jueves, 9 de agosto de 2018

LA SANTIDAD DE SANTA MÓNICA


Queridos amigos de CULTURA Y SERENIDAD, nuevamente traemos a colación un tema religioso a ésta ventana a la cultura. Y, ¿por qué? Pues porque el que ésto escribe ha estado leyendo, ya lo dije al entrada pasada, "Las Confesiones", de San Agustín. Y, aparte de todo el legado teológico que nos hace llegar desde aquellos finales del s. III y principios del s. IV de nuestra era, ha habido dos cosas que a este humilde lector le han llamado la atención.

La primera ya la conté al semana pasada. Lo poco que habla San Agustín sobre su hijo Adeodato. La segunda, toca hoy, y es sobre Santa Mónica, la madre de San Agustín.

La muerte de Santa Mónica (Ottaviano Nelli, 14-10-1420, iglesia de San Agustín en Gubbio, Italia)
En un primer momento me iba a referir, y lo haré, a su muerte, tal como la relata su hijo. Pero, sin embargo, releyendo su historia, y teniendo en cuenta que no se conoce canonización oficial, sino que tan sólo se celebraba su memoria el 4 de mayo. Con el advenimiento del nuevo calendario gregoriano en el s. XVI se consideró que habría que pasar su fiesta un día antes de la de San Agustín, es decir, al 27 de agosto, que está cerca de nosotros; digo que reflexionando sobre todo ello cambié el título de la entrada. Y le pusé el que rige más arriba.

Pero empezaré por su muerte, narrada en el libro IX de Las Confesiones, de San Agustín:

"...cayó enferma con grandes fiebre. Uno de esos días tuvo un desvanecimiento, perdió los sentidos y no reconocía a los que la rodeaban. Acudimos todos... Y luego, viéndonos sumidos en una asombrada tristeza, continuó: "Aquí sepultaréis a vuestra madre...Sólo os ruego que me recordéis siempre ante el altar del Señor". Y habiendo expresado este último deseo con las palabras que pudo concertar, se hundió en el silencio, y su enfermedad se agravó... Y fue así como al noveno día de su enfermedad y al año quincuagésimo sexto de su vida y al trigésimo tercero de la mía, salió de su cuerpo aquella alma pía y religiosa." (Las Confesiones, libro IX, capítulo 11; San Agustín).

Lo primero que me sorprendió de la muerte de Santa Mónica fue que, rodeada de dos de sus hijos y de aquellos que la querían, nadie habla de avisar a un médico. Ninguno de los presentes habla de la posibilidad de que haya una cura para sus fiebres. Y esto me produjo un fuerte contraste. Un fuerte contraste con el momento actual en que vivimos, en que lo primero que acudimos, ante cualquier mal, es a alguién que nos pueda curar, alguién que nos resuelva el problema de salud. No tenemos la serenidad suficiente para aceptar la evolución de las cosas.


Pero nadie piense que yo esté acusando a San Agustín de no recurrir al consejo o a la sabiduría de algún médico que hubiera en la ciudad de Ostia, donde su madre murió. No. Lo que digo es que no lo refleja en sus "confesiones", no se preocupa de dejar por escrito que hizo todo lo materialmente posible para "salvar" la vida de su madre, no se preocupa porque el lector crea que la dejara morir sin poner remedio a las fiebres que provocaron su fallecimiento. No le importa tanto el salvar la vida de su madre, como el estar junto a ella en esos momentos. Y después relatará detalladamente todo el dolor que sintió su corazón con semejante pérdida.


En resumen, me resultó curiosa la serenidad que muestra un hombre del s. III-IV de nuestra era ante la muerte, mientras un hombre civilizado, que le aventaja en 17 siglos de avances científicos y tecnológicos, se encuentra totalmente desarmado ante el miedo a la muerte. Porque, amigos míos, ¿de qué nos valen los adelantos científicos y técnicos si no nos dan la serenidad necesaria para enfrentarnos a las grandes encrucijadas de la vida? San Agustín, no por ser santo, sino por ser un hombre de su tiempo, tenía esa serenidad. Sinceramente, para mí la quisiera.

