domingo, 31 de enero de 2021

PADRES APOSTÓLICOS. Siglos I-II. Editorial Ivory Falls Books. 2ª parte.


Nos habíamos quedado en la entrada anterior hablando de la "Didaché", término con el que se denomina el conjunto de normas o acciones y actitudes, recogidas a partir de la predicación de los apóstoles, que era necesario cumplir, o mejor dicho, los comportamientos que debía mostrar aquella persona que quería formar parte del grupo de los cristianos. Era algo así como un catecismo para aquellos que querían bautizarse y así profundizar en su vida de fe y creencia en Jesucristo.

San Bernabé

Pues bien, detrás de este "ejemplo de vida cristiana", esta edición de Ivory Falls Books nos muestra la epístola de Bernabé. Bernabé es el compañero de viajes de San Pablo, en la primera etapa en la que este último recorre Siria y Asia Menor. Después vuelven a Jerusalén para asistir al que ha pasado a ser conocido como el "primer concilio de la cristiandad" y en el cual se van a enfrentar dos posturas muy distintas: Los dogmáticos, encabezados por Santiago, la cabeza visible, según los historiadores, de la Iglesia de Jerusalén, que abogaban por el mantenimiento de las normas y reglas judías dentro del grupo de los cristianos (hasta cierto punto, Jesús era judío, había venido a intentar "rescatar" al pueblo de Israel, y por tanto, se podía argumentar que debía cumplirse con los ritos judíos). Del otro lado se pone San Pablo, con una visión mucho más universal, mucho más integradora y mucho menos rigorista. Parece mentira que éste sea el mismo Saulo de Tarso que hasta hace unos años perseguía con saña a los cristianos, porque los consideraba unos herejes del judaísmo, que no merecían otra cosa que persecución y muerte. Pero nos volvemos a ir del tema.


El caso es que tras este concilio, más bien conciliábulo, en el que se reúnen los pocos "dirigentes" que eran, en ese momento, de los seguidores de Cristo, Bernabé se separa de Pablo. Sus caminos serán distintos. Pablo, siguiendo la costa del Levante Mediterráneo, llegará a Roma, donde sufrirá martirio, será decapitado por su creencia en un sólo Dios y por confesar que Jesús de Nazaret es su hijo. Bernabé, en cambio, desaparece de la historia de "Los Hechos de los Apóstoles", y según los historiadores, se dirigirá a Chipre, donde morirá también por su fe en Cristo.

La epístola de Bernabé tiene dos partes. La primera se dedica a demostrar que Jesús de Nazaret ha sido la culminación de la historia de la Salvación del pueblo judío. Y hace un repaso de todo lo acontecido en el Antiguo Testamento, llegando al Nuevo y enlazando ambos. Está dirigida a aquellos cristianos provenientes de la fe judía, a los que crítica sus dudas acerca de la autenticidad del relato de Jesús como el Mesías esperado por el pueblo judío.

La segunda parte de esta carta se dedica a enumerar una serie de preceptos, muchos de ellos inspirados en el Antiguo Testamento, y que podría constituirse como un añadido a la Didaché de la que hablábamos la semana pasada.

Tras la epístola a Bernabé viene el texto conocido como "El pastor de Hermas". Pero como se va alargando la entrada, lo dejo para la próxima, que será ya la última de esta "minitrilogía" sobre los escritos de los Padres Apostólicos.


Termina el libro que nos brinda la editorial Ivory Falls Books con una epístola y unos fragmentos. La epístola está dirigida a Diogneto, y fue encontrada en Constantinopla a mediados del siglo XV. Aquí el texto, cuyo autor es muy discutido, muestra el estilo de preguntas y respuestas. Respuestas a dudas y cuestiones que plantea, o hace el escrito que se plantee, el tal Diogneto. Parece ser que la fecha de producción de esta epístola es de aproximadamente primera mitad del siglo II. En la misma vemos como se da un repaso a los distintos cultos paganos y su inconsistencia, al sin sentido del culto judío en espera de un Mesías, el cuál ya se ha encarnado como Jesús de Nazaret, y por fin muestra a Dios como un Dios benigno y amante de los seres humanos.

San Papías

Unas pocas palabras sobre los textos con que acaba este libro de los Padres Apostólicos. Los fragmentos de Papías. Éste parece haber nacido alrededor del 70 d.C. y muerto sufriendo martirio alrededor del 150 d.C. Puede haber sido discípulo de Juan el presbítero, no confundir con San Juan Evangelista, y ser compañero de San Policarpo. Sus fragmentos nos muestran sus opiniones sobre Dios y cómo se comprendían en su época ciertos aspectos de la vida de Jesús y de la liturgia cristiana.

Aunque queda todavía la entrada de "El pastor de Hermas", no me resisto a escribir en este momento la conclusión. "Los Padres Apostólicos. Siglos I-II" que nos presenta la editorial Ivory Falls Books es una inmersión en el mundo de hace 1900 años, en cómo veían la vida y se la planteaban aquellos primeros seguidores de lo que luego será una de las creencias mundiales más importantes y con gran influencia en el devenir de la historia. Nos muestra sus pensamientos, sus razonamientos y aquellos que les movía a lo largo de su vida, hasta incluso dejarse matar por sus ideas. Creo que, aunque en algunos momentos nos resulte pesado, vale la pena "bucear" en esos "mares" del tiempo.

