sábado, 12 de marzo de 2016

LCP XVII: LOS SURMA Y EL PLATO LABIAL DE LAS MUJERES MURSI

Parque Nacional río Mago

Queridos amigos de la Cultura de los Pueblos. Al principio de esta serie dedicada a los pueblos del río Omo, avisaba ya de la dificultad de poder describir de forma sencilla a cada uno de estos pueblos. Las características de los mismos, sus singularidades, se mezclaban entre ellos, y hacían que lo que pudiera ser en un primer momento sencillo, cuando se comienza a profundizar en el conocimiento sobre ellos, se complica de tal forma y manera que el humilde divulgador, que intenta mostrar en una pincelada la vida de sus congéneres de estas tierras bañadas por el río Omo, se ve inmerso en un mar de términos, nombres y localizaciones que se entrecruzan y que no le permiten alcanzar ese fin. Y eso es lo que me ha pasado cuando he comenzado a profundizar en el primer pueblo del que os quiero hablar: los Surma.

Territorio mursi entre los dos parques naciona-
les, del río Omo y del río Mago
En primer lugar, hay que saber que los Surma es el término usado principalmente por las autoridades gubernamentales etíopes para referirse a los habitantes del sudoeste del país, que habitan la zona del Omo, y que pertenecen a las tribus Mursi, Suri y Me'en. ¿Bien? Pues más lío aún. Estas tribus poseen un lenguaje nilo-sahariano, y aunque una respecto a otra no lo quieran reconocer, tienen una base lingüística común a todas ellas del 80% aproximadamente. Por si fuera poco, el enfrentamiento no sólo es verbal, sino que llega a ser violento, con muertes entre las distintas tribus, y que se han acentuado con la llegada de las armas de fuego. Los suri son alrededor de 20.000 personas, los mursi unos 7.500, y los Me'en unos 150.000. Se encuentran situados entre el río Omo y el río Mago, teniendo como vecinos en el sur al grupo tribal de los Nyangatom, con los cuales tienen frecuentes enfrentamientos, también violentos, también con resultados mortales.

Pastor mursi a orillas del río Omo
En un origen, estos grupos eran ganaderos nómadas, pero durante los años setenta del siglo pasado, tanto ellos como sus ganados sufrieron una epidemia de ántrax, la cual diezmó la población de sus reses. Este hecho hizo que tuvieran que comenzar a utilizar la agricultura como complemento para su sustento. Cultivan principalmente sorgo y maíz. También se dedican a la apicultura. Anteriormente, otra fuente de riqueza importante para ellos era la caza, y eran los proveedores de pieles para otros grupos. Sin embargo, desde la declaración del río Mago como Parque Nacional y reserva de fauna, esta actividad prácticamente ha desaparecido.

Grupo de hombres mursi a la entrada del poblado

Su organización social se basa en los sistemas de edad que veíamos en capítulos pasados. Pero presentan una estructura descentralizada, no teniendo ningún tipo de jefe o rey. El grupo de mayor edad es el que ejerce el poder y el que toma las decisiones correspondientes para el clan.

Madre surma con plato labial

Y llegamos a una de las características por la que son famosos los individuos de esta población. Mejor dicho, por la que son famosas sus mujeres. Las mujeres mursi lucen el llamado plato labial. Aunque se da también en el resto de las tribus que componen el pueblo surma, son sobre todo las mujeres mursi quién los lucen con más frecuencia. Pero no sólo se colocan dicho adorno en el labio inferior, sino también puede estar en el lóbulo de la oreja.

Joven mursi con plato lobular
Durante los ritos de iniciación se realiza a la niña, que inicia su viaje a la etapa adulta, una incisión en el labio inferior, en dónde se inserta un pequeño disco, que puede ser de madera o de cerámica. Conforme vaya adaptándose la piel del labio, se irá cambiando el disco por otro mayor y así hasta alcanzar tamaños inverosímiles de treinta o más centímetros de diámetro.

