viernes, 12 de agosto de 2022

CONSTANTINOPLA. 2019. Baptiste Touveray

 

Que un libro haga que busques información sobre el periodo histórico en que se basa ya es un mérito en sí mismo, pues significa que el escritor ha conseguido transmitir al lector la inquietud necesaria para que éste realice alguna acción referente al trabajo de ese escritor. Y Baptiste Touveray lo ha conseguido. Una vez terminado el libro, y tuve que hacer esfuerzos importantes para no buscar antes, me puse a informarme sobre el periodo de tiempo al que esta novela se refiere: la Constantinopla del primer tercio del s. VII, concretamente ocurre en dos momentos de ese periodo: el año 610 y el año 627.

Lo que encontré, aunque me hizo ver las distintas licencias literarias, me sirvió para darme cuenta que el autor había urdido muy bien toda la trama del libro. Pues casi todos los personajes son históricos, casi todos responden a cómo fueron en realidad, y, además, el autor sabe mostrarnos la humanidad de los mismos. No son héroes, más que el resto, o villanos, sino que responden a la sociedad y el tiempo en que les ha tocado vivir.

No me resisto a comentar algunas licencias literarias. Hay personajes que el autor hace sobrevivir bastantes años después de que se diera su muerte real. Las uniones se mantienen en cuanto a los lazos de parentesco que les unían, pero no respetan el tiempo en que se produjeron. La conjunción de tres ejércitos como se muestra en la segunda parte de la novela no se produjo realmente, pero, sin embargo, esos ejércitos se enfrentaron en el sentido que nos relata Touveray. En fin, una serie de licencias para que la novela tenga un ritmo trepidante, con acción en cada una de sus páginas, pero sin inventarse ninguna batalla o hecho histórico, sino plasmándolos de tal forma que permite que el lector actual del s. XXI se sienta atraído por una sociedad y un tiempo que son desconocidos para la mayoría de nosotros.

Tenía ganas de leerla y no me ha decepcionado.

jueves, 4 de agosto de 2022

EL CERCANO ORIENTE. 1968. Isaac Asimov


Hasta ahora no había incluido un audiolibro en estas reseñas de libros, porque, entre otras cosas, considero que un libro está hecho para ser leído, no para ser oído. Quizá esté equivocado, pero es mi humilde opinión. Sin embargo, de vez en cuando, me pica la curiosidad de oír algún libro o relato en un formato que se ha popularizado en los últimos tiempos. Y así encontré esta pequeña joya de la divulgación histórica. Y hoy, al descubrir que está escrito en 1968, me reafirmo en la calificación de "joya".

¿Por qué lo califico de joya?

Lo primero que hay que tener en cuenta que no es un libro de historia, como algún otro que ha aparecido en este blog, sino un libro de divulgación.

Lo segundo porque consigue resumir en menos de 400 páginas toda la historia del Cercano Oriente, haciendo hincapié en las civilizaciones más antiguas, que son las menos conocidas, y eso es de agradecer.

Lo tercero es que explica estupendamente la distinta sucesión de reinos e imperios que dominaron toda esa zona a través de los siglos y de los milenios, cosa que no suele ser fácil en absoluto.

Lo cuarto, que define perfectamente conceptos como "la media luna fértil" que de tanto usarlos, ciertos historiadores, e incluso divulgadores, creen que todo el mundo reconoce el lugar de la Tierra al que hacen referencia con esa expresión.

Lo quinto, y como colofón, el que explica de una manera lógica y sencilla cómo fue la transformación del cazador y recolector paleolítico al ganadero y agricultor neolítico; explica de forma sencilla el por qué los niveles históricos de una ciudad son más antiguos cuanto más bajos, ¿que eso es fácil? Pues quizá Asimov descubre unos detalles que nunca se nos hubieran ocurrido. Pero claro, ahí radica la genialidad de su literatura, sea histórica o de ficción.

sábado, 30 de julio de 2022

CAMINO DE PERFECCIÓN. 1564-1567. Santa Teresa de Jesús


Es un libro que llevaba tiempo queriendo leer. Me intrigaba saber qué es lo que había plasmado la Doctora de la Iglesia en unas páginas para enseñar un camino para la perfección. Y verdad sea dicha que no me ha defraudado.

En primer lugar, hay que destacar la forma de escribir de Santa Teresa. Me habían dicho que era una forma sencilla, llana, directa, sin expresiones rebuscadas. Pero lo que no me imaginaba, y que ha resultado ser una grata sorpresa para mí, era el estilo campechano, rallando lo pueblerino, dicho con mi mayor respeto, de su escritura. Sobre todo, al principio, cuando se refiere a cosas más comunes y que se pueden aplicar a los cristianos en general, y no sólo a sus monjas, a las que va dirigido el texto. En estos primeros capítulos había momentos en que me parecía estar escuchando al gran actor Paco Martínez Soria. Sí, ese de "La ciudad no es para mí" y "El turismo es un gran invento". Porque la santa habla con tal naturalidad de la actitud y comportamiento que deben tener sus monjas ante las tentaciones del mundo que te parecen razonamientos escritos por los guionistas de esas películas y recitados por ese gran referente, aunque a algunos les pese, de la España de la recuperación económica y del éxodo rural hacia las ciudades.

