La India te atrapa o te expulsa. Viajar a la India, conocerla, suele provocar un antes y un después en aquellas personas que la visitan. O quedan totalmente prendados de ella o vuelven detestándola profundamente.
Pero dentro del extenso territorio de la India, en el que cabrían más de diecisiete Españas; que presenta una población de más de 1.200 millones de personas, existe una ciudad, a las orillas del río Ganges en donde esta sensación se hace aún más evidente.
Benarés (Varanasi) es una ciudad de aproximadamente tres millones y medio de
habitantes. Se trata de una de las ciudades más antiguas de la tierra, sus orígenes datan del 3.100 a.C. Asentada en la orilla izquierda del río Ganges, en la parte externa de uno de los grandes y abundantes meandros que realiza el río a lo largo del estado de Uttar Pradesh, cubre toda la parte convexa de la curva descrita por el Ganges. En ese mismo estado de Uttar Pradesh, pero a 534 km de distancia, se encuentra una de las maravillas de la India y de la arquitectura mundial: el Taj Mahal. Pero volvamos a la ciudad.
Benarés es una de las siete ciudades santas del hinduismo. Si el Ganges es el río santo por excelencia, Benarés es la ciudad de las cremaciones, es el lugar donde todo hindú sueña con ser quemado en las piras funerarias de los escalones que bajan al río y se hunden en sus aguas, para que posteriormente sus cenizas sean lanzadas al río donde su espíritu se fundirá con Vishnu, el Dios supremo del panteón hindú.
Los tramos de escaleras que bajan al Ganges reciben el nombre de "ghats". Hay unos ochenta. En ellos no está permitido tomar fotos, y se usan tanto para las piras funerarias como para los baños rituales. Los más visitados son los de la universidad, al sur, y los de la estación de tren, al norte. También hay un ghat de las cremaciones donde se acumulan las piras funerarias. A lo largo de los escalones se pueden ver sadús o sadus, llamados despectivamente en Occidente santones. Son hombres que abandonan a su familia, mujer e hijos para alcanzar la pureza espiritual, a través de las
enseñanzas del Mahabharata, uno de los libros sagrados de la religión hindú. A cierta distancia de ellos se puede observar a los intocables, los parias, los "doms". Ellos son los encargados de pesar la madera que se va a quemar en las piras funerarias, y que va a servir para reducir a cenizas los cadáveres de aquellos que consiguen realizar dicho sueño. Se trata de una labor que pasa de padres a hijos y, aunque el sistema de castas fue abolido por el gobierno indio hace ya algunos años, las costumbres precisan de mucho más tiempo para cambiar.
Las piras funerarias están compuestas de hasta cuatro tipos de maderas, la más cara la de sándalo, y según lo que quiera o pueda pagar la familia del difunto así se utilizará uno u otro tipo. Los doms son los encargados de pesar la madera y de calcular la cantidad necesaria para que el cadáver se consuma por completo en el fuego. La duración de estas cremaciones puede variar de dos a cinco horas aproximadamente. Las mujeres son
quemadas con mortaja de color rojo. Los hombres con mortaja de color blanco. Una vez construida la pira y colocado el cadáver, se inicia la cremación. Este rito exige que el hijo del difunto dé varias vueltas alrededor de la pira, al final de las cuales, con un golpe seco de su bastón, parta la cabeza a su progenitor, para así permitir la salida de su espíritu del cuerpo. Tras ello, el hijo enciende la pira funeraria y espera pacientemente hasta que todo el material, madera y cadáver, se consuma. Después recogerá las cenizas y las esparcirá en el río. Todo muy poético. Muy espiritual. Salvo por unos cuantos detalles.
La tradición marca que la viuda del difunto tiene únicamente tres posibilidades:
1.- Quedar recluida en una casa de oración.
2.- Casarse con el hermano del difunto.
3.- Arrojarse a la pira y morir quemada con su "amado".