Hasta aquí, lo que había pensado hablar de Santa Mónica en esta entrada. Pero ahora viene la parte que me hizo reflexionar. ¿Por qué se le hizo Santa a Mónica, la madre de San Agustín? Mi sorpresa fue mayor aún cuando descubrí que no existe ningún registro de canonización. Pero, sin embargo, siempre se la ha celebrado como la patrona de madres y esposas, desde la alta Edad Media hasta nuestros días. Y es Francisco de Sales, en el s. XVI, quién se refiere a ella como ejemplo para madres y esposas. ¿Qué es lo que más haría de Mónica una santa? ¿Su profunda religiosidad? ¿La vida dedicada a un marido que la maltrataba y la engañaba? ¿El cuidado que ponía en sus hijos, sobre todo el más descarriado, Agustín? En cualquier momento podéis acceder en la web a su biografía. Con escribir Santa Mónica en un buscador, os saldrán bastantes páginas sobre su vida. Os ánimo a que lo hagáis, su vida merece una mención aparte.


Pero aquí sólo voy a hacer referencia a aquello que creo que hace Santa a Mónica. Y que ella misma lo dice, por boca de su hijo Agustín, en Las Confesiones: "Sólo os ruego que me recordéis siempre ante el altar del Señor". Santa Mónica rezó y rezó, pidió a Dios por su hijo descarriado, rogó al Ser Todopoderoso que hiciera que su hijo no se perdiera. Un obispo le llegó a decir un día: "Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas." Y su hijo no sólo no se perdió, sino que fue bautizado y Mónica lo pudo ver. Y su hijo no sólo no se perdió, sino que constituye actualmente uno de los pílares teológicos de la Iglesia, a la que amaba tanto Santa Mónica.

Viendo todo esto, me surje una duda. San Agustín, Padre de la Iglesia por sus numerosos escritos y defensa de la Iglesia frente a las distintas herejías del momento, se yergue como un gigante en la Historia de la Iglesia. Pero, Santa Mónica, con su comportamiento humilde, callado, generoso; con su rezar y rogar contínuo ante Dios, fue la que hizo de San Agustín lo que fue. ¿Quién es más santo? ¿El que habla mucho de Dios o el que reza y ora ante Dios? ¿El que busca la verdad, encontrando a Dios, como San Agustín, o la persona que confía plenamente en el Ser Supremo, en que será escuchada, y no desiste de su ruego, en la seguridad de que Dios se lo concederá?

Para mí creo que la respuesta está clara, y seguro que San Agustín me daría la razón. ¿Y para vosotros?

Queridos amigos, hasta la próxima entrada. Nos vemos en la red.

Santa Mónica y San Agustín en Ostia, Italia.

jueves, 26 de julio de 2018

"QUE NO TE IMPORTE QUEMARTE"


En estos días de verano, cerca de la canícula, a uno le da por descansar y dejar volar su mente hacia los distintos recuerdos que tiene en su vida. Y en virtud de estar comenzando a leer "Los Siete Pilares de la Sabiduría", escrito por T. E. Lawrence allá por la decada de los veinte del siglo pasado, recordé una de las primeras escenas de la película protagonizada por Peter O'Toole y Omar Shariff, "Lawrence de Arabia". Se trata de lo siguiente.


En ella, Lawrence hace una apuesta, para pasar el rato, con otros oficiales del ejército británico. La apuesta consiste en ver quien aguanta más una cerilla encendida entre sus dedos. Sea verdad o ficción, como podréis comprender, quien gana es Lawrence, que aguanta la llama de la cerilla, incluso cuando ésta alcanza la yema de sus dedos. Sus otros compañeros le preguntan:
-¿Cómo es posible? ¿No te quemas?
Lawrence responde afirmativamente, a lo que su interlocutor vuelve a preguntar.
-Entonces... ¿Dónde está el truco?
Lawrence, mirando fijamente a la llama que aun baila entre sus dedos, contesta:
-El truco está... en que no te importe quemarte.

Castillo Qasr al-Azraq. Centro de operaciones de Lawrence de Arabia.

¿Que por qué empiezo la entrada contando esta anécdota? T. E. Lawrence "de Arabia" fue uno de esos personajes que, de cuando en cuando, nos brinda la humanidad. Fue un estudioso, un entusiasta, de la arquitectura medieval. Más bien se podría decir que de las construcciones defensivas. Y también se sintió atraído desde un primer momento por Oriente Medio, pero no como los románticos del siglo XIX, que se imaginaban escenas fantasiosas, sacadas de las Mil y Una Noches. No, Lawrence quiso realizar un acercamiento mucho más real. De hecho, para la realización de su tesis doctoral, recorrió todos los castillos de la zona del Levante mediterráneo (actuales Israel, Libano, Siria, Jordania), registrando sus características de construcción y defensivas.

