martes, 26 de enero de 2016

LCP XII: EL INTRINCADO PUZZLE ÉTNICO-CULTURAL DEL RÍO OMO


Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos. Decía en la entrega anterior que cuando los científicos, esos señores tan sesudos, que intentan desentrañar los distintos recovecos de los que se ha venido en llamar ciencia y que en realidad no es, ni más ni menos, que el saber del ser humano, el conocimiento que tiene el hombre sobre todo aquello que le rodea; pues bien, cuando los científicos, los antropólogos intentaron sistematizar los distintos pueblos que habitaban las dos orillas del río Omo, se encontraron con que la diversidad y peculiaridad de los mismos era tal, que sería necesaria una inmensa relación, y al mismo tiempo, mezcla, de características, para poder describir adecuadamente a todos estos pueblos.

Y he de confesar que, cuando me enfrenté a estos pueblos, como siguiente parada en nuestro viaje a través de los distintos grupos indígenas humanos que aún pueden reivindicar su cultura y sus costumbres ante un hombre "civilizado", también noté en mi interior una sensación de vértigo y de mareo. Y yo, humildemente, que sólo quería un acercamiento, más o menos somero, me vi en la tesitura de qué hacer.

Río Omo
La primera opción, la más rápida, hubiera sido saltármelos. En realidad, esto no pretende ser una obra sistemática de todos y cada uno de todos los pueblos indígenas que existen en este momento en la superficie terrestre. Mis fuentes y mis capacidades no pueden pretender tanto. Pero no sería honesto. La segunda sería omitir lo más complicado, pasar por encima e ir a lo sencillo, pero entonces corría el riesgo, y seguramente caería en el pecado del convencionalismo. Y no quería. Prefiero que mis relatos sean sosos a convencionales.

Por último, como alternativa, sería el hablar todo aquello que sé sobre estos pueblos, lo cual me llevaría a varias introducciones y a que los relatos, que sé que es lo más jugoso de estas entregas, tardarían un poco más en llegar. Pero de esta forma, no traiciono el sentido de esta serie que quiere reflejar a estos pueblos, con sus tradiciones y sus características, y, al mismo tiempo, permite que el cuadro sobre el cual nuestros auténticos protagonistas, nuestros contadores de relatos, esté completo. Por eso me decidí por esto último.

Por todo ello, solicito la paciencia e indulgencia del lector ante las próximas entradas. Los relatos llegarán lo antes posible. E incluso antes de lo que pueda parecer. Pero antes de que nuestros auténticos protagonistas nos cuenten parte de sus vidas es preciso conocer algo más sobre estos pueblos del río Omo.

En primer lugar tenemos que decir que los distintos pueblos que habitan a orillas del Omo reciben distintas denominaciones, que incluso coinciden las de unos pueblos con otros. Normalmente son tres tipos de denominaciones o nombres:

1.- El nombre por el que se conocen a ellos mismos.
2.- El nombre que les dan otras tribus de la misma región.
3.- El nombre que les dan terceros: autoridades administrativas, estudiosos científicos, artículos de prensa, etc.

Nosotros procuraremos en todo momento usar el nombre que cada tribu se da a si mismo, tal como hicimos con los sam, para identificarlos.

Una vez aclarado el maremagnum que podríamos tener con los nombres, ahora hablaremos de su disposición social. Un individuo suele pertenecer a una familia. Varias familias, formando uno o varios linajes, se agrupan en un clan. Los clanes se organizan, a través de segmentos o subgrupos, en tribu. Y por último, varias tribus dan lugar a un grupo étnico-cultural.


Las sociedades son patrilineales polígamas. ¿Qué quiere decir esto? Que, aunque tienen varias mujeres, la que se sigue es la línea paterna.

Otra característica importante, tanto o más quizá que la poligamia o la sociedad patriarcal es el que las uniones conyugales están reguladas para asegurar la exogamia. En unas poblaciones con tan pocos individuos, asegurar que no se producen uniones endogámicas que puedan producir individuos débiles que lleven a la desaparición del grupo en el curso de unas cuantas generaciones es muy importante para la supervivencia del mismo. La regulación llega a tal formulismo que,según los grupos, puede ser en ambas direcciones o en una sola dirección, por ejemplo, siempre se casará una mujer tsamako con un hombre banna pero nunca una mujer banna con un hombre tsamako.

Hombre de la tribu banna

Hay dos grandes líneas lingüisticas:
--Nilo-saharianas: parte occidental del río Omo, relacionadas con pueblos del Sudán del Sur y Uganda.
--Afro-asiáticas: parte oriental del río Omo, divididas a su vez en Omóticas y Cushíticas.

