no hable de Adeodato, de su hijo, a lo largo del libro. Más aún cuando tuvo que hacerse cargo del mismo. Y empiezan las preguntas. ¿No quería a Adeodato? ¿Le culpaba de su situación en ese momento? ¿Perdió el interés por su hijo, que era fruto del amor que había tenido con aquella mujer que le abandonó?

Para quién somos padres nos resulta muy difícil contestar afirmativamente a esas preguntas. El cariño que nos une a nuestros hijos haría que fueran una parte importante de un libro en que nos confesáramos. Entonces, ¿por qué el Padre de la Iglesia no habla de su hijo? No puede ser por vergüenza, pues bien nos describe todas las situaciones de lujuria que cometió antes de su bautizo, sobre todo en esta parte de su vida, y además lo reconoce de sin obviar nada. Por tanto, no cabe que pudiera avergonzarse de su hijo.
San Posidio de Calama. Autor de "Vida de San Agustín"
Así que me decidí a indagar, y tras consultar algunos libros (entre ellos la "Vida de San Agustín", escrita por San Posidio, la cual recomiendo para ver qué distintas eran las cosas al principio de la Cristiandad de lo que nosotros creemos) y ver algunas páginas de internet, me encontré con la clave.

Adeodato había fallecido a los 16 años. Ésa era la razón de no hablar de Adeodato, sino simplemente mencionarlo de forma lo más sucinta posible. San Agustín sufrió la muerte de su hijo. No es que no lo quisiera, todo lo contrario. No es que considerara que era un estorbo o fruto de su relación ilícita, todo lo contrario. Simplemente, el dolor de vivir la muerte de su propio, y único, hijo le impidió hablar de él en su obra cumbre, "Las Confesiones". Quizá fue eso lo único que no confesó en su libro. ¿Por qué? Porque el dolor era tan grande que no podía reflejarlo con palabras.

Queridos amigos de CULTURA Y SERENIDAD, hasta la próxima entrada. Nos vemos en la red.

jueves, 26 de julio de 2018

"QUE NO TE IMPORTE QUEMARTE"


En estos días de verano, cerca de la canícula, a uno le da por descansar y dejar volar su mente hacia los distintos recuerdos que tiene en su vida. Y en virtud de estar comenzando a leer "Los Siete Pilares de la Sabiduría", escrito por T. E. Lawrence allá por la decada de los veinte del siglo pasado, recordé una de las primeras escenas de la película protagonizada por Peter O'Toole y Omar Shariff, "Lawrence de Arabia". Se trata de lo siguiente.


En ella, Lawrence hace una apuesta, para pasar el rato, con otros oficiales del ejército británico. La apuesta consiste en ver quien aguanta más una cerilla encendida entre sus dedos. Sea verdad o ficción, como podréis comprender, quien gana es Lawrence, que aguanta la llama de la cerilla, incluso cuando ésta alcanza la yema de sus dedos. Sus otros compañeros le preguntan:
-¿Cómo es posible? ¿No te quemas?
Lawrence responde afirmativamente, a lo que su interlocutor vuelve a preguntar.
-Entonces... ¿Dónde está el truco?
Lawrence, mirando fijamente a la llama que aun baila entre sus dedos, contesta:
-El truco está... en que no te importe quemarte.

Castillo Qasr al-Azraq. Centro de operaciones de Lawrence de Arabia.

¿Que por qué empiezo la entrada contando esta anécdota? T. E. Lawrence "de Arabia" fue uno de esos personajes que, de cuando en cuando, nos brinda la humanidad. Fue un estudioso, un entusiasta, de la arquitectura medieval. Más bien se podría decir que de las construcciones defensivas. Y también se sintió atraído desde un primer momento por Oriente Medio, pero no como los románticos del siglo XIX, que se imaginaban escenas fantasiosas, sacadas de las Mil y Una Noches. No, Lawrence quiso realizar un acercamiento mucho más real. De hecho, para la realización de su tesis doctoral, recorrió todos los castillos de la zona del Levante mediterráneo (actuales Israel, Libano, Siria, Jordania), registrando sus características de construcción y defensivas.

Fue ese conocimiento de Oriente Medio, en aquel entonces una parte del Imperio Turco, lo que le llevó a que en la I Guerra Mundial fuera destinado por el Ejército Británico como espía en la zona. Pero más que espía, lo que se le había encargado era una misión mucho más amplia. Fomentar la revolución y el separatismo árabe frente al Imperio Turco, el cual ya estaba entrando en una más que evidente decadencia.