Queridos amigos, nos vemos en la red.

domingo, 24 de enero de 2021

PADRES APOSTÓLICOS. Siglos I-II. Editorial Ivory Falls Books. 1ª parte.

 


Hoy toca viajar al principio de nuestros 2.000 años. Iremos al siglo I y II de nuestra era. Y voy a hablar de una serie de escritos que no los conoce casi nadie, salvo aquellos que se dedican a su estudio. Se trata de unos textos que proceden de los llamados Padres Apostólicos. Estoy seguro que a muchos les sonará más eso de los "Padres Fundadores" de los Estados Unidos de América, que el título de "Padres Apostólicos". Una pena, pues son algo así como los "Padres Fundadores" de la cultura occidental. Sí, ahora se me echarán encima todos aquellos que digan que me olvido de la civilización grecorromana, que es la auténtica base de nuestra cultura. Pues no y sí, no me olvido de dicha cultura grecorromana, sobre todo si aceptamos extremos como la esclavitud, la guerra, las diversiones donde corra la sangre a raudales (gladiadores, lucha con fieras, cacerías, etc.), Y sí, sí me olvido porque creo que nuestra civilización actual tiene mucha más base en los principios que empujaron a ese puñado de hombres y mujeres de principio de nuestra era, que en los principios grecorromanos. Pero me estoy desviando del libro.


Los Padres Apostólicos son precisamente los discípulos de los Apóstoles de Jesús de Nazareth. Aquellos más punteros, que se convirtieron en obispos de distintas ciudades, entre ellas Roma, y que sucedían a dichos Apóstoles y representaban a Jesús en la tierra. Cuidaban de las comunidades nacientes, pocos años antes instituidas. Se puede decir que fueron la segunda generación de dirigentes cristianos que trataron de mantener viva en todo momento las creencias y las doctrinas que les fueron transmitidas por los Apóstoles.

San Clemente I, de Roma

Uno de ellos es Clemente de Roma. Existe una tradición que hace de él un seguidor de San Pedro, y de los más fieles, tanto es así que es el propio San Pedro, antes de morir en la colina Vaticana, el que le nombra su sucesor, y tiene que empeñarse en ello, pues Clemente parece ser que fue renuente a aceptar el obispado de Roma, y más que el obispado, aceptar ser digno sucesor de San Pedro. Otros lo identifican con Clemente de Filipos y con Clemente de Alejandría. Sin embargo, parece ser que predomina el parecer de que Clemente era romano, de una familia acomodada, incluso perteneciente a la nobleza. Cuando oye las predicaciones de San Pedro, se convierte, abandona la vida de riqueza que lleva y se vuelve un seguidor incondicional del apóstol. Por fin, acaba sus días durante la persecución que llevó a cabo Domiciano contra los cristianos.

Clemente posee una carta a los Corintios y una segunda carta que es más bien una homilía y que no se tiene claro si es suya o no. En la carta a los Corintios les recrimina el que haya habido divisiones entre ellos, por creer en unos estafadores que, diciendo que predicaban las doctrinas de Jesús, se levantaron contra el obispo de Corinto y sus ayudantes. Como vemos, ya en esta primera época había disensiones en el seno de lo que podríamos considerar como Iglesia naciente o Iglesia primitiva, pues durante este tiempo la primacía de la sede romana no estaba en absoluto definida.

San Ignacio de Antioquía

Después de Clemente nos encontramos a Ignacio de Antioquía. Fue discípulo del apóstol San Juan, y fue condenado, durante la persecución que se dio en tiempos de Trajano, a morir devorado por las fieras en Roma. Por tanto, custodiado por los soldados romanos que fueron a prenderle, inicia camino desde Antioquía, en Siria, a Roma, en la actual Italia. Durante su camino va siendo asistido por los grupos cristianos de las poblaciones por las que va pasando, y va escribiendo una serie de cartas a los creyentes de las ciudades de Éfeso, Magnesia, Trallia, Filadelfia, Esmirna, la propia Roma, y al obispo de Esmirna, Policarpo. En estas cartas se destacan dos cosas. La fe de Ignacio en la existencia del más allá, junto a Cristo resucitado, y el honor que siente al mantenerse fiel a Cristo y no traicionarlo, aunque ello le cueste la vida. Si uno lo lee de forma detenida puede pensar dos cosas: o que está ante un demente, o ante un Santo, capaz de dar la vida por sus creencias. Tanto es así que en una de sus cartas pide a sus hermanos en la fe que no le ahorren ni un segundo del suplicio (iba a ser devorado por las fieras) dándole una muerte más rápida, que no se apiaden de él, pues el morir sufriendo como lo hizo Jesús de Nazareth para él constituye un honor.

San Policarpo de Esmirna

Policarpo de Esmirna, también es obispo, mártir y también tiene una epístola, dirigida a los filipenses. Policarpo constituye el eslabón entre el apóstol Juan e Ireneo de Lyon, permite la transmisión de la doctrina lo más "pura" posible, para que posteriormente Ireneo pueda "luchar" frente a las tendencias que iban surgiendo a final del siglo II y que hacían dudar de distintas afirmaciones sobre la divinidad o humanidad de Jesús que se venían haciendo desde la época de la predicación apostólica. Por otro lado, es el mismo Policarpo al que va dirigida la carta de Ignacio de Antioquía, que veíamos más arriba.

