lunes, 31 de julio de 2023

LA FILOCALIA. Siglos IV al XV. Publicado en 1782. Nicodemo el Hagiorita y Macario de Corinto

Nicodemo el Hagiorita (1749 - 1809)

La Filocalia no es un texto único. Es un conjunto de texto que fueron siendo recopilados desde el siglo IV de nuestra era hasta aproximadamente el XV. Posteriormente, gracias a un monje del monte Athos, en Grecia, Nicodemo, y al metropolitano obispo de Corinto, Macario, se unieron en un solo volumen y se empezaron a extender por toda la cristiandad ortodoxa. Es un libro dedicado a la oración. Nos enseña cómo debemos orar, en qué consiste estar en oración, y en que esa oración lleva a la unión plena con Dios. En muchos aspectos, me ha recordado el libro de "El Castillo" de Santa Teresa de Jesús, pues de la misma manera que la doctora de la Iglesia Occidental, estos monjes de la Iglesia Oriental hablan de un desapego de todo aquello que tiene relación con el mundo para poder alcanzar una mayor unión con Dios.

He de decir que se trata de un libro para personas que ya se hayan introducido en estos temas, pues en algunos lugares llega a hacerse arduo y difícil de leer y de entender. Al ser textos de diferentes personas, unos gustarán más y otros menos, unos se entenderán mejor y otros peor, pero eso es lo que ocurre con los compendios de textos, sobre todo si estos abarcan un tiempo tan amplio como los 10 siglos que abarca La Filocalia.

Macario de Corinto (1731 - 1805)

lunes, 24 de julio de 2023

AL LLEGAR AL NÚMERO 300, LA QUEJA DE UN LECTOR

Así es. Esta entrada es la que hace la número 300 en este instante del blog. Y es verdad, tengo la queja de un lector. Ese lector soy yo. ¿Por qué? Pues porque ya es la tercera novela histórica que dejo a las pocas páginas de leer. ¿A qué es debido eso? ¿No me gusta el argumento, la temática, el ambiente no es el adecuado? Nada de eso, no señores. Nada de eso. 

Lo que ocurre es que nos muestran el mundo pasado, sobre todo el mundo medieval, como si el hombre fuera únicamente una fiera no domada, que, llevado de sus más bajos instintos, mata, destruye, viola, etc., etc., etc. Aunque muchos hombres se comportaran así, había muchos otros que intentaban mantenerse en una sociedad justa, en la que se pudiera convivir, en donde un apretón de manos era tanto o más importante que una firma en un contrato, y lo venía a sustituir.

Y las mujeres no eran un objeto de usar y tirar. Que se ejercía más violencia que ahora, lo dudo. Que pasaba más desapercibida, lo dudo. Que la mujer era un ser totalmente impotente ante la lascivia del hombre, lo dudo. Porque en todas civilizaciones, desde la más antigua a la más moderna se cumplen una serie de normas de convivencia. Y sin esas normas de convivencia sería imposible la Grecia clásica, el Imperio Romano, la Cristiandad o el Islam medieval, y las sociedades que surgen durante el mal llamado periodo del Renacimiento.

¿Ustedes creen, realmente, que si la mayoría de los hombres se hubieran dedicado a matarse unos a otros, a follar (sí, a follar) con toda mujer o muchacho que se les pusiera por delante, tal como nos los presentan las "verosímiles" novelas históricas actuales, hubieran tenido tiempo de desarrollar, no ya la filosofía, la matemática, el derecho, sino también las armas que permitían guerrear, las naves que permitían ir cada vez más lejos en los mares, los distintos tipos de caminos, puentes y pasos montañosos que permitían viajar entre puntos cada vez más lejanos? ¿Ustedes creen que hubieran conseguido alcanzar las alturas de genios arquitectónicos, comerciales, culturales? ¿De verdad creen que somos nosotros, en nuestro privilegiado siglo XXI, los que hemos descubierto el derecho y la dignidad de las mujeres? ¿La igualdad entre ambos sexos?