Pero T. E. Lawrence hizo mucho más que fomentarlo. Ayudó a crear nuevamente la identidad árabe, estuvo al lado de los que lideraron el movimiento de secesión e independencia del pueblo árabe, les aconsejó incluso más allá de las órdenes recibidas por parte de sus superiores, realizó junto a ellos incursiones a puertos y trenes. En fin, se implicó de forma muy importante en la lucha del pueblo árabe por su independencia del poder turco.

Cuando una persona normal, como yo, se acerca a este personaje, siente algo así como la "aureola" que rodea al mismo, y se siente atraído por él. Pero esa atracción es justo por el personaje, por el mito creado alrededor de un hombre. Posteriormente, he leído biografías, escuchado programas radiofónicos, por supuesto ví en su momento "Lawrence de Arabia" (De la cual, y en contra de la opinión general, creo que es una de las interpretaciones menos acertadas de Peter O'Toole) y fruto de todo eso se descubre al hombre.


Y tal como dice en el inicio de su libro "Los Siete Pilares de la Sabiduría", en que relata todos estos años pasados con los árabes y su experiencia con ellos, se implicó tanto, al tener que mimetizarse con ellos en cuanto a costumbres y cultura, que, al final, no sabe a qué cultura pertenece. Se siente un advenedizo, un extraño en la cultura árabe, pues su adaptación ha sido toda ella consecuencia de su misión de espionaje dentro de ese pueblo. Pero esa adaptación, esa mimetización, esa convivencia con el pueblo árabe en las situaciones extremas que vivió, le hace perder su personalidad de caballero británico. Y aquí es donde comienza el mito.

Lawrence, convertido ya en Lawrence de Arabia, será uno de los que más intente, en la medida de sus posibilidades, que se cumpla realmente la promesa que el gobierno británico hizo a los árabes. La existencia de una nación árabe independiente. Pero las circunstancias del tiempo; las luchas, una vez vencido y deshecho el Imperio Turco, entre las distintas facciones del pueblo árabe; la intención británica y francesa de asegurar la llegada de petróleo a las metrópolis en las mejores condiciones posibles; todo ello, digo, dará al traste con su sincera idea de conseguir una auténtica e independiente patria árabe.

Por eso, al principio de su libro, T. E. Lawrence nos habla como disculpándose. Se presenta como un simple peón (y realmente así fue) dentro del Ejército Británico que cumplió con la misión que se le había encomendado: levantar en armas toda una zona del Imperio Turco para que éste no pudiera centrar todo su poder militar en enfrentarse a las potencias europeas. Sin embargo, y quizá ahí resida lo más importante del mito de Lawrence de Arabia, T. E. Lawrence se identificó con el pueblo árabe, creyó en la independencia del pueblo árabe y les enseñó a reclamarla y luchar por ella.


Tal como empezaba mi entrada de hoy, Lawrence se "quemó" por una idea, por un ideal, que aún hoy, 100 años después, sigue sin cumplirse.

Queridos amigos de CULTURA Y SERENIDAD, nos vemos en la red.

viernes, 20 de julio de 2018

LA PARADOJA DE LA MEJORÍA DEL DOLOR EN LA ENFERMEDAD CRÓNICA

Esta vez voy a hablar desde el punto de vista del enfermo. ¿Por qué? Porque soy yo el que estoy padeciendo la enfermedad. Tengo una lesión desde hace ya la friolera de 4 años, 3 meses y 11 días. Se supone que era una lesión leve, que en 3 meses se curaba, ¡3 meses!
Pues bien, por si fuera poco tres meses, en lugar de curarse, y a pesar de realizar todas las recomendaciones médicas correspondientes, ha ido cada vez a peor. Y me he encontrado con la circunstancia de ir 2 veces al quirófano, también en operaciones que eran sencillas y de resultados óptimos, y que, en cambio, la evolución a partir de dichas intervenciones quirúrgicas ha sido negativa. Me he visto, después de cada operación, más limitado en mis actividades de vida diaria.

Ahora, la solución que se me presenta es: o bien quedarme como estoy, con infiltraciones continuas y separadas en el tiempo por unos meses de diferencia y cuyo efecto me dura aproximadamente una o dos semanas como mucho; o bien una tercera operación en donde se me propone quitarme parte del hueso y esperar como funciona la rodilla. La alternativa es colocarme una prótesis, para de esta manera evitar el dolor. Sólo que este tipo de intervención tiene una eficacia del 60% aproximadamente.



Pero hasta aquí mi historia. Y ahora la reflexión "filosófica" que encabeza la entrada. La paradoja de la mejoría. ¿Por qué? Porque cuando mejoro, sé que es por poco tiempo. Hasta hace algún tiempo, tenía la esperanza que la mejoría era el principio de la curación. Era el principio de un proceso que me llevaría, tarde o temprano, a la resolución de mi lesión y a la recuperación, con secuelas más o menos evidentes, de mi vida normal. Eso hasta hace algún tiempo.

