martes, 6 de junio de 2017

LCP Cap. 60: EL EMORATA. LA CIRCUNCISIÓN MAASAI. (I)

Jóvenes Maasai en la ceremonia del Emorata.

Han pasado varios años y Lengwesi ha ido creciendo. Ya casi no queda nada, a sus quince años, del niño que aquel primer día, guíado por su padre, acompañó a su hermano Makutule por primera vez al rebaño de vacas. Y escucharon por primera vez la historia de Dios, de Ngai. Desde entonces han pasado multitud de cosas. La adopción de Makutule por parte de Obago, el laibón de la zona en que se encontraban. La muerte de Mwampaka en una de las muchas incursiones maasais para la obtención de ganado de otras tribus. El funeral de este último y el posterior traslado del enkang, tal como mandaba la tradición, a un día de distancia del lugar donde se encontraban antes. Pero ahora llegaba una ocasión muy especial para él, para su vida. La ceremonia del Emorata.

La ceremonia del Emorata era aquella en la que un muchacho maasai deja de ser un niño para convertirse en un morani, en un joven guerrero. Es aquella en donde comienza a contar algo para la comunidad maasai. No suele celebrarse todos los años, de ahí que la edad de los que la realizan puede oscilar entre trece y dieciocho años. Lengwesi alcanzaba los quince.

Jóvenes en los que se ha realizado la circuncisión y se les está realizando los cuidados posteriores

Los preparativos habían comenzado tiempo atrás. Un día su padre, Ikoneti, le había llamado a su presencia.

-Padre, aquí estoy. ¿Para qué me querías?

Avestruz
-Cuando acabe la estación de las lluvias -comenzó Ikoneti sin preámbulos- se va a celebrar el Emorata y tú ya estás preparado para pasarlo. -a Lengwesi le brillaron los ojos de alegría- Debes ir guardando aquellas plumas de avestruz que veas que son dignas para la ceremonia.

-Sí, padre. -contestó Lengwesi. Ikoneti le miró seriamente, pues no esperaba la interrupción.

-No he acabado. -Lengwesi bajó la cabeza en señal de respeto- Yo iré preparando la miel para la fabricación de cerveza; y me encargaré de elegir la cabra con la que pagaré al Torrobo que te circuncidará. -Ikoneti observó una cara de extrañeza en Lengwesi- ¿Pasa algo, Lengwesi?

Lengwesi se atrevió a hablar.

-Sí, padre. Creí que serías tú el que me circuncidaría.

Ikoneti esbozó una leve sonrisa, y después continuó con gesto serio:

-No. Yo como padre, junto con tu madre, tenemos que hacer la pantomima de retorcernos y gritar de dolor. Es el papel que nos corresponde en el Emorata. Tú, en cambio, debes estar callado y mostrar en todo momento tu valentía.

-Sí, padre.

-De acuerdo. Una última pregunta, ¿has tenido sexo en algún momento con una mujer circuncidada?

A Lengwesi le sorprendió que le interrogara sobre ese particular.

-No, padre. ¿Por qué me lo preguntas?

Los maasai no tienen ningún tipo de tabú en cuanto a las relaciones sexuales. Sin embargo, hay cierto tipo de ellas que conllevan una serie de penalizaciones. Una era la que le había preguntado Ikoneti, por eso le aclaró:

Cuchillo de circuncisión Maasai
-Si lo hubieras tenido, los cuchillos de tu circuncisión se volverían malditos y habría que avisarlo al Torrobo antes que aceptara circuncidarte. ¡Me costaría otra cabra más! -acabó Ikoneti con sorna.

Dado que veía a su padre con mejor humor que otros días, Lengwesi se atrevió a preguntarle una duda que le había quedado.

-¿Puedo preguntarle una duda, padre?

-Dí.

-¿Quién es un Torrobo? ¿Tiene que ser obligatoriamente uno quién me circuncide? ¿Por qué no puede ser un familiar?

-Los Torrobo, Lengwesi, -Ikoneti le había puesto la mano sobre el hombro al muchacho- simbolizan a nuestros antepasados, a los antepasados de los Maasai. Según la leyenda, vivieron en el Parakwo (Jardín del Edén). También son los oficiantes en las ceremonias para atraer la lluvia, y también los llamamos para los funerales. Por ello quiero que sea un Torrobo el que te circuncide. ¿Lo has entendido?

-Sí, padre. -contestó Lengwesi con una amplia sonrisa.

-Tú preocupaté de no llorar o gritar durante la ceremonia, pues entonces me llenarás de vergüenza y la riña que te esperará de mi parte la recordarás toda tu vida.

-Sí, padre. Descuida, padre. Estarás orgulloso.

Y Lengwesi se alejó del lado de Ikoneti.


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