Tras la carta de Policarpo a los Filipenses, la editorial Ivory Falls Books añade un escrito titulado: "Carta de la Iglesia de Esmirna a la de Filomelio". En esta carta, se describe, de forma detallada, y se podría decir que hasta morbosa, el martirio que padeció Policarpo en Esmirna, cuando ya era un anciano, por no declarar al César como Dios y mantenerse firme en sus creencias en Jesús de Nazareth. Muere en la hoguera, después de haber sufrido tortura. Rayaba la edad de 80 años.

Lo que sigue a esta carta no es otro texto de un obispo mártir. Se trata, ni más ni menos, que de la "Didaché". Y aquellos que no estén familiarizados con el término preguntarán, ¿qué es la Didaché? Pues bien, se trata de la enseñanza de Jesucristo transmitida a los pueblos de la tierra por los Apóstoles. Consiste en un escrito, que llegó a alcanzar la categoría de libro del Nuevo Testamento, que se recomendaba para instruir a los catecúmenos, a aquellos que se acercaban a la predicación de los apóstoles y terminaban queriendo formar parte de ese grupo que tenía creencias como la existencia de un solo Dios, que su Hijo se hizo hombre para librar al hombre de la mayor esclavitud: el pecado; y que resucitó después de haber sido ejecutado por los romanos mediante la tortura de la crucifixión.


Pero no nos llamemos a engaño. La Didaché, a pesar de todo el peso doctrinal que posee, de la forma en que define los distintos usos de la liturgia de aquel momento, y de que termina haciendo una referencia a esos últimos tiempos en que vendrá nuevamente Jesús de Nazareth, no sustituye ni una coma de los evangelios, tal como hoy los conocemos. Me atrevería a decir más. La Didaché sería una orientación para la vida de un cristiano, pero la auténtica esencia del cristianismo está, en todo momento y en todo lugar, en los evangelios.

Hasta aquí, los textos más sencillos de leer, más atrayentes, en los que nos vamos a sentir más cómodos leyéndolos. Nos sorprenderemos de lo cercanos que nos suenan. Nos llamará la atención, si reflexionamos un poco, la poca diferencia que muestran respecto al ser humano de hoy en día. ¿A qué me refiero? Si leemos atentamente, e intentamos imaginarnos a esos hombres y mujeres de los primeros siglos de nuestra era, veremos que sus formas de pensar, de razonar no son tan distintas como las nuestras. Ellos explicaban la vida de una manera, discutían, disentían, se enfrentaban, se separaban, llamaban a la unidad, intentaban enseñar lo que creían verdadero e incluso eran capaces de dar la vida por sus creencias. Nosotros, en el mundo de hoy explicamos la vida de otra forma, pero nuestros comportamientos son muy similares a ellos. Quizá nos falte la pasión. La pasión que les llevaba a sentirse felices por entregar su vida a un ideal. ¿O quizás no?

Hasta aquí por hoy. No ha acabado el libro. Nos queda una segunda parte. Pero esa será la cuestión que nos permita hacer una nueva entrada, la próxima.

Mientras tanto, queridos amigos, nos vemos en la red.



sábado, 16 de enero de 2021

LA DOCTORA COLE. 1996. Noah Gordon

 


El libro que os traigo hoy a colación supone el final de una trilogía, de las que están tan de moda ahora (me refiero al hecho de realizar tres libros con un desarrollo de la argumentación a través de ellos, no al estilo de la trama). Sin embargo, este libro es el heredero del primero, del cual ya se ha hecho una película y hasta un musical. Ese primer libro de la trilogía de Noah Gordon es "El médico", que se publicó en el año 1986 y, que siguiendo la estela de novelas históricas como "Los pilares de la tierra", nos presenta la peripecia de un joven que quiere ser médico y que posee un don, y que para conseguir su sueño viaja, en los principios del siglo XI, desde Inglaterra hasta Persia. Pero me estoy yendo del tema de hoy.

"La doctora Cole", como tercer libro de la saga, nos presenta a una protagonista (los dos libros anteriores los protagonistas habían sido hombres) dedicada a su trabajo como médico y colaboradora de una clínica abortista, a principios de los años 90 del siglo XX. Tras su divorcio, se ve inmersa en la crisis de los cuarenta y quiere dar un giro a su vida. Decide dejar su puesto de trabajo en el hospital en el que estaba ejerciendo en Boston, y trasladarse a practicar la medicina de familia a Woodfield, un pequeño pueblo de una zona montañosa (no de alta montaña) en Massachusetts, en dónde, además del pueblo, da atención a granjeros que se encuentran dispersos en la geografía de media montaña de la zona.

Casa de campo en Woodfield, Massachusetts

El libro comienza con la experiencia vital de la doctora. Su traslado al pueblo significa mucho más que el traslado a un nuevo puesto de trabajo. Tiene que comenzar desde cero, no solamente en cuanto a la consulta, sino en cuanto a la vivienda, a la adaptación a la gente, en cuanto a la hora de hacer amigos, etc.