La interrelación de estos dos grandes grupos lingüisticos se da más dentro de cada uno de ellos, dada la afinidad lingüistica y cultural. Sin embargo, el medio hostil con escasas e irregulares lluvias y tierras poco generosas hace que hayan desarrollado una serie de mecanismos que garantizan su supervivencia. A estos mecanismos se añaden unos rasgos comunes a la propia identidad socio-cultural de cada uno de los pueblos. Uno de estos rasgos, uno de estos conceptos es el de los denominados "sistemas de edad". Pero eso será tema para la siguiente entrada.

Queridos amigos, saludos desde la red.

lunes, 18 de enero de 2016

LCP XI: EL VALLE DEL OMO

Río Omo

Queridos amigos de "La Cultura de los Pueblos". Dejamos atrás al entrañable pueblo sam, para viajar a otra zona de nuestro planeta. No abandonamos África. Nos dirigimos hacia el norte, desde el árido desierto del Kalahari hasta un valle. Un valle que se encuentra en la confluencia de tres naciones, Etiopía, Kenia y Sudán del Sur. Pertenece geográficamente al suroeste de Etiopía; pero, sin embargo, es una zona habitada desde hace cientos de años por una serie de tribus cuyo contacto con el ser humano "civilizado" ha sido escaso. Sólo en las últimas décadas ha comenzado a mantener una relación con nuestra civilización y a partir de ahí han aparecido los problemas. Pero comencemos por el principio.

Recorrido río Omo hasta su
desembocadura en el lago
Turkana
Este valle al que me refiero está surcado por el río Omo, del cual recibe el nombre. Recorre de norte a sur la región suroeste de Etiopía, que era una de las más aisladas del país. Desemboca en el norte del lago Turkana, en la frontera con Kenia, y en su margen occidental, marcado por el río Kibish, se encuentra la frontera con Sudán del Sur.

Vittorio Bottego
El río Omo es un gran río que en Europa era conocido ya desde el siglo XVII, pero que, como todo lo relativo a estas regiones del África Oriental, no se sabía adonde llegaba, dónde desembocaba. Las teorías más populares señalaban al Océano Índico como destinatario de sus aguas; una segunda teoría era que el río Omo era un afluente del río Nilo; y una tercera que vertía sus aguas en el recién descubierto por aquellas fechas lago Rodolfo, que es el actual lago Turkana. Pues bien, tuvieron que pasar casi dos siglos y medio hasta que en 1896, la expedición dirigida por el explorador italiano Vittorio Bottego y patrocinada por la Sociedad Geográfica Italiana confirmara como auténtico fin y desembocadura del río Omo el lago Turkana, confirmando al mismo tiempo que este río era la gran fuente de la que se nutrían las aguas de dicho lago.

Menelik II
A partir de finales del siglo XIX, Menelik II, Negus de Etiopía -que ese es el título que ostentaba el monarca de Etiopía- integró la región del Omo a su reino. Sin embargo, la zona continuó aislada y ajena al devenir histórico y político de Etiopía. Cuando en los años setenta y ochenta del siglo XX los antropólogos se interesan por esta región y comienzan los estudios de los distintos grupos étnicos que la forman, se encuentran con una gran sorpresa. Existe tal diversidad de grupos étnicos-culturales que intentar sistematizarlos es algo así como resolver un intrincado rompecabezas de miles de piezas. El tamaño reducido de los grupos; la evolución independiente de los mismos; las relaciones entre ellos bien amistosas o bien conflictivas, los desplazamientos de los grupos, todo ello hace que los pueblos del río Omo constituyan uno de los grupos culturales más apasionantes en los que nos podamos sumergir.

Y a ello nos dedicaremos en las próximas entradas.


sábado, 9 de enero de 2016

RESPUESTA A UNA AMIGA


Lo importante es el camino y no la meta.

Pones esta afirmación en tu entrada y no sé hasta qué punto te das cuenta de lo profunda que es. Y no sé hasta qué punto el resto de los que la lean se darán cuenta de lo profunda que es.


Pues la pregunta es: ¿el camino merece la pena para la meta que queremos conseguir? ¿las penalidades, tristezas, desengaños, esfuerzos, ilusiones, esfuerzos, fracasos a los que nos sobreponemos a lo largo del camino nos sometemos merecen realmente la pena para la meta que queremos alcanzar?

Cuidado. Esta no es una pregunta triste, pesimista, negativa, aunque pueda parecer lo contrario. Pero sí es una pregunta selectiva, que sirve para dejar atrás a aquellos que piensan que las metas se consiguen solamente con una sonrisa, con un pequeño esfuerzo, con un "viva la Virgen" como decían en mi pueblo antaño. Las metas que realmente merecen la pena precisan de esfuerzo. Y esas metas precisan de personas que las merezcan. No de espíritus mediocres que se sientan tristes porque "se les ha muerto el canario" o porque "tiene que trabajar en la otra punta de la ciudad". No.