Plato labial con la parte central hueca

En un primer momento se creyó que estos platos labiales se habían desarrollado en el pueblo mursi para provocar de forma voluntaria la fealdad en las mujeres. De esta forma, evitaban que fueran robadas y esclavizadas durante las razzias que sufrían estos pueblos por parte de los árabes, que bajaban a estas zonas a nutrirse de esclavos para los mercados de Oriente Medio. Sin embargo, los estudios realizados por los antropólogos reflejan que los platos labiales muestran el estatus social de la persona que los lleva y son, por tanto, un símbolo dentro de la tribu o del clan al que pertenece la mujer mursi que luce dicho adorno.

Madre con plato labial trapezoidal
Como hemos dicho antes, pueden ser de madera o de barro, éstos últimos rojizos o negros, dependiendo de la arcilla que se use a la hora de hacerlos. Aunque lo más común es que sean circulares, también los hay trapezoidales. Nos podemos encontrar con platos labiales adornados con incisiones, y otros con la parte central hueca.


Los hombres también tienen su propia forma de adornarse, que tampoco es menos dolorosa, aunque sí hay que reconocer que es menos aparatosa. Pero eso, amigos, será parte del contenido de la próxima entrada.

Hasta entonces, queridos amigos, nos vemos en la red.

Panorámica del parque nacional del río Mago


domingo, 6 de marzo de 2016

EL HIJO PRÓDIGO, UNA PARÁBOLA ACTUAL


El evangelio que se lee hoy en todas las iglesias corresponde a la parábola del hijo pródigo. En ella, el hijo menor exige la parte de su herencia al padre, se marcha del hogar familiar y se la gasta de forma totalmente irresponsable. Al acabar con la herencia, tiene que aceptar cualquier tipo de trabajo para malvivir, hasta que recapacita, se arrepiente y decide regresar a casa de su padre a pedir perdón y solicitar que se le admita como simple criado. El padre, al verle, no solamente le perdona sino que organiza una fiesta para celebrar que ha recuperado al hijo que daba por perdido. Pero el hijo mayor no acepta la generosidad de su padre con su hermano pequeño. No entiende el porque se porta así con aquel que ha dilapidado su fortuna de tan mala manera y, sobre todo, no entiende cómo le iguala a él que siempre ha estado a su lado. El padre le intenta hacerle comprender el porque. No es justicia, como pide él; es misericordia, como le dice su padre.


Espero no haberme extendido mucho en mi resumen, pero es que era necesario contarlo así para entender lo que quisiera transmitir en este momento. Y es que la parábola es muy actual. Por desgracia. Se puede analizar desde un montón de puntos de vista. Da para libros enteros. Pero yo me voy a referir solamente a un hecho actual. Hoy la parábola tendría algunas variaciones, para desgracia de algunos protagonistas de la misma. Esas variaciones son: el padre ha muerto, el hijo mayor es dueño de la casa, y el hijo menor está llamando infructuosamente a las puertas y nadie quiere abrirle ni tan siquiera la parte del establo dónde se guardan los animales y dónde tendría cobijo para el duro invierno. ¿Ven por dónde voy?

Consejo de Europa 2015

Europa hace unos años se declaró muy ufana en una Constitución en la cual renunciaba a su pasado de civilización cristiana. Renunciaba a Dios. Se declaraba muy ufana de ser una civilización laica, sin Dios, en la cual solamente la razón, el bien común, el bienestar de los pueblos era suficiente para conseguir unos comportamientos éticos y morales que fueran el ejemplo para el resto del mundo. Como una nueva civilización griega, íbamos a ser la antorcha que iluminaríamos al mundo con el fulgor de la cultura. Por tanto, no necesitábamos la figura de ningún "padre". Por tanto, murió el padre de la parábola.

Constitución Europea

De esta forma, nos erigíamos en el hermano mayor, aquél al que había que dirigirse ante cualquier problema. Aquél al que había que consultar ante cualquier duda. Aquél al que había que solicitar cualquier ayuda. Y, por tanto, nos hicimos los dueños de la casa.