Fue ese conocimiento de Oriente Medio, en aquel entonces una parte del Imperio Turco, lo que le llevó a que en la I Guerra Mundial fuera destinado por el Ejército Británico como espía en la zona. Pero más que espía, lo que se le había encargado era una misión mucho más amplia. Fomentar la revolución y el separatismo árabe frente al Imperio Turco, el cual ya estaba entrando en una más que evidente decadencia.


Pero T. E. Lawrence hizo mucho más que fomentarlo. Ayudó a crear nuevamente la identidad árabe, estuvo al lado de los que lideraron el movimiento de secesión e independencia del pueblo árabe, les aconsejó incluso más allá de las órdenes recibidas por parte de sus superiores, realizó junto a ellos incursiones a puertos y trenes. En fin, se implicó de forma muy importante en la lucha del pueblo árabe por su independencia del poder turco.

Cuando una persona normal, como yo, se acerca a este personaje, siente algo así como la "aureola" que rodea al mismo, y se siente atraído por él. Pero esa atracción es justo por el personaje, por el mito creado alrededor de un hombre. Posteriormente, he leído biografías, escuchado programas radiofónicos, por supuesto ví en su momento "Lawrence de Arabia" (De la cual, y en contra de la opinión general, creo que es una de las interpretaciones menos acertadas de Peter O'Toole) y fruto de todo eso se descubre al hombre.


Y tal como dice en el inicio de su libro "Los Siete Pilares de la Sabiduría", en que relata todos estos años pasados con los árabes y su experiencia con ellos, se implicó tanto, al tener que mimetizarse con ellos en cuanto a costumbres y cultura, que, al final, no sabe a qué cultura pertenece. Se siente un advenedizo, un extraño en la cultura árabe, pues su adaptación ha sido toda ella consecuencia de su misión de espionaje dentro de ese pueblo. Pero esa adaptación, esa mimetización, esa convivencia con el pueblo árabe en las situaciones extremas que vivió, le hace perder su personalidad de caballero británico. Y aquí es donde comienza el mito.

Lawrence, convertido ya en Lawrence de Arabia, será uno de los que más intente, en la medida de sus posibilidades, que se cumpla realmente la promesa que el gobierno británico hizo a los árabes. La existencia de una nación árabe independiente. Pero las circunstancias del tiempo; las luchas, una vez vencido y deshecho el Imperio Turco, entre las distintas facciones del pueblo árabe; la intención británica y francesa de asegurar la llegada de petróleo a las metrópolis en las mejores condiciones posibles; todo ello, digo, dará al traste con su sincera idea de conseguir una auténtica e independiente patria árabe.

Por eso, al principio de su libro, T. E. Lawrence nos habla como disculpándose. Se presenta como un simple peón (y realmente así fue) dentro del Ejército Británico que cumplió con la misión que se le había encomendado: levantar en armas toda una zona del Imperio Turco para que éste no pudiera centrar todo su poder militar en enfrentarse a las potencias europeas. Sin embargo, y quizá ahí resida lo más importante del mito de Lawrence de Arabia, T. E. Lawrence se identificó con el pueblo árabe, creyó en la independencia del pueblo árabe y les enseñó a reclamarla y luchar por ella.


Tal como empezaba mi entrada de hoy, Lawrence se "quemó" por una idea, por un ideal, que aún hoy, 100 años después, sigue sin cumplirse.

Queridos amigos de CULTURA Y SERENIDAD, nos vemos en la red.

viernes, 20 de julio de 2018

LA PARADOJA DE LA MEJORÍA DEL DOLOR EN LA ENFERMEDAD CRÓNICA

Esta vez voy a hablar desde el punto de vista del enfermo. ¿Por qué? Porque soy yo el que estoy padeciendo la enfermedad. Tengo una lesión desde hace ya la friolera de 4 años, 3 meses y 11 días. Se supone que era una lesión leve, que en 3 meses se curaba, ¡3 meses!
Pues bien, por si fuera poco tres meses, en lugar de curarse, y a pesar de realizar todas las recomendaciones médicas correspondientes, ha ido cada vez a peor. Y me he encontrado con la circunstancia de ir 2 veces al quirófano, también en operaciones que eran sencillas y de resultados óptimos, y que, en cambio, la evolución a partir de dichas intervenciones quirúrgicas ha sido negativa. Me he visto, después de cada operación, más limitado en mis actividades de vida diaria.