Para las personas seguidoras de novelas románticas les he de recordar que estamos en un país donde las bodas son concertadas, y donde un viejo de sesenta años se puede casar con una niña de seis. Si el hombre muere en menos de diez años, la niña tiene ante sí un futuro incierto, por ser generosos en el término. Los ingleses abolieron la práctica de la incineración de las viudas en la pira del marido a finales del s. XIX. Pero, sin embargo, una cineasta hindú durante los años ochenta del pasado siglo se vió perseguida por querer contar una de estas historias en una de sus películas, lo cual hace sospechar que, al menos la mentalidad, que no es poco, se mantiene.
Otro detalle. Caminando por las calles de Varanasi puedes encontrarte con unas casas bajas, de una única planta, sin ventanas. Si uno penetra en su interior, la primera sensación que le llega es el olor a rancio, a podredumbre, a miseria. Conforme se van adaptando los ojos a la oscuridad se comienza a apreciar unas figuras, que en número de veinte o treinta, poco a poco se van convirtiendo en seres humanos. Cuerpos en espera de la muerte. Hindúes, pobres, que han venido a Benarés con una última esperanza: que alguien se apiade de ellos y pague el dinero suficiente para ser cremados en una pira. Viven en la calle y son recogidos en estas casas, fuera de la vista de extraños, de extranjeros y de turistas. Se les recluye en estos habitáculos y no se les proporciona nada. Ni comida, ni agua, ni higiene. Si no llega antes de la muerte un alma caritativa que pague la pira funeraria, se cogerá su cadáver y se le echará al río, donde flotará a lo largo del Ganges hasta llegar a la orilla opuesta, donde los buitres y los perros darán buena cuenta del difunto, dejando los huesos al aire y al albur de los elementos, que primero los blanquearán y después los pulverizarán, constituyendo la playa blanca de la orilla derecha del Ganges, frente a la ciudad de Benarés. Todo muy poético. Muy espiritual.
Un último detalle. El agua del Ganges es sagrada para el hindú. El hindú, ya sea hombre o
mujer, que se baña en sus aguas consigue la purificación de su alma, la limpieza de sus pecados. Por ello, junto a las piras funerarias, junto a las cenizas o junto a los cadáveres flotando en el agua, se observa en el Ganges a la gente realizando sus abluciones. Las mujeres se introducen con el sari. Los hombres con el taparrabos. Todos seguros de la purificación de su alma. Sin embargo, junto a la limpieza de sus pecados, por desgracia, consiguen la contaminación de sus cuerpos. Y no por la suciedad que pudiera provenir de los cadáveres en putrefacción, o de las cenizas de las cremaciones. La auténtica muerte del Ganges, la auténtica razón de que sus aguas no posean ni una sola molécula de oxígeno se encuentra aguas arriba. Aguas arriba, hay varias ciudades cuyas industrias vierten todos sus desechos al río. Miles de litros de pintura, toneladas de sustancias plásticas son lanzadas diariamente al río Ganges convirtiéndolo en un auténtico vertedero. De hecho se ha calculado un aumento de cáncer de páncreas de hasta 50.000 casos cuyo responsable directo es la contaminación del río.
Limpieza del Ganges (New YorkTimes, 15/05/2014)
El gobierno indio ha querido tomar cartas en el asunto. Tiene previsto desarrollar un plan estratégico para la limpieza y recuperación del río Ganges. Para intentar que dentro de unos años, la limpieza y purificación espiritual que experimenta el fiel hindú que acude a bañarse en sus aguas vaya acompañada de una agradable sensación de limpieza de toda su piel y de todo su cuerpo. ¡Ojalá! ¡Así sea! Desde aquí hacemos votos porque ello ocurra más pronto que tarde, y que el fiel hindú pueda realmente disfrutar de su río sagrado.
No me resisto a despedirme con el saludo hindú cuyo significado es:
"Honro el lugar dentro de tí donde el universo entero reside,
honro el lugar dentro de tí de amor y luz, de verdad y paz,
honro ese lugar de tu interior donde,
cuando tú estás en ese mundo tuyo y en este mío,
somos todo uno."