Esta entrada es porque en el último libro que he dejado de leer hoy, y ya es la tercera vez, se presenta un tópico que por desgracia parece que está teniendo éxito en la novela histórica actual, y de ahí, pasará al acervo cultural occidental de este principio de milenio. El que la mujer medieval o era monja o era puta. Y si no era monja, ya se ocupaba algún hombre de hacerla puta en un granero, un desván o una habitación oscura de las casas hechas de boñigas de vaca. ¿De verdad nuestra sociedad acepta esta mentira con toda la naturalidad del mundo? 

Hace algunos años hice una serie entradas en este blog sobre los Maasai, al igual que sobre otros pueblos de África, y hablaba de sus costumbres originales, anteriores a conocer la "civilización" y la "colonización" europea. Estaban técnicamente más retrasados que en el Edad Media europea, pero, aunque con ciertas costumbres no se pueda estar de acuerdo (me refiero a la tan traída y llevada circuncisión femenina), respetaban la dignidad de sus mujeres mucho más de lo que nuestros "sabios" del siglo XXI muestran que los europeos medievales respetaban a las suyas.

Si pueblos que estaban anclados en lo que los historiadores han dado en llamar sociedades agricultoras y ganaderas, propias del Neolítico europeo, respetaban a sus mujeres, ¿nos vamos a creer que en sociedades más avanzadas no iba a existir ni un atisbo de este respeto?

Se ha dicho que la historia la escriben los ganadores. Parece que en este siglo XXI, la historia la están escribiendo los insensatos, aquellos que no aceptan que las generaciones anteriores a ellos ya sabían amar a los suyos, respetar su dignidad, su diferencia, ya sabían valorar a las personas como seres humanos, no como trozos de carne de usar y tirar. Que había gente destructiva, inhumana, por supuesto. Pero tengamos en cuenta una cosa, una sociedad no avanza si sus miembros no se respetan mutuamente. Y de estos últimos, tanto en la Edad Media, Antigua, como actualmente, hay un montón, siempre.

Queridos amigos, enhorabuena si habéis llegado hasta aquí, y nos veremos en la red.

lunes, 17 de julio de 2023

ORTODOXIA. 1908. Gilbert Keith Chesterton


Este libro, se trata de un ensayo, es un viaje del autor a través de todas aquellas cosas que le fueron llamando la atención de una creencia, el cristianismo. De tal forma le maravillaron, desde su mente de intelectual agnóstico y cercano al ateísmo, con un pensamiento político cercano al laborismo, que terminó profesando el cristianismo y catorce años después de este libro, se convirtió a la fe católica. Pues aquí están los cimientos que dieron lugar a su conversión.

Muestra su sorpresa, ya pasada la adolescencia, al encontrar que el cristianismo en general, y el catolicismo en particular, no era esa asociación de mentes que procuraban tener sojuzgada a la población mediante el castigo de las malas acciones que cometían. No eran un grupo de gentes que amenazaban a todos aquellos que no siguieran sus normas con un fuego que nunca se extingue y con una eternidad llena de horrores. 

Al profundizar en la historia del cristianismo, al lado de jerarquías autoritarias, de azote de pecadores y de otro tipo de personajes, existían otras personas, incluso eminentes y con cargos importantes dentro de la Iglesia, que lo que defendían era al pobre, al necesitado, que defendían los derechos de los hombres frente a la barbarie de la violencia. En fin, se dio cuenta de algo que hemos olvidado actualmente. Que en el curso de más de dos mil años de historia hay cabida para malos y para buenos. Que, en dos mil años, una misma bandera puede ser izada por defensores de los derechos de las personas y por aquellos que no aceptan tales derechos. Pero, que hay un detalle más importante.

El origen de esta creencia, el germen a partir del cual se fragua todo este intrincado mundo de mandamientos, normas, oraciones, deberes, salvación, etc.; el principio de todo se encuentra en un humilde carpintero de una más humilde aún aldea de una zona geográfica de paso entre los grandes imperios del momento (Egipto, Persia, Roma), y que fue ejecutado como un malhechor. Esa, y no otra, es la grandeza del cristianismo. Un Dios que se hace hombre para sufrir como un hombre y para acabar muerto en una ejecución denigrante para todos los que le habían conocido, de cerca o de lejos.

Ese es el mensaje de Chesterton en este libro, y es muy recomendable leerlo. No me resisto a transcribir sus últimas líneas. Son auténtica poesía del siglo XX.