Las metas auténticas se las merecen aquellas personas que realmente saben de penalidades y esfuerzos. De tener un hijo que llora por hambre y no tener que darle de comer -cualquier refugiado sirio actual-, o de una abuela que tiene que explicar a su nieto por qué su padre ha empezado a beber más de lo normal -después de llevar más de dos años de parado, y sin encontrar un puñetero empleo-. A esos, a esos auténticos héroes de nuestros días, a esos auténticos olvidados de nuestros días, es a los que hay que ayudar y facilitarles el camino, no la meta.

Por lo demás, totalmente de acuerdo contigo,

Un abrazo.

martes, 29 de diciembre de 2015

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

Es una expresión que siempre me ha resultado curiosa. Que poco a poco ha ido tomando cada vez más fuerza en nuestra sociedad consumista. Que se ha ido resumiendo en nuestra civilización occidental en las comidas de empresa con los compañeros de trabajo; en las reuniones familiares de parientes que quizás, el resto del año no se ven e incluso se ignoran; en el deseo de parabienes entre amigos lejanos que se envían fotos a través de Whatsapps -pues ya no hace falta siquiera realizar el esfuerzo de comprar una tarjeta navideña, escribir cuatro frases y echarla al correo-, Y que se ha ido representando por un señor barbudo y canoso, barrigón, con un traje de lana rojo, con terminaciones blancas y cinturón blanco, que intenta meterse por una chimenea inexistente en nuestros edificios actuales para dejar regalos la noche del 24 de diciembre. 

Cristo como Sol Invicti
Mosaico romano s.III d.C. 
Pues bien. Llega la resaca del 25. Los platos por fregar. La basura por bajar. Los cartones de los juguetes de los niños por recoger y el terrible dolor de cabeza de los que se hayan pasado con la bebida la noche anterior. Incluso en alguna reunión familiar, habrá habido algún altercado y habrán acabado las cosas mal. Y el famoso "espíritu navideño" se habrá ido a freír espárragos, pues bien es sabido que los niños, los locos y los borrachos son los únicos que dicen la verdad; o que creen decirla. En suma, un cuadro muy "edificante" de una celebración que hunde sus orígenes en unas creencias de las que la sociedad occidental está renegando. Las creencias cristianas. Sí, ya lo sé. Los eruditos me dirán: "Sr. Jesús, tenga usted en cuenta que la fecha del 25 de diciembre la puso la Iglesia el solsticio de invierno para juntar su celebración con la del sol invicti de los romanos." Habría mucho que discutir, pero de acuerdo, acepto la corrección. Y la acepto, porque no van por ahí los tiros de este post de hoy. Como tampoco van, como pudiera parecer por lo comentado hasta ahora, por el materialismo que ha inundado las fiestas navideñas desde el último tercio del siglo XX hasta nuestros días. No. Me refiero al significado de la expresión "el espíritu de la Navidad".

¿Llegamos a entender nosotros, ciudadanos "de un lugar llamado mundo -occidental, siglo XXI, lejos de lugares de conflicto-", lo que significó la primera Navidad? ¿Llegamos, por tanto, a entender lo que realmente estamos celebrando, el hecho que ha dado lugar a esta celebración a lo largo de los últimos 20 siglos -si somos puristas 16 siglos-?

Intentemos situarnos. Si partimos de la tradición, tenemos el portal de Belén. José, María, Jesús recién nacido, el buey, la mula, los pastores que llevan sus cosas para adorar al niño, etc. Quieren que "desbrocemos" la tradición, igual que hicimos con la de los "Reyes Magos" hace aproximadamente un año, ¿se acuerdan?


Empecemos. En primer lugar, fuera buey y fuera mula. Son introducidos muy posteriormente, cuando la piedad popular de la Edad Media considera que al ser un establo dónde dio a luz la Virgen María, perfectamente podría haber en él un buey y una mula. Y como en la Edad Media, la población de las aldeas solía compartir vivienda, incluso habitación dormitorio con sus animales de labor, que mejor que asegurar una "calefacción natural" para el recién nacido Niño Dios. Bien, buey y mula fuera.