Un significado muy intenso en un saludo muy pequeño:
NAMASTÉ.
viernes, 30 de enero de 2015
lunes, 26 de enero de 2015
CUANDO NO SE HACE CASO A AQUELLOS QUE SABEN
Este fin de semana, daba una noticia el telediario sobre el riesgo de bancarrota que corrían todos los empresarios pirenaicos que se dedicaban al negocio de la nieve. Concretamente hablaban del Vall de Boí y Taúll, en los pirineos leridanos.
¿Por qué lo traigo a colación aquí? Porque la razón que daban los "expertos" de 2015 para explicar la necesidad de que la hacienda pública, en este caso la Generalitat, se hiciera cargo del déficit de este año era que existían demasiadas segundas viviendas y que no se había realizado un estudio adecuado de impacto medioambiental, en donde los establecimientos hoteleros pudieran ofrecer una mejor oferta de mayor calidad.
Las imágenes mostraban a un montón de gente intentando acceder a las cumbres nevadas para "disfrutar" de unos días de esquí, y como se encontraban atrapadas porque la infraestructura era escasa y, en algunos casos, obsoleta.
Hace unas semanas iba yo escuchando un programa bajado en podcast -esa maravilla de la técnica que permite tener el programa radiofónico cuando y donde quieras- que databa de enero de 1976, en donde se planteaba el mismo problema y ya se auguraba que, si el desarrollo del turismo de nieve, que empezaba a ser importante por aquellos años setenta, no se realizaba adecuadamente podía ocurrir exactamente lo que está ocurriendo hoy en 2015. El programa era "Planeta agua" y su director y presentador no era ningún profeta.
Era alguien amante y comprometido con la naturaleza, pero además -algo que mucha menos gente sabe- comprometido con el hombre. Se trataba de Félix Rodríguez de la Fuente. Voy a hablar muy poco de él. Se han escrito ríos de tinta. No creo que pudiera añadir más de todo lo que se ha hablado, escrito, discutido sobre la figura más importante del ecologismo español de los años sesenta y setenta.
Sólo os dejo el link correspondiente por si queréis oír el programa al que me refiero. No es de los mejores que realizó, pero, como todo lo que hacía, merece la pena conocerlo.
El pirineo como problema ecologico nacional. 4 de enero de 1976
sábado, 24 de enero de 2015
LA POLÉMICA DE UN HOMBRE VALIENTE
Hace unos días, y a raíz de los atentados de París, un periódico de tirada nacional publicó las declaraciones del Papa Francisco en el avión, en su viaje de ida pastoral a Sri Lanka y Filipinas. Estas declaraciones, que dicho diario tildaba de polémicas, fueron realizadas al preguntarle por los atentados, y después de dejar bien claro que la violencia no se puede justificar por la fe en ningún Dios, incluido, como no el cristiano, profundizó el tema con una reflexión.
En esta reflexión dijo algo que podía llamar a la polémica. Dijo que "no se puede ofender" ni se puede "ridiculizar" la fe, el pensamiento, de millones de personas. El diario en cuestión lo presentaba como una especie de "justificación" de los crímenes perpetrados en París. Nada más lejos de la realidad.
La presencia en la cúspide de la Iglesia de Roma -él siempre ha querido caracterizarse como obispo de Roma, "primus inter pares" según el dicho medieval- de una persona mediática, sincera, honesta con su pensamiento es lo que tiene. Los que ayer le aplaudían su aperturismo, hoy le intentan recriminar sus pensamientos. Aquellos que deseábamos que entrara el aire fresco a raudales en la anquilosada jerarquía eclesiástica aplaudimos el aperturismo tanto como estas declaraciones que, aparentemente retrógradas, confirman sin embargo la honestidad de quién las pronuncia.