Ahora, mi experiencia, mi mente irracional, mi yo involuntario me dice que detrás de cada mejoría viene un empeoramiento. Ahora tengo que realizar un esfuerzo mental voluntario para intentar "engañar" a la mente para hacerle ver que esta vez puede ser la "buena", que esta mejoría que ahora experimenta el cuerpo puede ser la "de verdad". Pero la naturaleza es sabia, el cuerpo humano es sabio, el cerebro es muy sabio. Y por más que el hombre quiera engañarlo, el cerebro es muy tozudo. Si durante tanto tiempo ha experimentado en sus propias "carnes", si durante tanto tiempo ha almacenado en sus propias neuronas la información de que tras una mejoría llegará un empeoramiento, no habrá esfuerzo mental humano que le convenza de lo contrario.

Sobre todo porque, por desgracia, después de cada mejoría llegará un empeoramiento. Y no hay peor refuerzo mental que el que después de forzar al cerebro a pensar algo en contra de su hábito establecido, justamente se cumpla lo que él tenía establecido. Ello hará que lo establecido se refuerce de tal forma que la próxima vez que se den esas circunstancias, el cerebro responda igual, y será muchísimo más difícil convencerlo de lo contrario.

Por eso, mi cerebro, cada vez que yo noto una mejoría en mi salud, se echa a temblar. Esa es la paradoja de la mejoría en la enfermedad crónica. Que no nos alegra, al contrario. Esa mejoría nos entristece.

jueves, 12 de julio de 2018

¿HABLAMOS DE RESILIENCIA O...?


Después de unas semanas de descanso, he decidido compartir con vosotros otro tipo de entradas, que, como corresponden al verano, serán más variadas y ligeras.
Después de ellas, retomaremos la serie de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS, no os quepa la menor duda. Mientras tanto, aquí tenéis la primera entrega de este verano.
Lo que viene a continuación es un artículo que me ha parecido interesante, a partir de una página de Facebook dedicada a la resiliencia. Simplemente es lo que antes era la capacidad de adaptación a las circunstancias ahora se resume en esa palabreja. Aquí os dejo el artículo entero.
¿Qué caracteriza a una persona resiliente?
Las personas que practican la resiliencia:
  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. 
    El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas. 
  2. Son creativas. 
    La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
  5. Practican el mindfulness o conciencia plena. 
    Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
  9. Son flexibles ante los cambios. 
    A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitosEl hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayudaa mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Afrontan la adversidad con humorUna de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

jueves, 21 de junio de 2018

LCP Cap. 82: BIBLIOGRAFÍA MAASAI


LIBROS
  • Spencer P. Youth and Experiences of Ageing among Maa: Models of Society Evoked by the Maasai, Samburu, and Chamus of Kenya. Walter de Gruyter GmbH & Co KG, 2014. 196 p.
  • Stapleton T. J. Encyclopedia of African Colonial Conflicts [2 volumes]. ABC-CLIO, 2016. 787 p.
  • Gimpera P. B. Las Razas Humanas. Instituto Gallach de Librería y Ediciones. [4 volúmenes], 1976. 1.128.
  • Spear T. T., Waller R.D. Being Maasai: Ethnicity & Identity in East Africa. James Currey Publishers, 1993. 322 p.
  • Hambly H., Angura T. O. Grassroots Indicators for Desertification: Experience and Perspectives from Eastern and Southern Africa. International Development Research Centre (Canada). 1996. 168p.
  • Mair L. African Marriage and Social Change. Psychology Press, 1969. 171 p.
  • Murphy P., Gipps C.V. Equity in the Classroom: Towards Effective Pedagogy for Girls and Boys. Psychology Press, 1996. 286 p.
  • Kasfir S. L. African Art and the Colonial Encounter: Inventing a Global Commodity. Indiana University Press, 2007. 408 p.
  • Fratkin E. Laibon: An Anthropologist’s Journey with Samburu Diviners in Kenya. Rowman Altamira, 2011. 202 p.
  • Wrangham R. W., Peterson D. Demonic Males: Apes and the Origins of Human Violence. Houghton Mifflin Harcourt, 1996. 350 p.