Más adelante, una vez que te acostumbras a ese lenguaje, te das cuenta que el "Camino de perfección" está escrito para sus monjas, y para toda aquella persona que quiera profesar en una orden monástica contemplativa. Pues les indica la forma de orar, cómo comunicarse con Dios, los problemas que les van a surgir en este "camino" y les exhorta a la paciencia, la humildad, la sencillez y el alejamiento del mundo. Por ello es uno de los textos más cercanos a la vida contemplativa y que son más entendibles a pesar de que hayan pasado ya más de cuatro siglos desde su escritura.

Una pequeña reflexión. Al leer este libro, entiendes el por qué la princesa de Ebolí fue expulsada del convento por Santa Teresa, por muy noble que fuera la tal señora. ¡No era nadie Santa Teresa!

domingo, 24 de julio de 2022

EL COMBATE ESPIRITUAL. 1589. Lorenzo Scupoli


Cuando uno cree haber encontrado una pequeña joya de la ascética cristiana, como la que acabo de leer, de pronto, husmeando un poco por internet me encuentro con que este libro, "El combate espiritual" de Lorenzo Scupoli es, detrás de "Imitación de Cristo", el libro ascético por excelencia de la cristiandad occidental y que, incluso, ha tenido influencia en la cristiandad ortodoxa, oriental.

Empecé a leer el libro con algo de reserva. Ya había leído algunos otros que eran arduos y que estaban dirigidos directamente a las personas consagradas (curas, monjes y monjas) y he de reconocer que me resultaron complicados y difíciles para adaptarlos a mi situación y existencia, como laico normal y corriente en este siglo XXI.

Pero tras unos primeros capítulos, venciendo la reticencia de descubrir que su autor se dirige siempre a una persona en femenino, con lo que, a veces, parece que está escrito para monjas, cosa que no es cierta; tras los primeros capítulos, digo, conseguí encontrar estupendas lecciones de comportamiento, actuación y actitud para enfrentarse a problemas del día a día que son tan comunes actualmente como en el siglo XVI, que es la época en que se escribió este manual.

Porque sus recomendaciones no sirven sólo para los cristianos, sino también para las personas que no profesan ningún tipo de religión, sobre todo la primera mitad del libro. En la segunda mitad ya el autor habla de conflictos más propios de las personas religiosas que de aquellas que no siguen los dictados del cristianismo.

Otra de las cosas que me sorprendió en los resultados de mi búsqueda de internet fue el hecho de que Lorenzo Scupoli fue acusado y calumniado de violar las Reglas de su comunidad en 1585. Fue suspendido "a divinis", lo que significa que le prohibieron ejercer como sacerdote y le obligaron a realizar los trabajos domésticos de la comunidad. Además, debía de vestir el atuendo de fraile lego, es decir, de aquellos que no tenían estudios. Por tanto, le rebajaron al puesto más bajo que puede ocupar una persona en una congregación religiosa. ¿Cuál fue su reacción? Se mostró humilde, sencillo, soportó la pena que le tocó en suerte, se dedicó a la oración y empezó a escribir este libro. Es importante señalar que anteriormente a la condena, había ejercido su labor como sacerdote en ciudades tan importantes en ese siglo XVI como Milán, Génova, Venecia y Roma. Es decir, de ser una figura destacada de su orden, la de los Teatinos, pasó a ser un mero servidor de todo el mundo, incluso de los que lo acusaron.

Tuvo que esperar 25 años, en abril de 1610, para ser absuelto de su pena en un Capítulo General que celebró la Orden. Pero esta rehabilitación le llegó ya muy tarde, pues Lorenzo Scupoli moría el 28 de noviembre de ese mismo año. Quizá únicamente por lo que sufrió en su vida y por la ejemplaridad de su conducta ante la adversidad, merezca la pena acercarse a su pensamiento a través de la lectura de este libro.


jueves, 7 de julio de 2022

GERONA. 1874. Benito Pérez Galdós.


Y vuelvo a los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Un nuevo asedio. El de Gerona, en la segunda mitad de 1809. Y he de declarar que las impresiones han sido encontradas. De momento, es el que menos me ha gustado. No se centra tanto en el asedio por parte de las tropas napoleónicas, sino en las penurias y miserias que pasaron sus habitantes. El protagonista no es el mismo que en las anteriores novelas, de hecho, es una historia dentro de una historia. Se centra en los enfrentamientos entre dos de los personajes, uno de ellos el narrador, por conseguir comida y arrebatársela el uno al otro. Donde en "Zaragoza" era heroicidad, entrega, valor; aquí, en cambio, es egoísmo, envidia, enfrentamiento. Por otro lado, el defensor de Gerona, D. Mariano Álvarez de Castro lo describe casi como una caricatura de lo que se entiende por patriotismo. Tanto es así que al final de la narración consigue que se le deteste, entre las loas a su rigidez en la defensa de la plaza como los comportamientos de servilismo y cuasi adoración hacia su persona.

En fin, reseña pequeña, no lo recomiendo y he de confesar que conseguí acabarlo por cabezonería, y por distraerme de otras preocupaciones que ocupaban mi mente cuando no me dedicaba a la lectura.