Y las pronuncia plenamente consciente de lo que pueden suponer para él. Menoscabo de su popularidad, antipatía de ciertos sectores "progresistas", malinterpretación de cúpulas anquilosadas en la lucha de ideas, etc.
Por eso es valiente. Tanto ahora, como antes. Pero además es valiente porque defiende uno de los derechos fundamentales del ser humano, uno de los derechos que fue defendido allá por 1789, cuando en la misma Francia que actualmente ha sufrido los atentados, se levantó la bandera de la libertad. La bandera de la libertad de pensamiento que desde entonces todos los pueblos de la Tierra han hecho suya. La libertad de pensamiento, el derecho a pensar diferente y no ser vilipendiado por ello. Por supuesto, los estudiosos de la Revolución Francesa podrán explicar mucho mejor todos los entresijos del levantamiento. Podrán hablar de los desmanes que se produjeron en nombre de dicha libertad. Pero todos ellos convendrán conmigo que hay un antes y un después de esa revolución. Que ni siquiera la Revolución Rusa de 1917, con todas las consecuencias políticas que trajo consigo, que fueron muchas y muy importantes, marcó un cambio de era como lo hizo la Revolución Francesa.
Por tanto, el Papa Francisco sigue siendo "revolucionario". No va en contra de la libertad de expresión, cada cual puede expresar su conformidad o inconformidad. Simplemente señala que cualquier pensamiento, por extravagante o contrario a nosotros que sea, debe ser respetado.
Y el respeto debe ser mutuo. Y el respeto debe abarcar a todo ser humano. Y si se debe respetar el pensamiento de todo ser humano, mucho más, mucho más importante, es respetar la vida de cualquier ser humano, incluido el que piensa distinto, o el que cree que nuestras creencias son risibles. El de éste último mucho más aún.
martes, 6 de enero de 2015
LA AUTENTICA HISTORIA DE LOS "REYES" MAGOS
En un día como hoy, en que se celebra, de forma religiosa y laica, una festividad cristiana, la de los Reyes Magos de Oriente, sería importante (o al menos curioso) acercarnos a la auténtica historia de los Reyes Magos, después de haber disfrutado de todos los regalos que sus Majestades hayan podido traernos en este año que comienza.
Para saber el origen de la historia de la fiesta de hoy, hay que dirigirnos a un texto fechado en el s. I de nuestra era. ¿A que suena a erudición histórica? Pero, sin embargo, varios historiadores rechazan dicho texto como histórico, calificándolo más bien de relato novelado. Sea de una u otra manera, el Evangelio según San Mateo es uno de los cuatro aceptados por la Iglesia como verdaderos y se ha tomado como texto histórico desde el principio de la era cristiana.
Recordemos que S. Mateo era apóstol de Jesús de Nazareth, y por tanto, una de las fuentes más fidedignas de la vida del personaje histórico al que se refiere su texto. ¿Por qué no habría que darle la misma credibilidad que a testigos de otros personajes históricos, como Suetonio o Plinio el Viejo, que nos relatan su experiencia al lado de los gobernantes de aquel momento? Pero esa es otra discusión, que nos distraería del tema que hoy nos ocupa.
Hay una "pequeña" pega a la defensa de historicidad del relato de los Reyes Magos que he hecho en los párrafos anteriores. Mateo, como apóstol, conoce a Jesús cuando éste inicia su vida pública. Por tanto, no es testigo directo de su infancia. Tiene, si es que se molestó, que dirigirse a otras fuentes, preguntar a otra gente. Y quizá, la fuente más cercana viva en su momento era la Madre de Jesús. Y si fue verdad (ahora entro en el terreno de la especulación) que preguntó a María, ¿le contaría ésta la verdad, o la adornaría con el relato de sus deseos respecto a esos primeros años? Sea de una u otra manera, hay varios puntos en el relato de los Reyes Magos que no se corresponden a la historia que cuenta Mateo en su evangelio. Y vamos a entrar ya en harina.
El texto dice así:
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén..."