Durante ese tiempo, Noah Gordon, de forma lenta, va introduciendo todas las características de la zona, haciendo hincapié en todo momento en la diferente vida que ha decidido llevar la protagonista de su libro. Después, una vez instalada más o menos estable, se inicia la auténtica trama. Y se llega a un hecho trágico que dará un vuelco a su situación, y a su forma de ver las cosas, o, al menos, eso nos hace creer el autor. 

Parque de Woodfield

Es un libro en el cual Noah Gordon se distancia de los dos anteriores, "El médico" y "Chamán". No sólo porque Gordon decide escribir un relato contemporáneo, sino además por su temática. Usa los mimbres de sus dos novelas anteriores, la medicina y la práctica clínica diaria en una consulta de medicina rural, para presentarnos un tema distinto. Se mete en la piel de la protagonista. Va más allá, psicológicamente hablando, que en sus dos novelas anteriores, en las que usaba más los acontecimientos y los comportamientos de los protagonistas para hacer una descripción de los mismos. De esa forma, el lector puede conocer, en todo momento, el interior de la protagonista, lo que piensa, lo que siente.

Y es importante este enfoque, pues el tema que subyace en todo el libro, y que se descubre al final del mismo, es el auténtico deseo que mueve a la protagonista, sin que ella se dé cuenta, a tomar todas las decisiones y cumplirlas. Ese tema, ese deseo deberás descubrirlo tú, querido lector, si te decides a leer esta novela.

Un saludo, queridos amigos, nos vemos en la red. 



sábado, 9 de enero de 2021

TORMENTA ROJA. 1986.Tom Clancy.

Bueno. Éste es mi primer post del año 2021, después de pasar el año 2020 que nos ha traído tantos acontecimientos negativos a todos nosotros. Hoy empiezo una idea que tenía desde hace algún tiempo, pero que nunca la había puesto en marcha: hablar de los libros que acabo de leer. Quizá no lo había hecho porque esos libros no son muy comerciales, algunos hasta pueden estar pasados de moda, pero, sin embargo, hay algo que hace que los lea. Suelo moverme entre los distintos géneros, novela, ensayo, religioso, fantástico, juvenil, incluso documentos de distintos organismos. El caso es que lo que va a salir por aquí no son libros de moda, más bien puede que sean libros "de modé". Pero que para mí ha habido una razón para leerlos. Y empiezo.

El primer libro del que voy a hablar se titula "Tormenta Roja". Está escrito por Tom Clancy en 1986, y se trata de una novela que podría catalogarse en el género de política-ficción o acción-ficción. ¿Por qué digo esto? Bien. Tom Clancy se caracterizó en su carrera por novelas de acción y espionaje. Uno de sus títulos más prestigiosos es "La caza del Octubre Rojo", del que posteriormente se hizo una película protagonizada, nada menos, por Sean  Connery, Sam O'Neill y Alec Baldwin.

El argumento de "Tormenta Roja" gira en torno a un supuesto enfrentamiento entre la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Por supuesto, el tema actualmente está "pasado", pues hace ya 29 años que cayó el "telón de acero" y más de 30 años aproximadamente que desapareció la URSS. Sin embargo, eso no quiere decir que la capacidad de Tom Clancy para meternos en situación a través de su estilo no merezca la pena el echarle un vistazo. Hay que reconocer que ha envejecido mal, pues un enfrentamiento entre un mundo desaparecido (el soviético) y otro que se ha transformado totalmente (EE.UU.) al desaparecer su principal enemigo, junto con la práctica ausencia actual de la OTAN como protagonista de noticiarios, hace que sean difíciles de entender las circunstancias que refleja la novela.


¿Qué nos encontramos en ella? En primer lugar, una trama complicada. Aquellos que les gusten los libros corales, protagonizados por varios personajes, tienen aquí un título imprescindible. Tanto de un lado como de otro de la "línea del frente" existen los suficientes protagonistas, y con las suficientes diferencias en su carácter y devenir de la trama que hace que alguno de ellos te enganche y mantengas el interés por la obra.

Sí es necesario reconocer que, después de un primer capítulo repleto de acción, los siguientes, al ir presentando a los personajes poco a poco, en las distintas situaciones en las que desarrollan sus tramas, se hagan algo pesados, incluso lentos en el discurrir. Sin embargo, conforme se avanza en la novela, se puede encontrar uno que ese mismo hecho permite que, poco a poco, se vuelva más rápida, con más acción, con más "suspense". En suma, con mayor interés en cómo va a resolver Tom Clancy el final de la trama.


Otra de las grandes virtudes de esta obra es lo bien que se encuentran descritos los distintos "aparatos" (barcos, aviones, tanques, helicópteros, submarinos) que discurren por sus páginas. Es un repaso completo a todo el arsenal armamentístico que existía a disposición de los dos bloques en el año de su publicación, 1986. Por otro lado, la descripción de las tácticas, las estrategias, las operaciones de uno y otro bando, están tan bien explicadas que hace que uno termine entendiendo, aunque sea de forma básica, el cómo se llevan a cabo las distintas acciones de los ejércitos en combate, tanto si es en una guerra declarada, como es el caso de la novela, como si son operaciones puntuales realizadas de forma subrepticia. Por último, la inteligencia militar y su funcionamiento, hasta dónde se podía llegar entonces, están también ampliamente tratadas y Clancy presenta a varios de sus protagonistas haciéndose cargo de dicha inteligencia y ejecutando acciones de espionaje y contraespionaje.