"Hubo en Él algo que escondió a todos los hombres cuando subió a orar a la montaña. Había algo que constantemente ocultó con un silencio repentino, o con un impetuoso aislamiento. Cuando caminó sobre nuestra tierra, había en Él algo demasiado grande para que Dios nos lo mostrara; y algunas veces imaginé que era Su alegría." Ortodoxia. 1908. G. K. Chesterton

martes, 11 de julio de 2023

ESOS ADORABLES PEQUEÑUELOS se convierte en NIÑOS. Cap. 29


Mi hija ya ha crecido y ha alcanzado los 6 años de edad. Ya no es una "pequeñuela", por lo que muchas de las cosas que podían llamarme la atención ya van quedando atrás. Ahora lo que sí puede que me anime a escribir sea las "aventuras" que pueda protagonizar, las conversaciones que pueda tener, o las salidas graciosas que pueda protagonizar y que sean dignas de dejar escritas. Con lo cual el blog puede convertirse en un auténtico "blog", pues hace tiempo me dijeron que tener un blog era como tener un diario, pero en lugar de escribirlo en cuadernos que luego acumulan polvo en un viejo mueble destartalado, lo que escribes queda "flotando" en la red de internet y, con suerte, alguien lo puede leer y pasar un rato agradable con ello. 

Por supuesto, también me avisaron que si lo que quería escribir era algo que no deseaba que pudiera saber el público en general, no se me ocurriera dejarlo en la "red de redes" pues, siempre, como ocurre en la vida, va a leerlo la persona menos indicada o más afectada por ese relato. En fin, reconozco que he metido muchas veces la pata en mi vida, como todos, y espero haber aprendido algo de todo ello. Así que lo único que espero en esta segunda etapa de esta serie es que aquella persona que lo lea pase un rato agradable con lo que yo pueda contar.

Aviso a navegantes, la publicación no creo que vaya a ser regular. Más bien será caótica. Gracias por soportarme.

lunes, 10 de julio de 2023

¿POR QUÉ SOY CATÓLICO? 1922-1935. G. K. Chesterton


Y después de conocer al original Padre Brown, por supuesto me decidí a conocer al autor del mismo, Gilbert K. Chesterton, un gigante de metro noventa y tantos de altura y de peso superior a 100 kg. Pero más gigante aún como intelectual de su tiempo, un tiempo convulso, con un mundo cambiante, si no con la rapidez del actual, sí con la variedad de ideologías que pululaban a finales del siglo XIX y principios del XX. Porque el libro que presento aquí incluye ensayos y artículos publicados por el autor desde su conversión al catolicismo hasta el año anterior a su muerte.

Lo primero que hay que decir de este libro es que se trata de un conjunto de escritos que no han sido creados para ser leídos conjuntamente, sino que responden a unas fechas y a unos hechos concretos. En ellos se puede apreciar los duelos intelectuales que mantenía el autor contra aquellos que atacaban su nueva fe católica, como el que se hubiera convertido a la misma. También hay referencias muy claras a las dos corrientes, o tres, autoritarias que surgían en los últimos años de su vida: el fascismo, el nazismo y el comunismo bolchevique, que pretendían dar solución al hombre como entidad, pero no como individualidad. Esta última reflexión la he recogido de Chesterton, no es mía propia.

El caso es que, en algunas ocasiones, resulta algo anacrónico, pues los fascismos y el nazismo, cree este humilde bloguero, están ya superados en el primer cuarto del siglo XXI. Si no están superados, al menos, no son tan evidentes y soberbios (entendido soberbio como pecado, no como grandeza) como lo eran entonces, ya que tienden a disfrazarse de otro tipo de creencias.

Sin embargo, siempre encontraremos el fino humor y la fina ironía de Chesterton en su enfrentamiento con sus contemporáneos, a la vez que el respeto hacia los mismos, los cuales podían pensar diferente de él, pero ello no significaba que fueran enemigos a batir, sino amigos con quién dialogar. Dialogar, algo que se está perdiendo en el mundo actual y que el conjunto de escritos de Chesterton que contiene este libro nos enseña a practicar, de forma natural, con respeto y sin odios.