Los pastores, que le adoran y le llevan presentes, o sea regalos. Permitidme la expresión: ¡Y una leche! El evangelio de S. Mateo no habla de pastores en absoluto, sólo cuenta el episodio de los Magos. Y el de S. Lucas, que es el que cuenta el de los pastores sólo dice que volvieron al pueblo y difundieron la noticia. Os transcribo el pasaje:


2:15 Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado". 
2:16 Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. 
2:17 Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, 
2:18 y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Asi que eso de regalitos al niño, tradición, pero nada más. Otra tradición a desmontar. Y aquí alguién puede que me apedree. Tanto en la Biblia de Jerusalén como en la Biblia Septuaginta no he encontrado el pasaje de "parió sin dolor". No dice en ningún sitio, según afirma la tradición cristiana, que la Virgen María pariera sin dolor. En este caso vuelve a ser S. Lucas quién habla de ello, porque S. Mateo no hace ninguna referencia. Os lo vuelvo a transcribir:

2:6 Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; 
2:7 y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

Luego el parto debió ser tan normal como el de cualquier otra mujer, con sus dolores, sufrimientos, temores y tantas otras cosas más. Y además, no en un sitio normal, pues una vez nacido, tuvo que acostar al niño en un pesebre, lo cual indicaba que estaban en un establo, pues "no había lugar para ellos en el albergue". 


Otra tradición que se cae. No se rechaza a la pareja de Nazaret porque la población belenita es "mala". No es que no se quiera dar cobijo a una embarazada porque la maldad ha "anidado" en el alma de los habitantes de Belén. Simplemente no hay ningún sitio libre, y el único libre es un establo, y antes que quedar a la intemperie, José decide que es el mejor sitio para pasar la noche y allí les llega el momento del nacimiento de Jesús.

Y ahora, después de desmontar todas las "tradiciones" que se han ido acumulando sobre el nacimiento de Jesús, volvamos a nuestro mundo y a la pregunta que hacía antes. ¿Entendemos el acontecimiento que en realidad celebramos el 25 de diciembre? (Quede claro que me importa un rábano que sucediera el 25 de diciembre que el 14 de abril). Imaginemos por un momento:


El día del nacimiento de Jesús, una pareja de jóvenes, él 24 años aproximadamente, ella 15 años más o menos. Ella se encuentra embarazada de ocho meses y pico. Habían realizado un viaje de unos 170 km. a lomos de un burro, para registrarse por orden de una autoridad que estaba a miles de kilómetros de distancia. Habían hecho el trayecto por caminos de piedra y tierra, lodo y fango. Llevaban lo puesto y un hatillo, una especie de bolsa de viaje, con lo necesario (por favor, visualicen la escena). Llegan al pueblo al anochecer. Esta lleno de gente, pues es el destino de multitud de viajeros. Van preguntando por varias fondas y en ninguna encuentran habitación, ni siquiera hueco. Al final, alguien les dice que si quieren, en un establo pueden guarecerse de la noche, el joven mira a su esposa y ésta le asiente levemente mientras en su cara aparece un rictus de dolor. El joven acepta y guiado por el posadero se dirige al establo. 

Allí se acomodan lo mejor posible. Sin embargo, los dolores son cada vez más continuos, y la joven no puede aguantar le pide ayuda a él y el muchacho no sabe que hacer. Nunca se ha visto en esa situación. Si se va, la deja sola, abandonada en un establo. Si se queda, no puede ayudarla. Ella le pide un abrazo. Y así, a cada contracción, a cada grito, nota como sus manos se contraen en sus brazos, como sus dedos se clavan en su piel, y él la abraza intensamente, no puede hacer otra cosa. Al final, nota un esfuerzo inmenso por parte de ella. Ella, con dolor inmenso, empuja y nota que de su interior sale un cuerpo, se desliza un ser. Llama a su pareja, que se desase por un instante, se gira y mira su entrepierna. Entre restos de sangre ve un niño. Le coge, le agita y el niño empieza a llorar, y le pone en el regazo de la joven madre. 

La madre mira al niño feliz, le abraza a su pecho y abrazada a él, mira a su joven marido y sonríe. Con solicitud, limpian al niño de los fluidos del parto y lo envuelven en unos trapos limpios que han conseguido guardar para la ocasión. Buscan a su alrededor un sitio donde poder poner al niño para mientras poder limpiar a la madre. Lo único que ven es el pesebre lleno de paja para las ovejas, y el mullido de las pajas les parece el mejor sitio para que pueda descansar ese rato. Una vez que la madre quede lavada y limpia volverá a cogerle en sus brazos y podrán disfrutar de su presencia.


Queridos amigos. Feliz Navidad.

sábado, 26 de diciembre de 2015

EN BELÉN NO HABÍA CAMPANAS...

En Belén no había campanassss.
En Belén no había alegríaaaa.
En Belén un Niño llorabaaa.
Mientras su Madre sufríaaa.
Y sin embargo, en Belén
era Dios el que nacíaa.
Y sin embargo, en Belén
era Dios el que nacíaa.

En 2015, en Belén si hay campanas.
En 2015, en Belén si quiere haber alegría.
Pero, en Belén, en 2015, aún existe el llanto.
Pero, en Belén, en 2015, aún existe el sufrimiento.