WEBS
  • Darkest Africa. Masai II. [Internet]. A Grab Bag of Games.. Recuperado a partir de: https://agrabbagofgames.wordpress.com/2016/02/26/masai-ii/
  • Maasai Warriors. [Internet]. Quora. Recuperado a partir de: https://africa.quora.com/Maasai-Warriors
  • Tanzania Maasai evicted from ancestral land. [Internet]. Aljazeera. Recuperado a partir de: https://www.aljazeera.com/indepth/inpictures/2013/05/20135812215615515.html
  • Maasai people, tribe, culture, women, warriors, language, religion. [Internet]. AnswersAfrica. Recuperado a partir de: https://answersafrica.com/maasai-people-tribe-and-culture.html
  • Get up! The tradition of the Maasai jumping dance. [Internet]. G-Adventures. Recuperado a partir de: https://www.gadventures.com/blog/story-behind-maasai-jumping-dance/
  • The Maasai. [Internet]. Maasai Wilderness Conservation Trust. Recuperado a partir de: http://maasaiwilderness.org/maasai/
  • Meeting Laibon Meshuko. [Internet]. Asilia. Recuperado a partir de: https://www.asiliaafrica.com/meeting-laibon-meshuko/
  • Maasai Olympics take place on 22 Dec. A transition from hunting to sport. [Internet]. Great Plains. Recuperado a partir de: https://www.greatplainsconservation.com/bushbuzz/?p=6851
  • Kenya's 'Maasai Olympics' fights dwindling lion numbers. [Internet]. Phys.Org. Recuperado a partir de: https://phys.org/news/2014-12-kenya-maasai-olympics-dwindling-lion.html
  • Las Doce Tribus de Israel. [Internet]. Taringa. Recuperado a partir de: https://www.taringa.net/posts/imagenes/15449716/Las-Doce-Tribus-de-Israel.html


ARTÍCULOS
  • Ruiz-Cabrera S. Libros y lápices. Alternativas a la mutilación genital. Entrevista a Nice Nailantei, líder comunitaria keniana. Mundo Negro, revista misional africana. 2018, enero; Nº 634: 32-36.


Llegado este momento, tengo que pedir disculpas a todos los que me siguen. La bibliografía en que me he basado no está completa. Y esto es debido a dos razones: La primera, y principal, es mi torpeza con algunas de las cosas de la tecnología actual, que hace que use muy poco "algo" que todos conocemos por la nube. La segunda fue debida a un fallo catastrófico del PC en el que trabajo normalmente. Tanto que lo tuve que cambiar. Y al cambiarlo, no me dí cuenta de hacer una copia de seguridad en la nube o algo por el estilo.

¿Por qué cuento todo ésto? Por la sencilla razón de que existían muchos más artículos, obtenidos a través de internet y que se perdieron, no pudiendo por tanto aparecer aquí, en el repaso a toda la bibliografía que he usado para construir el relato de nuestros queridos Makutule y Lengwesi, dichos artículos. Mea culpa, tal como se dice en latín. Espero, sin embargo, vuestra comprensión y perdón.

El objetivo de dejaros toda esta bibliografía es para aquellos que aun quieran profundizar más en los conocimientos sobre la etnia Maasai, y en la situación actual de estas personas. Vale la pena. Os lo aseguro.

El siguiente capítulo de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS se referirá a otro grupo étnico, pero todavía no salimos de África. Hasta entonces, queridos amigos, pasad unas buenas jornadas. Nos vemos en la red.


sábado, 16 de junio de 2018

LCP Cap. 81: LA LECCIÓN DE UN MAESTRO


Conforme he ido realizando la documentación que me ha servido para poder mostraros, en forma de relato literario, las costumbres del pueblo Maasai, me fui acordando de una serie de RNE. Esta serie se emitía normalmente los jueves por la tarde, durante mi infancia, y en multitud de ocasiones me enfrenté al dilema de elegir entre, escuchar LA AVENTURA DE LA VIDA a través de un pequeño transistor que tenía en la habitación de mi casa que utilizaba para estudiar, o bien, ver en la televisión, en aquellos tiempos en blanco y negro, a los payasos de la tele, Gaby, Fofo, Miliki y Fofito.

¿Por qué cuento ésto? Pues porque en esta época tecnificada, una de las ventajas es que puedes obtener pequeñas joyas del pasado. O, al menos, así las considero yo. El caso es que me acordé que en uno de los programas de LA AVENTURA DE LA VIDA, se hablaba de los Maasai. El Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, con su voz intensa y profunda; con su saber expresar, y transmitir, por las ondas radiofónicas la riqueza y maravilla de la vida natural; con sus experiencias, en suma, como guía de viaje y reportero, que fue, durante los años 60 del siglo pasado; conseguía que, con un poco de imaginación, nos metiéramos en la vida y en las vicisitudes del pueblo Maasai.