Zoco de Damasco (antes de la guerra civil de 2011)

¿Y el hermano menor? Ya lo habréis adivinado. Fueron todos aquellos pueblos que nos tenían como espejo. Que se miraban en nosotros porque aspiraban a nuestro nivel de vida. Que soñaban con que algún día pudieran llegar a tener el mismo bienestar del que nosotros disfrutábamos.

Hasta aquí, bien. Hasta aquí, el equilibrio. Pero llegó algo que cambió. El hermano menor recapacita y decide ir a casa del padre y solicitar ayuda, aunque sea la de un criado. Posiblemente, si Jesús de Nazareth estuviera físicamente conmigo ahora (déjenme que lo imagine por un momento) me miraría entre sonriente y melancólico y me preguntaría: "¿Estás seguro?" Yo seguramente levantaría la cabeza y le devolvería la mirada y le respondería atolondrado: "Sí." Y Él insistiría: "¿Seguro que vienen por recapacitar?"

Refugiados sirios

No. No vienen por recapacitar. No vienen porque hayan gastado su parte de la herencia. No vienen porque éste sea su hogar que hayan abandonado hace algún tiempo. Es algo mucho peor. Vienen porque su hogar, su mundo, ha sido destruido con bombas, con armas, con misiles que han sido fabricados por nosotros, vendidos por nosotros, a aquellos que los están lanzando sobre ellos. El hermano mayor es el que está destruyendo el medio de vida del hermano menor. Y cuando el hermano menor viene a las puertas de la casa del hermano mayor, éste último le niega la entrada. Normal, natural. El padre ha muerto.

viernes, 26 de febrero de 2016

LCP XVI: LA ESTÉTICA DE LOS HABITANTES DEL RÍO OMO

Guerrero mursi con sus nietos

Queridos amigos, en la entrada anterior dejábamos a Maji justo en el momento en que iba a comenzar a contarnos cómo su pueblo, y todos sus vecinos, se adornaban el cuerpo y cuáles eran las distintas formas que tenían de entender la estética dentro de su cultura. Os invito a que sigamos escuchándola:

Muchacha Hamer
Entre las distintas tribus que vivimos en las orillas del río Omo, nos gusta mucho adornarnos. Coincidimos en muchos aspectos de nuestro vestuario, peinados, pendientes, collares, etc. Pero siempre unos pueblos destacamos sobre otros en las distintas maneras  de ponernos guapos. Así, el pueblo karo presume sobre todo de sus pinturas corporales; los dassanetch sobresalen por la perfección de sus peinados; los nyangatom tienen una peculiar maestría en piercings, escarificaciones y collares; los hamer saben muy bien como decorarse profusamente todo el cuerpo para llamar la atención; los mursi son los más conocidos más allá de nuestras tierras, por el plato labial que tienen sus mujeres, pero también conocen trucos para lucir el cabello. Total, que aunque todos sabemos de todo, cada uno es maestro en algún aspecto importante. Os voy a hablar de alguno de estos aspectos.

Joven surma
Las escarificaciones son unos cortes que se hacen, normalmente los hombres, en la piel. Se los hacen con cuchillas afiladas y se aplican en esos cortes una mezcla de hierbas para que dejen una cicatriz elevada y gruesa. Se suelen hacer en todos los grupos, aunque los especialistas en este arte sean los nyangatom. Suelen ser de motivos geométricos, con cortes pequeños, repetitivos, que recorren la parte del cuerpo elegida. Puede ser el hombro, el brazo, el vientre, el pecho o la espalda. Pueden ser de tipo ornamental, para lucir en ceremonias; otras se hacen para aliviar dolencias, como si se tratara de una medicina. Pero las más espectaculares, las que dan más prestigio social, las que se llevan con más orgullo son aquellas que se hacen los hombres que han demostrado su valor al matar a un enemigo o al cazar a un animal peligroso. Como podéis imaginar, las portan los guerreros de la tribu, y las exhiben, tal como he dicho antes, con gran orgullo en fiestas y ceremonias.