Creo que es un libro en el que, si vences los primeros capítulos, la trama te engancha de tal forma que hace que quieras saber el final del mismo. Pero para eso, querido amigo, tendrás que leerlo.

Hasta la próxima. Nos vemos en la red.

sábado, 19 de septiembre de 2020

SANTA HILDEGARDA VON BINGEN

 

Desde que conocí la existencia de esta mujer, que en plena Edad Media desarrolla una labor diplomática, creadora, literaria, científica e incluso pone negro sobre blanco sus visiones, he de decir que me ha admirado su vida y he procurado ir sabiendo, poco a poco, a sorbos como se paladea un buen licor, la existencia y la obra de esta gran mujer.

Nace, como vamos a ver, al final del s. XI y su vida se extiende por todo el s. XII. Los siglos XII y XIII son conocidos actualmente por los historiadores del medievo como los grandes siglos en el avance de la sociedad europea. Y en esos avances, la mujer juega un papel mucho más fundamental del que podamos creer. No sólo en personajes famosos a través del tiempo, como Leonor de Aquitania o la misma Hildegarda von Bingen. La mujer sube un escalón y llega a ser, según queda reflejado en los libros de cuentas de la época, dueña de su propia vida, al llegar a poseer casas e incluso negocios, como herrerías, tal como está registrado en la zona de la, por entonces, incipiente Borgoña. Pero me estoy alejando del objeto de esta entrada: conocer la vida y obra de esta mujer, no de forma profunda, pues para ello necesitaríamos más de un libro, pero sí lo suficientemente atractiva para que nos pique la curiosidad, como me pasó a mí, y nos quedemos con más ganas de saber de ella. ¡Allá vamos!


HILDEGARDA DE BINGEN, SANTA ABADESA.

Festividad en el Santoral Católico: 17 de septiembre.


MARTIROLOGIO ROMANO

En el Martirologio Romano se puede leer: En el monasterio de monte San Ruperto (hoy Rupertsberg), cerca de Bingen, en Hesse, santa Hildegardis, virgen, que expuso y describió piadosamente en libros sus conocimientos experimentales, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística (1098-1179).

ETIMOLOGÍA

Su nombre, Hildegarda, proviene de la lengua alemana y significa "guerrera vigilante".

BIOGRAFÍA

Nace en Böckelheim sur Nähen, cercano a la población de Bingen, en el año 1098. Fallece en Rupertsberg, en el 1179 a la longeva edad, para su época, de 81 años. Su fiesta se celebra el 17 de septiembre.


Flechas azules: Böckelheim sur Nähen, lugar de posible nacimiento de Santa Hildegarda de Bingen
Flechas rojas: Ruppertsberg, lugar en que falleció Santa Hildegarda a la edad de 81 años.

Es desconocido el apellido de la familia de esta gran vidente y profetisa, a la que se la llegó a llamar "La Sibila del Rin" y "Profetisa teutónica". Los primeros biógrafos dan a sus padres los nombres de Hildeberto y Matilde (o Matilda), hablan de su nobleza y opulencia, pero no dan ningún detalle de sus vidas. Escritores posteriores la llaman Santa Hildegarda de Böckelheim, de Rupertsberg, o de Bingen, refiriéndose bien a su lugar de nacimiento, o bien al lugar dónde vivió y murió.

Las leyendas la convertirían en la condesa de Spanheim. J. May (Katholik. XXXVII, 143) muestra, mediante cartas y otros documentos, que ella probablemente pertenecía a una familia ilustre de Stein. Su padre estaría al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim, de ahí que se produjera la confusión y que fuera asociada a la titularidad del condado de Spanheim.

Hildegarda fue una niña débil y enfermiza, lo que dificultó que recibiera la educación en su casa, tal como ocurría en los principios del siglo XII. Sus padres tenían inclinación religiosa y habían prometido a la niña para el servicio de Dios, lo que solía suponer el ingreso en un convento. Por ello, a la tierna edad de ocho años, en 1106, fue puesta bajo el cuidado de Juta, hermana del conde Meginhard, que vivía como monja en el Disenberg (o Disibodenberg, la Montaña de San Disibod) en la diócesis de Speyer. Tampoco aquí le fue dada a Hildegarda más que una mínima instrucción, debido a su delicado estado de salud, que llevaba con frecuencia a que la pequeña tuviera dificultad a la hora de caminar, e incluso presentara alteraciones de la visión. Se le enseñó a leer y a cantar los salmos en latín, lo suficiente para el canto del Oficio Divino, pero nunca aprendió a escribir.

Más adelante fue investida con el hábito de San Benito e hizo su profesión religiosa. Juta murió en el año 1136, e Hildegarda fue designada superiora a la edad de 38 años.

A partir de ese momento, numerosas aspirantes se unieron a la comunidad, y ella, abrumada por el alto número de novicias y monjas al que llegó su comunidad, decidió irse a otra localidad. Esta "escapada" se ve impelida además, como ella dice, por un mandato Divino. Escogió Rupertsberg cerca de Bingen en la orilla izquierda del Rin, aproximadamente a quince millas (unos 24 kilómetros) de Disenberg. Tras superar muchas dificultades y obtener el permiso del señor del lugar, el Conde Bernardo de Hildesheim, se estableció en su nuevo hogar con dieciocho hermanas en el 1147 o 1148 (1149 o 1150 según Delehaye), encontrándose en esa época entre los 49 y los 51 años. Probablemente en el 1165 fundó otro convento en Eibingen, en el lado derecho del Rin. De esta forma, a las dos orillas del Rin se podían encontrar fundaciones levantadas por Hildegarda.