Busqué el programa, dentro de los podcast de RTVE y lo encontré. Lo he preparado como vídeo de YouTube y le he colocado imágenes que os sonarán, porque corresponden a todo nuestra andadura con Makutule y Lengwesi. Le añadí alguna del Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, y el resultado es el que váis a ver, pues esta entrada está dedicada a ese programa, realizado en las cercanías del verano del 74, y que tanto nos cuenta sobre los orgullosos Maasai. De hecho, su título es ese: Los orgullosos maasais. No podía dejar de compartir esta joya de los archivos de la radio pública.

Se trata de una auténtica lección de antropología por uno de los mejores, sino el mejor, de los divulgadores de la naturaleza del s. XX. El Dr. Félix Rodríguez de la Fuente nos narra, con su pasión por el hombre y el medio natural, todo lo referente a la etnia masai que vive en las altiplanicies de Kenia y Tanzania. A pesar de la fecha, no ha perdido ni un ápice de frescura y vigencia.

Por ello aquí os la dejo. Espero que la disfrutéis. Yo lo hago cada vez que la escucho.


jueves, 7 de junio de 2018

LCP Cap. 80: RETAZOS DE LOS MAASAI


Queridos amigos de CulturaySerenidad, y, por ende, de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS. Nos quedan unos detalles del pueblo Maasai que no querría dejar pasar, aunque no me ha sido posible (o no he tenido la habilidad suficiente) reflejarlos en el relato de Makutule y Lengwesi. Son los siguientes:

Comparten con los pueblos Hamíticos ciertas costumbres como el abstenerse de beber leche al comer carne, el afeitado de las cabezas de las mujeres, la extirpación de los dos incisivos centrales inferiores, el uso de interminables saludos y bendiciones, y se consideran el pueblo escogido de Dios, de Ngai. De hecho, estas coincidencias junto con el gran peso del Laibón en su organización social, que se comportaría tal como lo hacen los jueces del pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento, han hecho que algunos estudiosos mantengan que se trataría de la tribu perdida de Judá.

El Laibón se ocupa de ser el médico, consejero espiritual, experto en rituales y adivino. Los laibones tienen amplios conocimientos en cuanto a la prevención y a la curación de las enfermedades del ganado, más aun que el que pueden tener para los humanos, hecho este último que vimos en los capítulos en que Makutule es instruido por Obago en distintas maneras de curar las enfermedades de los Maasai. Hay quién los distingue, dentro de cada clan, en tres tipos: los que traen la lluvia, los adivinos y el Laibón Mayor.

Mokompo, laibón maasai. Foto cortesía de Stuart Butler

Los Maasai acostumbrar a reunirse en comunidad para rezar, lo cual no quita que sea fácil escuchar en su vida diaria expresiones y oraciones que indican su fe religiosa en el día a día. Una de sus características es que Ngai, Dios, puede ser masculino o femenino. Así una canción dice "aiyai de Naamoni" (Ella a quien yo oro), mientras otra reza "ingumok de Olasera" (Él, de muchos colores).

Para los Maasai no existe el más allá, por lo que no le ven sentido el rezar u honrar a sus muertos. Cuando un maasai anciano está muy enfermo, y ve que ya no va a sanarse, sino que posiblemente morirá, se produce en el poblado un gran alboroto.

Anteriormente, solía quemarse el enkang y desplazarse la comunidad a otro lugar. Pero actualmente, con las fronteras entre Kenya y Tanzania y con las restricciones a dichos movimientos de las leyes se ha pasado a otro comportamiento.

En el poblado, a la puerta de la choza donde está el moribundo, se agolpan las mujeres, llorando, haciendo las veces de plañideras. Mientras, la familia del anciano va preparando unas parihuelas y aquello que le pueda permitir vivir durante 24 horas al anciano. 

Una vez todo dispuesto, arranca del enkang la comitiva, encabezada por los familiares del moribundo, que va en las parihuelas hechas al efecto, seguido por las plañideras, y el resto del poblado. Cuando ya están lejos del poblado, en un sitio en el que esté al resguardo de la brisa nocturna, abandonan al moribundo con los pocos enseres que le han llevado. Y se vuelven hacia el poblado, hacia el enkang. No suele darle tiempo a la enfermedad del anciano a acabar con su vida. El sol, el hambre y las fieras salvajes acabarán con él, estas últimas incluso a veces antes que la comitiva que lo acompañaba haya llegado de vuelta al poblado. Así, dura, es la muerte del anciano maasai.

jueves, 31 de mayo de 2018

LCP Cap. 79: LA MUJER EN LA SOCIEDAD MAASAI



Las mujeres también responden al sistema de grupos de edad, como los hombres. Sólo que en ellas el recorrido es más corto. La primera etapa es la de la niñez, que dura hasta la circuncisión, que se llevará a cabo cuando la muchacha haya alcanzado la pubertad. Este ritual de iniciación, la circuncisión femenina, al que dedicamos un capítulo completo tiempo atrás, no es tan vistoso y ceremonial como el del hombre, pero es más cruento. Una vez haya pasado la iniciación, ya está en disposición de casarse con un hombre. Normalmente con uno bastante mayor que ella.