Ahora, la solución que se me presenta es: o bien quedarme como estoy, con infiltraciones continuas y separadas en el tiempo por unos meses de diferencia y cuyo efecto me dura aproximadamente una o dos semanas como mucho; o bien una tercera operación en donde se me propone quitarme parte del hueso y esperar como funciona la rodilla. La alternativa es colocarme una prótesis, para de esta manera evitar el dolor. Sólo que este tipo de intervención tiene una eficacia del 60% aproximadamente.



Pero hasta aquí mi historia. Y ahora la reflexión "filosófica" que encabeza la entrada. La paradoja de la mejoría. ¿Por qué? Porque cuando mejoro, sé que es por poco tiempo. Hasta hace algún tiempo, tenía la esperanza que la mejoría era el principio de la curación. Era el principio de un proceso que me llevaría, tarde o temprano, a la resolución de mi lesión y a la recuperación, con secuelas más o menos evidentes, de mi vida normal. Eso hasta hace algún tiempo.

Ahora, mi experiencia, mi mente irracional, mi yo involuntario me dice que detrás de cada mejoría viene un empeoramiento. Ahora tengo que realizar un esfuerzo mental voluntario para intentar "engañar" a la mente para hacerle ver que esta vez puede ser la "buena", que esta mejoría que ahora experimenta el cuerpo puede ser la "de verdad". Pero la naturaleza es sabia, el cuerpo humano es sabio, el cerebro es muy sabio. Y por más que el hombre quiera engañarlo, el cerebro es muy tozudo. Si durante tanto tiempo ha experimentado en sus propias "carnes", si durante tanto tiempo ha almacenado en sus propias neuronas la información de que tras una mejoría llegará un empeoramiento, no habrá esfuerzo mental humano que le convenza de lo contrario.

Sobre todo porque, por desgracia, después de cada mejoría llegará un empeoramiento. Y no hay peor refuerzo mental que el que después de forzar al cerebro a pensar algo en contra de su hábito establecido, justamente se cumpla lo que él tenía establecido. Ello hará que lo establecido se refuerce de tal forma que la próxima vez que se den esas circunstancias, el cerebro responda igual, y será muchísimo más difícil convencerlo de lo contrario.

Por eso, mi cerebro, cada vez que yo noto una mejoría en mi salud, se echa a temblar. Esa es la paradoja de la mejoría en la enfermedad crónica. Que no nos alegra, al contrario. Esa mejoría nos entristece.

jueves, 12 de julio de 2018

¿HABLAMOS DE RESILIENCIA O...?


Después de unas semanas de descanso, he decidido compartir con vosotros otro tipo de entradas, que, como corresponden al verano, serán más variadas y ligeras.
Después de ellas, retomaremos la serie de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS, no os quepa la menor duda. Mientras tanto, aquí tenéis la primera entrega de este verano.
Lo que viene a continuación es un artículo que me ha parecido interesante, a partir de una página de Facebook dedicada a la resiliencia. Simplemente es lo que antes era la capacidad de adaptación a las circunstancias ahora se resume en esa palabreja. Aquí os dejo el artículo entero.
¿Qué caracteriza a una persona resiliente?
Las personas que practican la resiliencia:
  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. 
    El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas. 
  2. Son creativas. 
    La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
  5. Practican el mindfulness o conciencia plena. 
    Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
  9. Son flexibles ante los cambios. 
    A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitosEl hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayudaa mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Afrontan la adversidad con humorUna de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