Primer choque entre la tradición y la auténtica historia (sea mito o realidad) que nos cuentan los evangelios. Mateo habla de unos magos, no dice en ningún momento que sean reyes. Y podía haberlo hecho, pues estos personajes se dirigen a ver al rey Herodes, como veremos más adelante. Pero ¿qué significa magos en la cultura oriental del s. I? En ese momento los magos no son personas que se dedican a entretener y encandilar al público con trucos de prestidigitación y de desaparición y aparición de objetos o personas. Magos son aquellos que se ocupan de estudiar las razones por las cuales las cosas son como son. Estudian las leyes que rigen el Universo, con mayor o menor fortuna, pero dedican su vida a ello. Por supuesto, en esa época, si no eras lo suficientemente "pudiente", o sea, si no eras rico, no te podías permitir el lujo de estudiar el movimiento de los astros, pues eso es lo que también hacían los magos, sobre todo para dar predicciones a los más poderosos.
Pero hay algo más. En esa época, el término que aparece en el texto de Mateo, que está escrito en griego, usa la palabra "magoi" para referirse a estos personajes. Ese término, "magoi", se reservaba para los sacerdotes de Zoroastro, personaje al que nos referíamos en un post anterior, y que adoraban a Ahura Mazda, divinidad persa que se equiparaba en los fenómenos astronómicos con el sol triunfante o el sol naciente.
Por tanto, son personas sabias, posiblemente sacerdotes de un culto de más de quinientos años de antigüedad, y astrónomos. En aquel momento, los sabios de Persia gozaban de una gran fama como los mejores en cuanto a los estudios de los astros.
Y otro pequeño detalle. No dice Mateo que la estrella les guiara hasta Jerusalén y que al llegar a la ciudad, ésta desapareciera, como dice la tradición. Sólo dice que estos sabios se presentaron en Jerusalen. Y tampoco dice que eran tres, usa el pronombre personal indeterminado "unos", que da idea de imprecisión en el número. Pudieron ser tres, como dice la tradición, o pudieron ser quince.
Sigamos.
"...diciendo ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle."
Aquí sí aparece la estrella. Pero los magos no dicen que la estrella los dirija. Sólo dicen que la vieron en Oriente y que les ha informado de un hecho, el nacimiento del rey de los judíos, pero no del lugar, ni mucho menos que les acompañara en su viaje hasta Jerusalén. Y por supuesto, si les hubiera acompañado ¿Les habría llevado a Jerusalén? No. Los magos van a Jerusalén porque suponen que es allí donde debe haber nacido el rey. El rey de los judíos, no el mesías. Si la estrella de Oriente guía a los magos hacia el nacimiento del Mesías, no los habría llevado a Jerusalén, sino a Belén.
"Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén."
Cuidado con ésto. Los magos no van a la corte de Herodes. Herodes se entera porque toda Jerusalén se sobresalta. Alguién, unos magos, unos sabios de Persia, nos dicen que hay un fenómeno celeste que anuncia que ha nacido un rey para los judíos. Los judíos, que en esos momentos estaban bajo la autoridad de Herodes, que era un rey no judío, impuesto por los romanos, y que gobernaba con la ayuda de éstos. Para los judíos, una gran noticia. Para Herodes y su corte, una noticia nefasta. Pero Herodes es listo, reacciona rápidamente y les pide a los sacerdotes y escribas que busquen en que lugar de los textos sagrados judíos dice algo del advenimiento de ese rey, "...les preguntaba dónde había de nacer el Cristo." El Cristo, el ungido, como lo fue David, el gran rey, símbolo de la grandeza del pueblo judío. Y Herodes sabe lo que todo eso puede significar. Por eso, una vez que los eruditos de Judea le dicen el lugar:
"Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encontréis, comunicádmelo para ir también yo a adorarle."