La flecha verde nos señala la población de Bingen am Rhein, a la orilla del río Rhin, dónde se levantó la primera fundación de Santa Hildegarda.
La flecha azul nos señala el recorrido del Rhin, resaltado en el mismo color, desde su paso por Mainz hasta su llegada a Coblenza.
La vida de Hildegarda como niña, religiosa, y superiora se considera extraordinaria. Pasó mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, y esa soledad le lleva a desarrollar una vida interior muy rica. Desde sus primeros años sufrió una serie de visiones que le producirán gran desasosiego y preocupación. Ella dice de sí misma:

"Hasta mi decimoquinto año vi mucho, y relaté algunas de las cosas vistas a otros, quienes inquirían con asombro, de dónde podrían venir tales cosas. Yo también me preguntaba y durante mi enfermedad le pregunté a una de mis enfermeras si también veía cosas similares. Cuando contestó que no, un gran temor me poseyó. Frecuentemente, en mi conversación, relataba cosas del futuro, las cuales yo veía como si fueran del presente, pero, notando el asombro de mis oyentes, me volví más reservada."  Ésto hace que se sienta mejor en soledad, y no le guste la interacción con grupos numerosos de personas.

Esta situación continuó hasta el fin de su vida. Juta, la hermana del conde de Meginhard de Spanheim, que la recibió en su convento y se ocupó de su educación desde los ocho años de edad, había notado sus dones y se los había hecho saber a un monje de la abadía vecina, pero no se hizo nada. 

Cuando tenía aproximadamente cuarenta años de edad, Hildegarda recibió un mandato, a través de sus visiones, de divulgar al mundo lo que ella veía y oía. Ella dudó, temerosa de lo qué las personas podrían pensar o decir, a pesar de que estaba plenamente convencida del carácter Divino de las revelaciones. Pero, continuamente urgida, reprendida, y amenazada por la voz que sentía en su interior, manifestó todo a su director espiritual, y a través de él al abad bajo cuya jurisdicción estaba puesta su comunidad. Entonces se le ordenó a un monje que pusiera por escrito cualquier cosa que ella relatara; algunas de sus monjas también ayudaron a Hildegarda en este trabajo de registrar las visiones. 

Visión de un ángel

Papa Eugenio III
Los escritos fueron sometidos al obispo de Mainz (la actual Maguncia), Enrique (1142-53), y al clero de de esa ciudad,  que los declararon como provenientes de Dios. La cuestión fue llevada también a conocimiento del papa Eugenio III (1145-53) quién estaba en Tréveris en el 1147. Albero de Cluny, Obispo de Verdún, fue comisionado para investigar e hizo un informe favorable. Hildegarda continuó sus escritos. 

Una vez que sus escritos fueron conocidos y difundidos, muchedumbres se congregaron en torno a ella, provenientes de los alrededores de Maguncia y de todas partes de Alemania y la Galia, para escuchar palabras de sabiduría de sus labios, y para recibir consejo y ayuda en las dolencias corporales y espirituales. No sólo acudía a ella gentes del pueblo, sino que también tuvo que aconsejar y asistir a notables de la Iglesia y del Estado. 

Así, por ejemplo, leemos que el arzobispo Enrique de Mainz, el arzobispo Eberhard de Salzburgo y el abad Luis de la comunidad de San Eucario en Tréveris, le hicieron visitas. Santa Isabel de Schönau era amiga íntima suya y la visitaba con frecuencia. No sólo dentro su comunidad daba consejo, sino también en el extranjero. Muchas personas, de todos los estamentos y en toda circunstancia, le escribían y recibían respuesta, por lo que su correspondencia es bastante extensa. 

Su gran amor por la Iglesia y sus intereses llevo a Hildegarda a hacer muchos viajes. Visitaba a intervalos las casas de Disenberg y Eibingen; recibió una invitación para ir a Ingelheim a conocer al emperador Federico I Barbarroja en 1150. El mismo emperador Federico que encabezaría la que sería tercera cruzada y moriría de forma estúpida en un río de la actual Turquía en 1190, al querer cruzarlo ataviado con su armadura al completo. Hildegarda viajó también a las ciudades de Würzburg, Bamberg, Ulm, Cologne (actual Colonia), Werden, Tréveris y Metz.

Los viajes de Santa Hildegarda
El asunto del interdicto

En el último año de su vida, en 1179, Hildegarda tuvo que atravesar una prueba muy dura. En el cementerio adyacente a su convento fue enterrado un joven que había estado una vez bajo excomunión. Las autoridades eclesiásticas de Mainz exigieron que se sacara el cuerpo. Ella consideró que no estaba obligada a obedecer, dado que el joven había recibido los santos óleos y con ello se suponía que estaba reconciliado con la Iglesia. Una sentencia de entredicho (interdicto) fue puesta sobre su convento por el capítulo del obispado de Mainz, la sentencia fue confirmada por el arzobispo Christian von Buch (1160-1182) que en ese momento se encontraba en Italia. Tras mucha preocupación y correspondencia Hildegarda logró que el entredicho fuera levantado. 