Como la promiscuidad sexual está permitida, las mujeres se casan muy jóvenes para evitar el nacimiento de hijos fuera del matrimonio. De hecho, tanto si el hijo es legítimo como ilegítimo (es decir concebido con otro hombre distinto de su marido) se considera que pertenece al marido y a la familia de éste.

Porque la sociedad Maasai es fuertemente patriarcal y la mujer está sometida al dominio del hombre. Tanto es así que después de la boda, a la mujer se la va a considerar como un bien patrimonial del hombre. De ahí que el marido pueda tener varias mujeres, todo depende de la riqueza que posea. Todas las mujeres tendrán el mismo estatus. Ninguna predomina sobre la otra. Y dentro de ese grupo familiar poseen una serie de derechos.

Entre sus derechos como esposas se encuentran el ordeño de un número determinado de animales, de su única competencia y la asignación de cabezas del ganado familiar a sus hijos. Ésta es la otra razón por la que es bueno para la mujer maasai traer hijos al mundo inmediatamente después de la boda.


Pero ocurre algo curioso. Desde que la mujer quede embarazada, el hombre no mantendrá relaciones sexuales con ella hasta que el bebé haya nacido. La mujer da a luz en su propia cabaña, a la que el hombre, en épocas históricas, no podría entrar hasta años después del parto. Otra curiosidad es que el padre tampoco puede comer en la casa del bebé hasta que éste dé sus primeros pasos.

Una vez que se produce el nacimiento, éste es celebrado por toda la comunidad mediante una fiesta. En esta fiesta se sacrifican dos bueyes y se danza alegremente. Antes de todo esto, como rito de introducción en la comunidad, un anciano de la misma bendecirá al niño de forma muy especial. Le escupe en su cabeza o pecho. De esta forma, el nuevo bebé forma ya parte de la comunidad y es aceptado por todos.


¿Qué ocurrirá con estos niños? Pasan la infancia jugando en el poblado, en el enkang. Suelen vestir únicamente con cinturillas y collares de cuentas y el bullicio que arman cada mañana sirve para animar a todo el poblado. La crianza es comunitaria. Cualquier persona del poblado puede reprender a los niños y castigar a los desobedientes. Se les enseña a respetar a los ancianos, y a seguir las costumbres. En el caso de las niñas aprenderán las tareas domésticas, y los niños, tal como vimos al principio con Makutule y Lengwesi, aprenderán a su vez a cuidar y proteger el ganado. Conocerán los distintos rituales y también su cultura, que les será transmitida por los mayores.

Todavía quedan algunos retazos sobre los que hablar de las costumbres y creencias del pueblo Maasai. Pero ellos constituirán, como podéis imaginar, el contenido de la próxima entrega de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS. Hasta entonces, queridos amigos, pasad un buen tiempo. Y no os olvidéis. Nos vemos en la red.


jueves, 24 de mayo de 2018

LCP Cap. 78: EL MATRIMONIO MAASAI


Hasta ahora, Makutule y Lengwesi, nuestros principales protagonistas, han vivido la experiencia de los distintos rituales de iniciación que los convertían, sucesivamente, en morani, el Emorata, y en maasais adultos, el Eunoto. A partir de este último, pasarán a tomar esposa, a casarse. Pero, ¿cómo es el matrimonio en el pueblo Maasai?

Los matrimonios, dentro de la etnia Maasai, suelen estar decididos generalmente por el padre, y suele hacerse durante la infancia de los niños, incluso a veces antes del nacimiento. En el caso del sexo femenino, ellas suelen casarse con hombres muy mayores respecto a las muchachas y que tienen ya varias mujeres.


Si no se da ninguno de esos antecedentes, suele celebrarse una feria de matrimonios, dónde los jóvenes buscan pareja. Se busca pareja en otros clanes, para evitar la consanguinidad y los problemas que suele conllevar.

Para comunicar su intención de casarse a la candidata correspondiente, tanto Makutule como Lengwesi tendrán que hacer sonar delante de ella sus campanillas, que llevan al efecto, tantas veces como ganados tenga su padre. Antes de casarse, nuestros protagonistas deben haber alcanzado cierta riqueza, que se traduce en el ganado que poseen por sí mismos, o del que pueden disponer. Normalmente, aunque la dote se suele discutir, suele contar, al menos, con tres vacas, un buey y dos ovejas.