Herodes llama a los magos. Insisto. Los magos no van a Herodes, es Herodes el que realiza las indagaciones y cuando tiene el lugar localizado, llama a su presencia a los magos. Pero "llamó aparte a los magos". No quiere que se difunda la noticia. No quiere que haya una peregrinación hacia el lugar donde está el supuesto rey de los judíos, el Cristo. Y antes de darles el nombre de la aldea "...por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella..". Les saca la información sobre la edad del rey, que la iguala al de la "aparición" de la estrella. Vuelve a hablarse de aparición de estrella, pero no de que guíe a ningún sitio, sino de que se trata de un fenómeno astronómico. Herodes quiere asegurarse del enemigo que le surge. ¿Es maduro, con posibilidad de reclutar hombres? ¿Es joven, y aún moldeable? ¿O es un niño, totalmente prescindible? Herodes se comporta como un auténtico estadísta, al pedirles a los magos que "indagad cuidadosamente sobre ese niño" y que después se lo comuniquen. Pero esa es otra historia.
Mateo continúa:
"Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño." Aquí si nos dice que la estrella guiaba. ¿Seguro? Analicemos el texto.
"Se pusieron en camino". Recordemos que Herodes ya les había dicho que se tenían que dirigir a Belén.
"La estrella...iba delante de ellos". Mateo no dice que los fuera guiando. Sólo dice que iba delante de ellos. Cualquiera de nosotros tenemos la experiencia que si estamos andando en campo abierto y nos dirigimos en la dirección que nos marca la luna, siempre la tendremos delante ¿quiere decir eso que nos guía? No. Sólo significa que está ahí. Que mantenemos el rumbo, pero no porque la luna nos guíe, sino porque sabemos que la dirección es la correcta. La luna no se desplaza. Somos nosotros los que la tomamos como punto de referencia. Y recordemos que estos personajes eran magos, sabían interpretar las luces de los cielos y sabían, por supuesto, caminar tomando como referencia la posición de las estrellas.
"hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño". Aquí sí manifiesta Mateo que la estrella se detuvo sobre un lugar determinado. Pero en el ejemplo puesto en el párrafo anterior, cuando nosotros nos paramos, también la luna aparentemente "se para". Y aquí podemos decir que Mateo hace un guiño a la fenomenología. Está relatando la infancia de un personaje que cree que es el Hijo de Dios. Desde nuestro punto de vista, está relatando un hecho lleno de "milagros", Reyes Magos que van siguiendo una estrella y que se dirigen a donde ha nacido un Salvador. Desde su punto de vista, judío del s. I, no ha relatado aún ningún hecho extraordinario. Hasta ahora, visto con la mentalidad judía del s. I, no ha ocurrido nada memorable, ni siquiera la aparición de una nueva estrella que hace que unos sabios se muevan hacía un lugar determinado es algo extraordinario para ese s. I de nuestra era. Por tanto, Mateo deja que la "estrella" quede "encima del lugar donde estaba el niño".
Últimos detalles:
"Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron."
¿En la casa? ¿No estaba el Niño Jesús en un pesebre de un portal en Belén? El último tirón de orejas a nuestra tradición de colocar a los Reyes Magos once días después del nacimiento de Cristo. En la antigüedad, los viajes eran mucho más difíciles de realizar, incluso para gente poderosa. Además, un desplazamiento que suponía cruzar la mitad del mundo conocido en la época precisaba de una preparación cuidadosa, laboriosa y que llevaba su tiempo. Desde que la estrella aparece hasta que llegan a Belén, no sólo se debe contar el tiempo del viaje, que sería de meses, sino también el tiempo de la preparación, que también sería largo, pues hay que tener listas vituallas para el camino, regalos para la persona a la que se va a visitar, dinero para cubrir las distintas vicisitudes del viaje, seguridad para evitar las emboscadas y asaltos de bandas de maleantes que atacaban a las caravanas, etc. Por tanto, nuestros sabios de Oriente llegarían a Belén cuando el Niño, cuyo nacimiento había señalado una estrella en el firmamento, contara con más de un año, incluso dos, de edad. No podían planificar, formar una caravana y realizar el viaje en tan sólo once días.