Joven mursi con labio inferior hipertrofiado por el plato labial y con ausencia
de los incisivos inferiores.
Hay algo que solíamos hacer antes con más frecuencia, y que ahora se hace menos. Es el corte de los dientes delanteros inferiores. Se hacía por belleza. Nos veíamos así más guapos. ¿Os cuento algo? Los primeros occidentales que vieron esta costumbre nuestra la tildaron de salvajada. Pero cuando se encontraron con que al coger una enfermedad grave, que ellos llamaban "tétanos" y que para ellos era mortal, nosotros la superábamos, porque conseguíamos alimentar a los enfermos a través del orificio de esos dientes cortados, entonces empezaron a apreciar nuestro sentido de la belleza. Bueno, paso a los peinados.

Joven dassanetch

Los peinados pueden señalar el estado social; bien la situación del que lleva el peinado dentro del grupo, o bien que el que lleva un peinado tiene cerca la celebración de una ceremonia o rito, solo o de todo el grupo, y que se esta preparando para ello. Pero también nos peinamos por coquetería, no os creáis. También nos peinamos para atraer al chico o chica que nos gusta. Sí, porque los peinados tanto son de hombre como de mujer.

Hombres dassanetch preparándose para una celebración

Los de los hombres son más llamativos. Suelen rasurarse parte del cabello. Uno de los más comunes es el que deja cortos los cabellos de la parte central de la cabeza, los apelmazan y los tintan de color tierra o blanco. Pueden insertar cilindros de madera o hueso. Y en esos cilindros poner plumas de avestruz. Todo depende de la coquetería que quiera lucir el chico.

Las mujeres suelen preferir pequeñas trenzas, o cortado y apelmazado en pequeñas bolitas que se pueden untar de mantequilla y tintar de color tierra. También se pueden rasurar. Y a veces se realizan trenzados artísticos.

Mujer joven de la tribu bashada

Tengo que decir que los materiales que usamos para todos nuestros adornos y para ponernos guapos suelen proceder del medio natural. La excepción suelen ser piezas metálicas o de vidrio, que las obtenemos de los distintos mercados. Uno de los materiales más apreciados son las conchas de caurí que provienen del Océano Índico y del Mar Rojo. Estos mercados nos ponen en contacto con pueblos que existen más allá del río Omo, y nos cuentan historias como las que yo os estoy contando ahora. Espero hayáis aprendido cosas conmigo, y améis un poco más a mi pueblo.

Con este último deseo de Maji, sin más que añadir, me despido. Hasta la próxima entrega. Nos vemos en la red.


viernes, 19 de febrero de 2016

LCP XV: LA CULTURA MATERIAL DE LOS PUEBLOS OMO


¿Qué entendemos por "cultura material"? Dentro de este concepto, de esta denominación, nos referimos a los distintos instrumentos, utensilios y pertenencias que poseen los hombres y mujeres de un determinado pueblo. Un piso, un coche, un televisor, una moto, el ordenador desde el cual estoy escribiendo en estos momentos, formarían parte de la "cultura material" del hombre de nuestro "civilizado" primer mundo. Pero, para describir este aspecto de los habitantes del río Omo, prefiero que sea Maji, una niña oriunda de la zona, quien pueda contároslo con mayor frescura.


¡Hola! Mi nombre es Maji y vivo a las orillas de un río grande y largo, que desemboca en un gran lago. El río es tan grande, que los mayores tienen que cruzarlo de un lado a otro en sus canoas, porque es muy profundo y ancho, y nadando podrías cansarte y hundirte.


Mi pueblo es nómada, como la mayoría de nuestros vecinos. ¿Qué que quiere decir nómada? Pues que con las cabras y ovejas que tenemos, vamos de unos pastos a otros para que puedan alimentarse nuestros rebaños. Por esos nos llaman pastores. Estamos continuamente desplazándonos por la zona, sin alejarnos mucho del río, pues son las tierras más fértiles, aunque nuestro ganado come de todo, sobre todo las cabras. Otros vecinos nuestros, que tienen cebúes, necesitan pastos más extensos y de mayor calidad. Nosotros, no tanto.

Como estamos continuamente de un lugar a otro, no tenemos muchas pertenencias. Serían un engorro. Preferimos que las cosas propias sean pocas y ligeras. Así su transporte es mucho más cómodo. De hecho, se puede decir que cargamos con lo fundamental para vivir, lo imprescindible para el día a día.