Campanilla Maasai de hierro con cuero

Hasta aquí hemos hablado desde el punto de vista del hombre Maasai. ¿Pero qué ocurre con la mujer, con el sexo femenino? Aunque ya dimos algunas pinceladas en capítulos anteriores, vamos a explicarlo un poco más en profundidad.

Pero para eso necesitáremos un tiempo un poco más largo que el de parte de una entrada. De ahí que la próxima entrada la dedicaremos a ellas. Hasta entonces, queridos amigos, nos vemos en la red.


jueves, 17 de mayo de 2018

LCP Cap. 77: EL EUNOTO, Y EL PASO A LA CONDICIÓN DE ANCIANO ENTRE LOS MAASAI


En la entrada anterior, número 76 de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS, veíamos como se desarrollaba el Eunoto. El Eunoto, la ceremonia más importante en la vida de un guerrero maasai, supone la transición a maasai adulto y, a partir de ese momento, la asunción de una serie de responsabilidades que hasta entonces competían tan solo a sus progenitores.

Dejábamos a Makutule y Lengwesi en el momento más importante de la ceremonia y prometíamos seguir con ella. Pues bien, aquí está la continuación de dicho ritual, que comenzamos justo en el momento culmen del mismo.

Las madres se disponen a cortar, y cortan el cabello de sus hijos. Las trenzas, cuidadas de forma tan minuciosa, llevadas tan orgullosamente por los morani, desaparecen de sus cabezas.


Este acontecimiento simboliza que abandonan, de alguna forma, la condición única de guerreros, abandonando además el vínculo que les unía a sus madres, para comenzar una nueva vida. La vida social del poblado Maasai, con responsabilidades como la familia, los hijos y el ganado. Como colofón a este ritual, un anciano les dará el primer consejo de adultos, que suele ser siempre el mismo, y no por ello, tópico, sino muy importante:

"Ahora que eres un adulto, arroja tus armas y en su lugar emplea la cabeza y la sabiduría"

A partir de este momento, Makutule y Lengwesi han sido declarados oficialmente adultos. Además de guerrear, o, más bien, en lugar de guerrear, deberán asumir las tareas de proteger su casa, velar por el suministro de agua al poblado, y defender al rebaño del ataque de fieras salvajes o de ladrones de ganado.

Pero nos hemos olvidado de Ikoneti, el patriarca. El padre de estos dos muchachos a los que hemos ido siguiendo en su maduración hasta convertirse en maasais adultos. Para Ikoneti, y para todos los padres de los morani que celebran el Eunoto, también habrá una ceremonia propia. Ese mismo día se celebrará un ritual por el que se convertirán en responsables de la comunidad, en ancianos de la misma.

Durante los cuatro días anteriores, Ikoneti cambiará de vivienda y asumirá el nombre de sus hijos. Al cuarto día se vestirá con una piel negra de ternero, se adornará con cuentas de colores, y lucirá una capa de piel de hiena, leopardo, colobo o mono azul. Además lucirá pendientes y collar de cuentas negras y sujeto con una cadena, se colgará un recipiente cilíndrico para el tabaco.

De esta guisa, volverá a su casa y lo hará apoyándose en un bastón, indicando que se ha vuelto un hombre más viejo, más anciano. En una mano llevará una cola de algún animal para espantar moscas y en la otra, una calabaza de cerveza de miel.

De esta manera, Ikoneti ha pasado al grupo de los ancianos del poblado. A medida que han pasado los años, se han tenido más en cuenta la comunidad sus opiniones. Pero no es hasta este momento, en que su grupo de edad pasa a considerarse anciano, cuando sus opiniones van a tener un peso importante en toda la comunidad.

Grupo de ancianos en una de sus reuniones. Cortesía de John Ageddes.

Los ancianos son los que toman, de forma igualitaria y reunidos en consejo, todas las decisiones importantes para el poblado. De ahí la importancia del Eunoto, no solo para los morani, sino para todos aquellos que alcanzan la condición de ancianos.

La jubilación o el retiro de los maasai les llega a los sesenta y cinco años. Desde ese momento se dedican a descansar, beber y jugar, sobre todo a un juego muy popular entre ellos y que es similar a las damas. El nombre de este juego es "eskeshui".

Sin embargo, aún nos queda algunos detalles más que contar de los maasai. Pero eso, queridos amigos, será en una próxima entrada de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS.