Última carta que me guardo en la manga. Sólo he hecho referencia a Mateo, habiendo otros tres evangelistas reconocidos oficialmente. ¿Por qué? Ninguno de ellos habla de esta historia de los "Reyes Magos". Sólo Mateo nos la cuenta. Y gracias a él, sabemos que la "misión" de ese Niño nacido en Belén no se limitaba a sus compatriotas, al pueblo judío. Con este relato, Mateo nos cuenta, y les cuenta a los judíos, a los que específicamente dedica su evangelio, que Jesús de Nazareth no viene a "salvar" sólo a los judíos. Jesús de Nazareth viene a manifestarse a todo el mundo. A todo aquel que lo quiera oír.
Los Reyes Magos no eran reyes, no eran magos, no les conducía una estrella. Eran unos sabios de Persia que, interpretando el nacimiento de un fenómeno astronómico, que en su tiempo se podía asimilar a una estrella, buscaron la persona a la que, por su nacimiento, correspondía dicho fenómeno. Fenómeno que para ellos era tan importante como para organizar una caravana para un viaje de un año o más de duración. Les valía la pena. Por tanto, el acontecimiento que señalaba ese fenómeno astronómico debía ser lo suficientemente importante.
Y lo fue.
lunes, 29 de diciembre de 2014
LOS ESTUDIOS DE JANE GOODALL (2ª parte)
Lo que encontró en sus observaciones lo refleja en sus últimos libros y existen unos documentales de National Geographic, institución que lleva trabajando con Jane desde hace muchos años, que lo muestran en imágenes. Los chimpancés machos, a una señal del líder del grupo se reúnen y se aprestan a realizar un recorrido del territorio del grupo. En ese recorrido, como si se tratara de una patrulla de reconocimiento, se mueven por los bordes de su área de influencia, valorando las distintas señales que les proporciona el hábitat selvático en que se mueven. Escudriñan las copas de los árboles, escuchan los distintos ruidos que pueden oírse en la floresta tropical, e incluso se paran a observar si hay algún cambio, alguna pista, algún rastro de otros animales que puedan constituir un peligro para el grupo. Hasta aquí todo dentro de cánones que vuelven a ser "antropomorfos". Jane Goodall aprecia que muchos de los comportamientos que observa en los primates pueden extrapolarse a los humanos.
Pero la tragedia surge cuando un buen día, mientras Jane observa el recorrido de reconocimiento del grupo, oye unos sonidos desconocidos. Se trata de la llamada de otro chimpancé, de un individuo joven, y que se encuentra cerca del lugar donde ella está observando a su grupo de primates. De pronto, el macho líder del grupo se para, levanta la cabeza y se queda quieto, escuchando. El resto del grupo lo imita. Jane nota una tensión en el ambiente que antes no había experimentado. De repente, en una fracción de segundo, el macho líder, seguido de los suyos, se lanza a una carrera enloquecida, emitiendo una serie de gritos que la aturden, y golpeando troncos de árboles, arrancando ramas y hojas, en dirección donde hacía unos segundos se oía la llamada del joven chimpancé perdido, lejos de su grupo. Jane, con sus ayudantes, corre hacia el lugar adonde se han dirigido los monos, fácil de seguir por la algarabía de gritos y por las señales de destrucción que han ido dejando a su paso.
Cuando, tras un breve trecho, llegan al lugar donde han parado los monos, la escena que ve le hiela la sangre. Los monos están golpeando, vapuleando al joven chimpancé. Dos o tres veces que trata de huir, es atrapado nuevamente y la paliza comienza de nuevo. Tras un largo rato de recibir golpes, el joven chimpancé no se mueve. Es como si aceptara su destino de ser apaleado sin fin. Jane se fija en él y se da cuenta. El chimpancé está muerto.