jueves, 21 de junio de 2018

LCP Cap. 82: BIBLIOGRAFÍA MAASAI


LIBROS
  • Spencer P. Youth and Experiences of Ageing among Maa: Models of Society Evoked by the Maasai, Samburu, and Chamus of Kenya. Walter de Gruyter GmbH & Co KG, 2014. 196 p.
  • Stapleton T. J. Encyclopedia of African Colonial Conflicts [2 volumes]. ABC-CLIO, 2016. 787 p.
  • Gimpera P. B. Las Razas Humanas. Instituto Gallach de Librería y Ediciones. [4 volúmenes], 1976. 1.128.
  • Spear T. T., Waller R.D. Being Maasai: Ethnicity & Identity in East Africa. James Currey Publishers, 1993. 322 p.
  • Hambly H., Angura T. O. Grassroots Indicators for Desertification: Experience and Perspectives from Eastern and Southern Africa. International Development Research Centre (Canada). 1996. 168p.
  • Mair L. African Marriage and Social Change. Psychology Press, 1969. 171 p.
  • Murphy P., Gipps C.V. Equity in the Classroom: Towards Effective Pedagogy for Girls and Boys. Psychology Press, 1996. 286 p.
  • Kasfir S. L. African Art and the Colonial Encounter: Inventing a Global Commodity. Indiana University Press, 2007. 408 p.
  • Fratkin E. Laibon: An Anthropologist’s Journey with Samburu Diviners in Kenya. Rowman Altamira, 2011. 202 p.
  • Wrangham R. W., Peterson D. Demonic Males: Apes and the Origins of Human Violence. Houghton Mifflin Harcourt, 1996. 350 p.


WEBS
  • Darkest Africa. Masai II. [Internet]. A Grab Bag of Games.. Recuperado a partir de: https://agrabbagofgames.wordpress.com/2016/02/26/masai-ii/
  • Maasai Warriors. [Internet]. Quora. Recuperado a partir de: https://africa.quora.com/Maasai-Warriors
  • Tanzania Maasai evicted from ancestral land. [Internet]. Aljazeera. Recuperado a partir de: https://www.aljazeera.com/indepth/inpictures/2013/05/20135812215615515.html
  • Maasai people, tribe, culture, women, warriors, language, religion. [Internet]. AnswersAfrica. Recuperado a partir de: https://answersafrica.com/maasai-people-tribe-and-culture.html
  • Get up! The tradition of the Maasai jumping dance. [Internet]. G-Adventures. Recuperado a partir de: https://www.gadventures.com/blog/story-behind-maasai-jumping-dance/
  • The Maasai. [Internet]. Maasai Wilderness Conservation Trust. Recuperado a partir de: http://maasaiwilderness.org/maasai/
  • Meeting Laibon Meshuko. [Internet]. Asilia. Recuperado a partir de: https://www.asiliaafrica.com/meeting-laibon-meshuko/
  • Maasai Olympics take place on 22 Dec. A transition from hunting to sport. [Internet]. Great Plains. Recuperado a partir de: https://www.greatplainsconservation.com/bushbuzz/?p=6851
  • Kenya's 'Maasai Olympics' fights dwindling lion numbers. [Internet]. Phys.Org. Recuperado a partir de: https://phys.org/news/2014-12-kenya-maasai-olympics-dwindling-lion.html
  • Las Doce Tribus de Israel. [Internet]. Taringa. Recuperado a partir de: https://www.taringa.net/posts/imagenes/15449716/Las-Doce-Tribus-de-Israel.html


ARTÍCULOS
  • Ruiz-Cabrera S. Libros y lápices. Alternativas a la mutilación genital. Entrevista a Nice Nailantei, líder comunitaria keniana. Mundo Negro, revista misional africana. 2018, enero; Nº 634: 32-36.


Llegado este momento, tengo que pedir disculpas a todos los que me siguen. La bibliografía en que me he basado no está completa. Y esto es debido a dos razones: La primera, y principal, es mi torpeza con algunas de las cosas de la tecnología actual, que hace que use muy poco "algo" que todos conocemos por la nube. La segunda fue debida a un fallo catastrófico del PC en el que trabajo normalmente. Tanto que lo tuve que cambiar. Y al cambiarlo, no me dí cuenta de hacer una copia de seguridad en la nube o algo por el estilo.

¿Por qué cuento todo ésto? Por la sencilla razón de que existían muchos más artículos, obtenidos a través de internet y que se perdieron, no pudiendo por tanto aparecer aquí, en el repaso a toda la bibliografía que he usado para construir el relato de nuestros queridos Makutule y Lengwesi, dichos artículos. Mea culpa, tal como se dice en latín. Espero, sin embargo, vuestra comprensión y perdón.

El objetivo de dejaros toda esta bibliografía es para aquellos que aun quieran profundizar más en los conocimientos sobre la etnia Maasai, y en la situación actual de estas personas. Vale la pena. Os lo aseguro.

El siguiente capítulo de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS se referirá a otro grupo étnico, pero todavía no salimos de África. Hasta entonces, queridos amigos, pasad unas buenas jornadas. Nos vemos en la red.