Aquí se hace necesaria una explicación sobre la pena de "entredicho" o "interdicto". Veamos en que consiste.

El entredicho o interdicto es una figura del derecho canónico, una censura eclesiástica, o castigo, por la cual las autoridades religiosas prohíben a los fieles la asistencia a la misa, a otra serie de celebraciones litúrgicas, la recepción de algunos sacramentos y la sepultura cristiana.​

La diferencia con la excomunión consiste en que el afectado no es expulsado de la sociedad cristiana, aunque en ambos casos los actos religiosos prohibidos son los mismos.

En la época de Santa Hildegarda (s. XII), el entredicho general prohibía administrar todos los sacramentos a excepción del bautismo a los recién nacidos y el viático (no la extremaunción) a los moribundos. A finales de dicho s. XII, los distintos papas fueron eliminando algunas de las prohibiciones, pues se dieron cuenta del efecto contraproducente que podría ocurrir, ya que al aplicarlo a una comunidad, que podía ser tanto eclesiástica como el pueblo llano, éstos podrían dar la espalda a la Iglesia y formar clero y creencias aparte, tal como sucedería siglos después, con la reforma protestante de Martín Lutero.

Atendiendo a su ámbito de aplicación el entredicho puede ser:

  1. Personal o ambulatorio, cuando afecta directamente a un individuo o a un grupo de ellos.
  2. Local, cuando va dirigido contra un determinado lugar, sea iglesia, provincia o estado; afecta indirectamente a las personas que se encuentren en él. Éste sería el que se le aplicaría a Santa Hildegarda, aunque posteriormente fue levantado. Importante señalar que no afectaba sólo a la santa, sino que afectaba a toda su comunidad.
  3. Mixto, cuando reúne las dos condiciones anteriores.

Independientemente de la clasificación anterior, atendiendo al rigor del castigo el entredicho puede ser:

  1. General o total, cuando prohíbe los oficios divinos, los sacramentos y la sepultura eclesiástica.
  2. Especial, particular o parcial, cuando sólo excluye de alguno de estos.
Una vez que consiguió librar a su comunidad del entredicho que se había aplicado sobre ella, Santa Hildegarda murió de santa muerte y fue enterrada en la iglesia de Rupertsberg a la edad de 81 años.


INFLUENCIA POSTERIOR

Hildegarda fue muy venerada en vida y después de su muerte. Su biógrafo, Teodorico, la llama santa, y se responsabiliza a su intercesión la realización muchos milagros. Gregorio IX (1227-41) e Inocencio IV (1243-54) ordenaron un proceso de investigación el cual fue repetido por Clemente V (1305-14) y por Juan XXII (1316-34). 

Ninguna canonización formal ha tenido lugar , pero su nombre está en el Martirologio Romano y su fiesta es famosa en las diócesis de Speyer, Maguncia, Tréveris y Limburg, siéndolo también en la abadía de Solesmes dónde un oficio propio es cantado (Brev. Monast. Tornac., 18 Sept.). 

Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en 1632 las reliquias de la santa fueron llevadas a Colonia y más tarde a Eibingen. En la secularización de este convento, fueron colocadas en la iglesia parroquial del lugar. En 1857 se realizó un reconocimiento oficial por parte del obispo de Limburg y las reliquias se pusieron en un altar especialmente construido para la ocasión. Fue en estas fechas cuando el pueblo de Eibingen la escogió como patrona. El 2 de julio del 1900, fue puesta aquí la piedra angular para el nuevo convento de Santa Hildegarda. Las monjas Benedictinas de San Gabriel en Praga, recordemos que Santa Hildegarda pertenecía a la orden de las benedictinas, entraron a la nueva casa el 17 de septiembre de 1904.

Actual convento de Eibingen

OBRA

Todos los manuscritos encontrados en el convento en Eibingen fueron transferidos en 1814 a la biblioteca estatal en Wiesbaden. De esta colección el primer y mayor trabajo de Santa Hildegarda es el "Scivias" (Scire o vias Domini, o vias lucis), parte del cual había sido presentado al arzobispo de Mainz. Ella lo comenzó en 1141, con 43 años, y trabajó en él durante diez años. Es una producción extraordinaria y difícil de entender, todo él está escrito de modo profético y admonitorio al estilo de Ezequiel y el Apocalipsis, en la Biblia.

El "Scivias" se estructura de la siguiene manera:

  1. En la introducción, ella habla de sí misma y describe la naturaleza de sus visiones. Tras esta introducción, siguen tres libros.
  2. El primero contiene seis visiones. 
  3. El segundo da siete visiones y tiene alrededor del doble del tamaño del primero. 
  4. El tercero, igual en tamaño a los otros dos juntos, tiene trece visiones. 

El "Scivias" representa a Dios en Su Santa Montaña con la humanidad en la base; narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el Santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de la perdición y el fin del mundo.

Visión de la Santísima Trinidad, según el "Scivias".
Las visiones se entremezclan con admoniciones saludables para vivir en el temor del Señor. Los manuscritos del "Scivias" están también en Cues y en Oxford. Fue impreso por primera vez en París (1513) en un libro que contiene además los escritos de otras personas. Fue impreso de nuevo en Colonia en 1628, y fue reproducido por Migne, PL 197. 