Si en algún sitio nos quedamos por varios días, entonces construimos unas chozas más fuertes. Si entras verás que seguimos siendo austeros. El interior es muy sencillo. Un fogón, que suele estar en el centro. Junto a él un recipiente de barro, que se lo solemos comprar a los Bashada, que son una de las pocas tribus de por aquí que trabajan la arcilla. Y calabazas de distintas formas y tamaños. También puedes encontrar cestos, que son muy ligeros, y pieles de cabra y de cebú. Las calabazas y los recipientes de barro, que también los hay de madera, sirven para almacenar la leche que se obtiene de las cabras y de los cebúes. Los solemos adornar con muchas líneas y trazos, hasta que quedan muy bien decorados.


Los hombres portan sus armas. Los mayores nos cuentan que antes eran lanzas, escudos, porras. Los llevaban siempre encima, para defendernos del ataque de otras tribus o bien de los animales salvajes. También para defender al ganado y evitar perder algún animal porque se lo comiera alguna fiera o lo robara algún clan vecino. Hoy los han sustituido unas ametralladoras que se llaman Kalashnikov.

Algo que llevan los hombres en sus andanzas y que me llama mucho la atención son los apoyanucas. Se trata de un utensilio de madera que, debido a su pequeño tamaño, su gran ligereza y su amplio uso, es una pieza inseparable de la indumentaria del hombre. Les sirve tanto para sentarse sobre él, en las reuniones, o cuando se ponen a charlar en un encuentro casual con algún conocido; como para apoyar la nuca y reposar o dormir. De esta última forma preservan los ornamentos y los valiosos peinados que muchas veces suelen hacerse para lucir delante de los demás miembros de su poblado o de poblados vecinos.


Aquí queridos amigos, corto a Maji. Hemos podido ver con su relato, la escasa cultura material de estos pueblos. Pero esa escasa cultura material se compensa con la riqueza ornamental y simbólica que muestran en sus cuerpos mediante el peinado, los adornos, la pintura y las escarificaciones. Pues los pueblos del río Omo no sólo tratan de poner de manifiesto su belleza, sino también transmitir mensajes, señales y símbolos expresados a través del arte corporal. Pero dejaremos que sea Maji, en una próxima entrega, quién nos lo cuente.

Hasta entonces, queridos amigos, disfruten. Nos vemos en la red.

sábado, 13 de febrero de 2016

LCP XIV: EL SUSTENTO DE LOS PUEBLOS DEL OMO

Queridos amigos, en la última entrada acabábamos dando una pequeña pincelada sobre aquello en lo que los habitantes del río Omo basaban sus subsistencia. Decíamos que el elemento central de su alimentación, e incluso de la manera de entender su mundo, era el ganado. Pero sólo se trataba de una pincelada. Hoy nos vamos a meter más en harina.

Mursis

En prácticamente todos los pueblos del río Omo hay un predominio, una superioridad de la ganadería sobre la agricultura. Se considera al ganado como un producto de mayor riqueza, de mayor nobleza, que a aquél que se pueda obtener de roturar, de sembrar y de cultivar la tierra. La base de su cabaña ganadera la constituyen las cabras, las ovejas y los cebús. 

Ejemplar de Cebú adulto críado en granja en México para
 exposición de ganado
Pastoreo de cebúes en África
Los cebús, que son esos grandes toros y vacas, que solemos ver escuálidos en los distintos fotogramas que nos muestran los reportajes de prensa y televisión, y que son así de delgados porque el terreno no da para mucho más, pues es un terreno agreste, pobre. Son unos toros que se caracterizan además por su cornamenta y la giba que poseen sobre los cuartos delanteros. Poseen unos grandes cuernos, cilíndricos, que nacen hacia arriba, que se extienden y forman como los brazos de una lira, sobre la cabeza del animal, y que le dan una forma más desgarbada aún, si es que eso es posible. Este animal, cuyos antepasados provienen de la India, y fueron introducidos en África Oriental a través de Egipto en la época del Imperio Nuevo, es el indicativo de la riqueza que posee la familia dentro de la estructura social en la que se estructuran los pueblos del Omo.

