martes, 7 de junio de 2016

LCP XXV: LA ESTÉTICA DEL PUEBLO KARO


Queridos amigos de "La cultura de los pueblos". Veíamos en la última entrada dedicada al pueblo Karo, cómo el joven Molu conseguía saltar los cuatro bueyes, tal como mandaba el ritual en el pueblo Karo, en su etnia, y de esta forma obtenía el rango, el estatus, de adulto, de persona madura. Y junto a él, todo el poblado lo celebraba. Pero dejemos por un momento disfrutando al joven con su recién conseguido nivel social y pasemos a hablar de algo que, si hemos sido un poco avispados, hemos podido observar en las distintas fotos que han ido apareciendo en las entradas correspondientes a este pueblo: su estética.


Los Karo se caracterizan por presentar una manera muy representativa de adornarse el cuerpo. Su pintura es ornamental y simbólica, y se realiza en los rostros y en los cuerpos, a veces cubriendo casi por completo toda la superficie de la piel, sin dejar ni un minúsculo poro de la misma libre de color. Nos podemos encontrar en ellos desde finos detalles muy elaborados, realizados con gran cuidado con los dedos, y que destacan por su belleza y armonía; hasta toscas pinturas, extendidas con las palmas de las manos, en las cuales más parece que les hayan dado brochazos de pintura para cubrir el cuerpo, sin ningún tipo de finalidad, que el que hayan intentado realizar algún tipo de dibujo ritual.


Cuando los dibujos son más delicados y finos, suelen cubrir la zona de la cara y el pecho, y se muestran de forma orgullosa al resto de los individuos de la aldea. Combinan varios colores: el blanco que lo obtienen del yeso de los terraplenes de la zona, el negro que lo sacan del carbón, y el amarillo ocre y el rojizo a partir de minerales que suelen encontrar en zonas cercanas a la orilla del río Omo. Sin embargo, el usado con más profusión, y por el que suelen ser más conocidos, es el blanco, con el que suelen ocupar la mayor parte de su piel.


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