El "Liber vitae meritorum" escrito entre 1158 y 1163, cuando la santa tenía 60 a 65 años, es una descripción pintoresca de la vida de un cristiano virtuoso y de su contrario. Fue impreso por primera vez por Pitra, "Analecta Sacra", VIII (Monte Cassino, 1882). 

El "Liber divinorum operum" (1163-70) es una contemplación de toda la naturaleza a la luz de fe. El sol, la luna, y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales, y el hombre, son en sus visiones expresión de algo sobrenatural y espiritual, y como éllos vienen de Dios, deben conducir a Él. 

Su "Carta a los Prelados de Mainz" con respecto al entredicho puesto sobre su convento está ubicada entre sus cartas.

Al manuscrito de Wiesbaden, el "Liber Epistolarum et Orationum", le anexa siete pequeños ensayos: 

  • Sobre la Creación y la caída del hombre.
  • El trato de Dios a los renegados.
  • Sobre el sacerdocio y la Santa Eucaristía.
  • Sobre la unión entre Cristo y la Iglesia.
  • Sobre la Creación y la Redención.
  • Sobre los deberes de los jueces seculares. 
  • Sobre las alabanzas a Dios, con oraciones entremezcladas. 
El manuscrito de Wiesbadem

El "Liber Epistolarum et Orationum", también conocido como "manuscrito de Wiesbaden", contiene las cartas de y para Eugenio III, Anastasio V, Adriano IV, y Alejandro III, todos ellos papas, que fueron sucediéndose en el solio pontificio durante la vida de Hildegarda. También contiene cartas de y para el rey Conrad III y el emperador Federico I Barbarroja, ambos dirigentes del Sacro Imperio Romano Germánico. San Bernardo de Claraval, fundador de la orden del Císter, creador de la regla de la Orden del Temple y predicador de la segunda cruzada, la cual resultó un fracaso casi absoluto; también mantuvo un contacto epistolar, a través de cartas, con Santa Hildegarda. De la misma forma diez arzobispos, nueve obispos, cuarenta y nueve abades y prebostes de monasterios o capítulos, veintitrés abadesas, muchos sacerdotes, maestros, monjes, monjas, y comunidades religiosas recibieron correspondencia procedente de la monja de Bingen. 

"Vita S. Disibodi" y "Vita S. Ruperti": éstos "Vitae", lo que se conoce actualmente como biografías, Hildegarda declara ser revelaciones. Sin embargo, se cree que fueron probablemente producto de las tradiciones locales. Siendo, sobre todo la de San Ruperto, de fuentes muy exiguas; tienen sólo valor de leyenda. 

"Expositio Evangeliorum" cincuenta homilías en alegoría. 

"Lingua Ignota": el manuscrito, en once folios con una lista de novecientas palabras de un idioma desconocido, principalmente sustantivos y sólo unos pocos adjetivos, una explicación en latín, y en algunos casos en alemán, junto con un alfabeto desconocido de veintitrés letras impreso por Pitra. Una colección de setenta himnos y sus melodías. Un manuscrito de esto está también en Afflighem, impreso por Roth (Wiesbaden, 1880) y por Pitra. No sólo en este trabajo, sino en otros lugares Hildegarda exhibe elevados dotes poéticos, transfigurados por su persuasión íntima de una misión Divina. 

"Liber Simplicis Medicinae" y "Liber Compositae Medicinae"; el primero fue editado en 1533 por Schott en Estrasburgo como "Physica S Hildegardis".

El Dr. Jessen (1858) encontró un manuscrito en la biblioteca de Wolfenbuttel. Consta de nueve libros que tratan de las plantas, de los elementos, de los árboles, de las piedras, de los peces, de los pájaros, de los cuadrúpedos, de los reptiles, de los metales, impresos por Migne como "Subtilitatum Diversarum Naturarum Libri Novem." 

En I859, Jessen logró obtener de Copenhague un manuscrito titulado "Hildegardis Curae et Causae", y examinándolo comprobó satisfecho que era el segundo trabajo médico de la santa. Consiste en cinco libros y tratados de las divisiones generales de las cosas creadas, del cuerpo humano y de sus dolencias, de las causas, síntomas, y tratamiento de enfermedades. 

"38 Solutiones Quaestionum" son las respuestas a preguntas propuestas por los monjes de Villars a través de Gilberto de Gembloux sobre varios textos de la Escritura. 

"Explanatio Regulae S. Benedicti", también declarado revelación, exhibe la regla tal como la entendía y aplicaba en esos días con una superior y moderada inteligencia. 

"Explanatio Symboli S. Athanasii", una exhortación dirigida a sus hermanas en religión. 

La primera biografía de Santa Hildegarda fue escrita por los monjes contemporáneos Godofredo y Teodorico. 

Santa Hildegarda von Bingen


Pues aquí acaba el legado de Santa Hildegarda y, al mismo tiempo, acaba mi entrada sobre la santa. Si habéis llegado hasta aquí, espero que os haya gustado y que sigáis indagando sobre ella, pues material hay de sobra.

Muchas gracias por vuestra atención. Nos vemos en la red.