Sorgo

Sin embargo, las condiciones clímáticas hostiles, con grandes sequías; la presencia de mosca tsé-tsé que produce la nagana en los animales y la enfermedad del sueño en los humanos, hace que ciertas poblaciones se dediquen también al cultivo de gramíneas como el sorgo. El sorgo aguanta altas temperaturas y resiste a la sequía. De hecho, puede ralentizar e incluso detener su crecimiento durante la sequía para después continuar con su desarrollo. Se usa para consumo humano y animal. Con él se pueden hacer tortas, panes y gachas, entre otro tipo de comidas.

El complemento a estos alimentos son los frutos silvestres, la caza, la apicultura y la pesca. Ésta última actividad es llevada a cabo con sumo cuidado, pues está llena de numerosos tabúes que la limitan de forma importante.

¿Por qué el ganado es considerado superior a la agricultura por parte de los pueblos del río Omo?

Su valor económico. Los pueblos del Omo obtienen del ganado una fuente de alimentación continua. Obtienen leche, la cual consumen sola, o mezclada con sangre. Obtienen sangre, que también consumen. ¿Cómo la obtienen? 
A través de un pequeño orificio abierto en la yugular de la vaca, con un dardo afilado y que, una vez obtenida la cantidad deseada, que nunca es mucha, taponan con una mezcla de hierba y excrementos que ayuda a la cicatrización rápida de la herida. La curación es óptima y la vaca puede continuar su vida, hasta la siguiente ocasión. Y también obtienen mantequilla. Para ello, la leche la baten en unas calabazas alargadas, de forma continua, lenta y pacientemente hasta que el líquido lácteo se va solidificando y pasando a una masa más o menos sólida alcanzando la consistencia adecuada.

La carne la comen solamente en ceremonias o ritos importantes, con familia e invitados, y se trata de animales sacrificados dentro de las propias ceremonias, normalmente cabras u ovejas. Las pieles sirven para cubrir el cuerpo y curtidas se utilizan para distintos objetos de uso diario.

Hombre mursi junto a su ganado
El valor social del ganado va mucho más allá. En primer lugar, se trata de un bien acumulable. El sorgo, la producción agrícola es necesaria consumirla en un tiempo más o menos inmediato, pues si no se acaba perdiendo. Sin embargo, el ganado no solo se va manteniendo en el tiempo, sino que va produciendo de forma continua riqueza (leche y derivados, crías).

Pero en segundo lugar, más importante aún, los pasos importantes de la vida de los pueblos del Omo se asocian a sacrificios rituales o a transacciones de animales. Así los ritos de iniciación, las ceremonias de matrimonio, la propia dote del matrimonio, las compensaciones por agravios etc.

Podemos hablar, en líneas generales, que en los pueblos del río Omo se da una combinación de pastoreo trashumante, que es predominante, junto con agricultura estacional, apareciendo en mayor o menor medida una trashumancia estacional. Este tipo de organización económica lleva a que existan excedentes de sorgo, cabras u ovejas que permitan que se de el flujo de bienes entre los distintos grupos de poblaciones y que ha llevado al surgimiento de mercados semanales en los que se produce la interrelación entre los distintos pueblos, más marcada aún que la que se venía dando previamente. Sin embargo, esa propia interrelación también lleva a una actividad económica similar que puede llevar a conflictos, conflictos por la posesión de tierras y pastos. 


Conflictos que antes se dirimían con arcos, flechas y lanzas, pero que con la llegada de las armas automáticas procedentes de Sudán y de Uganda, zonas de guerrillas, hicieron que la zona se volviera más virulenta. Actualmente, con la independencia de Sudán del Sur, y el aparente control de las guerrillas de Uganda, parece que las situaciones conflictivas son menos frecuentes. Aunque siempre nos sorprenderá la imagen del hombre del Omo con su kalashnikov.

Queridos amigos, nos vemos en internet.