Pero si la escena del apaleamiento le heló la sangre en las venas, a Jane todavía le queda lo más horroroso. El macho líder, al comprobar que el joven chimpancé ha muerto, comienza a descoyuntar el cuerpo exánime del mono. El resto le imitan, y la escena se convierte en una orgía de carne, sangre y vísceras. Jane ve horrorizada como sus chimpances, que eran tan solícitos dentro del grupo, están despedazando y comiéndose a un congénere. Puede ver al líder; que le había visto crecer, desarrollarse, conseguir el liderato del grupo; que había disfrutado de su porte erguido, cuando el chimpance miraba con orgullo a sus propios retoños; puede ver al líder comiendo las vísceras del jóven, devorando el corazón del mismo, con tanto deleite como un gourmet puede devorar un suculento solomillo de carne.
Toda la imagen idílica del chimpancé se perdió aquel día. Todo el papel de paraíso perdido que se dio al grupo de chimpancés se perdió en ese instante. La familia ideal de la selva saltó por los aires. Los chimpancés no sólo se parecían al ser humano en las virtudes. También se parecían en los vicios. Los chimpancés eran violentos, como el hombre. Los chimpancés disfrutaban con la muerte de un congénere, como el hombre. Los chimpancés se dejaban llevar por la masa, como el hombre.
Jane Goodall siguió con su estudio e investigación sobre los primates. Y pudo comprobar, junto a su equipo, que los grupos de primates forman hordas que bien pudiera parecerse a las bandas callejeras. Que esas hordas recorren su territorio para defenderlo de intrusos. Que cuando los encuentran, el enfrentamiento es a muerte. No hay cuartel. Y que son caníbales. Que se comen a sus víctimas, a los congéneres abatidos en la reyerta. Pero descubrieron algo más.
Cuando estas hordas, al frente de las cuales siempre está un macho poderoso tanto desde el punto de vista físico como desde la agresividad; se sienten poderosas, cuando han expulsado a muchos congéneres, cuando han rechazado a otros grupos de chimpancés, cuando han vencido muchas veces, estas hordas se atreven a invadir los territorios de otros grupos vecinos. Realizan expediciones de conquista. Se transforman en un pequeño ejército que invade las zonas limítrofes, se enfrenta con los otros grupos de chimpancés, los aniquila y asume su territorio.
La identidad de pertenencia a un grupo. La agresividad. El afán de conquista. Todas las pulsiones que han marcado la historia del hombre, a través de su recorrido en el tiempo en nuestro planeta Tierra, le vienen de antiguo. Están profundamente marcadas en el trasfondo biológico, social y cultural. Y marcados desde hace millones de años, heredados, tanto nosotros como los chimpancés, de un ancestro común y moldeados a lo largo de los milenios.
La idea de humanidad, como comunidad fraternal, y de humanismo lleva muy poco tiempo desde el punto de vista evolutivo. Se puede hablar del comienzo de esa idea con Zoroastro hace 2.500 años. Esos pocos miles de años de nacimiento y desarrollo de esas ideas, en comparación con los millones de años de evolución desde nuestro ancestro hasta hoy, es muy poco tiempo. Al hombre aún le queda mucho camino que recorrer.
Por eso, cuando los grupos humanos se enfrentan, como se enfrentaron hace unas semanas dos hinchadas rivales, y vemos este enfrentamiento tan sin sentido, quizá debiéramos profundizar en nuestra mente y reconocer la parte de ser vivo que aún yace en nosotros y que aún influye en muchas de nuestras conductas, aunque no sepamos darnos cuenta de ello.
Por último, quizá deberíamos desechar el término antropomorfo cuando vemos en ciertos animales conductas similares a las del hombre. Quizá deberemos pensar que, tal vez, somos nosotros los que hemos heredado esas conductas y lo que creemos humanidad, es fruto del conocimiento y la experiencia de millones de años de evolución de todos los seres vivos, no necesariamente humanos, que nos precedieron. Jane Goodall se dio cuenta de ello, ¿y nosotros?
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