Hasta ese momento, disfrutemos de la nueva condición de cada uno de nuestros protagonistas. Nos vemos en la red.



jueves, 10 de mayo de 2018

LCP Cap.76: EL EUNOTO. EL PASO A LA MADUREZ DEL MORANI


Habíamos dejado a nuestros queridos Makutule y Lengwesi en la Gran Reunión Maasai, donde se decidió el abandono de las prácticas guerreras y de las razzias contra los poblados de otras etnias distintas a la suya propia.

En ese momento estaban llevando la vida típica de morani, de guerrero Maasai. Y así lo harán durante quince años hasta que lleguen al siguiente paso en su maduración, dentro de la sociedad maasai.

Como pudimos ver, la sociedad Maasai está estructurada en los llamados grupos de edades, que son aquellos grupos de varones, y también de mujeres, que pasan los rituales de iniciación (circuncisión, Emorata) y de maduración (Eunoto) en el mismo momento.

Pues bien. A nuestros dos hermanos ya les ha llegado el momento de pasar ese ritual de maduración, el Eunoto, el cual se celebra, aproximadamente, a los 15 años de haber realizado el Emorata. Con este rito los morani pasan a adquirir responsabilidades dentro de la vida del poblado. Ya no son simples guerreros que luchan contra los enemigos, o contra las fieras salvajes. Desde el momento en que se celebre el Eunoto, podrán formar una familia, casarse (siempre fuera del clan de la familia, y, por supuesto, al no ser monógamos, con varias esposas). También podrán adquirir ganado propio. Y si todo sale según las expectativas, engendrarán hijos que continúen su legado.

Por tanto, el Eunoto es la ceremonia más importante en la vida de un morani. Supone la transición de guerrero joven a adulto y desde ese momento podrá, tal como he dicho antes, casarse, tener hijos y tener posesiones. Si alguien pensaba que el ritual más importante era el Emorata, la circuncisión, se equivocaba.

Pero pasemos al ritual propiamente dicho. Metámonos en la piel de nuestros dos hermanos y vivamos con ellos el Eunoto.

En un primer momento, todos los morani van a pintar sus rostros con pintura rojiza. Con ello quieren simbolizar su ferocidad y su arrojo en la lucha. Abandonan sus lanzas y solamente van armados con largos palos. Hay que indicar que la ceremonia se va a celebrar en un recinto construido por las madres de los guerreros. Este recinto se rodea de chozas, y se celebrarán festivas danzas.

Por tanto, aquí tenemos a Makutule y Lengwesi que están pintándose sus cabezas de ocre, de rojo para destacar su valentía, dentro del resto de los compañeros del grupo de edad.

En el ritual toman parte cuarenta y nueve guerreros. Es una ceremonia de toda la comunidad; y, al igual que en otras ocasiones, centenares de personas, procedentes de enkangs distintos, asistirán a la misma. Los detalles de la ceremonia se preparan con sumo cuidado.


En un primer momento nos encontramos con el ritual de la fiesta del buey negro. ¿Por qué negro? Ya sabemos de entradas anteriores que los Maasais adoran a Ngai, su Dios supremo. Pues el color bueno de Ngai, de Dios, es el negro. De ahí la necesidad de que el buey tenga también el mismo color. Una vez escogido el buey, desde bastantes días antes de la ceremonia se le va a engordar a base de cerveza de miel mezclada con hierbas, pero no con unas hierbas cualquiera, sino con hierbas escogidas específicamente para este ritual.

Se procede a la punción de la yugular, acontecimiento que todos hemos podido ver en los documentales. Y todo el grupo de morani, dirigidos por el laibón, va tomando pequeños sorbos de la sangre del buey, que se ha mezclado con leche. Después, cada uno de ellos, uno por uno, deberán beber la sangre directamente de la yugular del buey.

Una vez se sacrifica el buey en el recinto que se ha preparado para ello, todo él es empleado durante la ceremonia. La piel será consagrada por el laibón, y llevadas por mujeres mayores, parientes de los morani que están celebrando el Eunoto, fuera del poblado, en donde la clavarán en el suelo. Una vez seca, empiezan a cortar la piel en trozos suficientes para que todos los graduados en la ceremonia puedan exhibirlos.

Para mostrar la cohesión del grupo, y la obediencia a sus hermanos de grupo de edad, todos ellos deberán morder el corazón y los pulmones del buey sacrificado.

Una vez que Lengwesi y Makutule han pasado por todo ello, no llega al fin de la ceremonia, sino que asistiremos con ellos al culmen de la misma. ¿Y cuál es ése?

Ése, queridos amigos, lo veremos en la próxima entrada de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS.